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02 de octubre de 2010

Los seis de Jena

En EEUU renace el odio racista bajo el gobierno de Bush

Jena es una pequeña ciudad del estado de Louisiana, en el sur de Estados Unidos. En el patio de una escuela secundaria de esa ciudad, había hasta hace poco un antiguo roble. En el verano, los alumnos mitigaban el calor bajo su copa. Claro que sólo podían hacerlo los jóvenes blancos. Recién el año pasado, con autorización de la dirección de la escuela, un grupo de chicos negros pudo sentarse a la sombra del árbol.
Al día siguiente, el 1° de septiembre de 2006, tres sogas anudadas en forma de horca aparecieron colgando del roble. En el “viejo Sur” del Ku-Klux-Klan y los linchamientos de negros, todos supieron qué significaba eso. En medio de los repudios y las discusiones públicas, se produjeron escaramuzas entre jóvenes enfrentados en relación al hecho, con lesionados en ambos bandos. Pero sólo las lesiones recibidas por un joven racista blanco fueron motivo de una acción judicial: seis estudiantes negros fueron acusados de intento de asesinato.
Después de varios meses encarcelados, cinco de ellos salieron bajo fianza mientras dure el juicio. Mychal Bell, de 17 años, es el único que sigue en prisión. En junio de este año, sin pruebas fehacientes, Mychal fue condenado por un jurado compuesto sólo por blancos. Una corte de apelaciones revirtió la condena debido a que el joven fue enjuiciado indebidamente como adulto. Sin embargo, Bell continúa en prisión pese a las multitudinarias manifestaciones en defensa de los “Seis de Jena”. El 21 de septiembre, al día siguiente de una marcha de decenas de miles de personas de todo el país que se concentraron en Jena para exigir su libertad, una resolución judicial volvió a negarle la excarcelación.

El viejo oprobio del racismo
Las horcas colgadas en el roble de Jena reavivan la memoria de los horrores sufridos por el pueblo afro-americano en Estados Unidos, durante y después de la esclavitud, así como la prolongada e inacabada lucha contra el racismo. Uno de los himnos de esa lucha, inmortalizado por la voz de la gran cantante negra Billie Holiday en los años ’30 del Siglo XX, es la canción “Strange fruit” (extraño fruto). Su autor fue un compositor y profesor de música, blanco y de familia judía, afiliado al sindicato de docentes (en una de cuyas asambleas estrenó la canción) y miembro del Partido Comunista: Abel Meeropol.
En los años ’50, Meeropol y su esposa adoptaron a los dos hijos de Ethel y Julius Rosenberg, el matrimonio ejecutado en la silla eléctrica durante una campaña anticomunista, acusados de espiar para la Unión Soviética.)
El autor compuso la canción luego de ver en el periódico la fotografía de dos hombres negros ahorcados en un árbol de Indiana, y la publicó con el seudónimo de Lewis Allan.