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23 de abril de 2013

La lucha de paritarias, la protesta de los inundados, los cacerolazos, mostraron que crece la bronca. Los trabajadores vamos por más uniendo fuerzas con otros sectores el 24 contra la reforma K de la justicia, y en un gran paro nacional el 15 de mayo, porque no queremos seguir pagando la crisis.

Los sueldos en gramos, la corrupción en kilos

Hora Política

1. El 18A

1. El 18A

Una enorme movilización de masas opositoras al gobierno kirchnerista volvió a batir las cacerolas en calles y plazas de numerosas ciudades del país.
Como los anteriores, este cacerolazo fue muy heterogéneo: muchos jubilados y jóvenes (asalariados, estudiantes, profesionales, etc.) que han asumido esa forma de protesta; en la Capital Federal con gran peso de capas medias de la zona norte, con sectores de derecha como el PRO, Patricia Bulrich, algunos de los servicios K como Cecilia Pando, entre otros.
A diferencia de los cacerolazos anteriores, esta vez los núcleos que actúan como centros de las redes sociales negociaron la presencia y las consignas con las direcciones de PRO, UCR, peronismo no K, la CC de Carrió, el socialismo y otras fuerzas. Así, más allá de la enorme heterogeneidad de los reclamos personales de cada participante, la convocatoria fue centrada en el rechazo a la supuesta “democratización” de la Justicia, y en la corrupción del grupo K a partir del destape de los negocios turbios de Néstor K con uno de sus testaferros: Lázaro Báez.

2. El cacerolazo y las elecciones
El masividad del cacerolazo, las denuncias de corrupción y las consignas opositoras golpearon al grupo gobernante y dejaron a la presidenta en silencio. Más aún cuando fue a pocas horas del fallo de la Cámara Civil y Comercial a favor del grupo Clarín, un revés del gobierno en la disputa que mantienen los dos grandes monopolios multimedios: Clarín y los K.
El kirchnerismo se refugió en la concepción liberal de la democracia en la que “el pueblo no delibera ni gobierna”, sino que debe limitarse a votar. A la hora de los votos, “esa mitad enfurecida [de los argentinos del cacerolazo] se divide en cuartos, uno de centroizquierda y otro de centroderecha” (Verbitsky, Página 12, 21/4). Desde ya que para Verbitsky, la otra mitad la tiene comprada Cristina K, como si, después de las elecciones del 2011 no corriera, para el gobierno K, el desgaste frente la masacre de Once, el parazo y piquetazo del 20-N, la lucha salarial de paritarias, la bronca por las inundaciones, el 24 de marzo y las luchas contra la criminalización de la protesta y la impunidad de ayer y de hoy. La conquista de los 15 años de prisión para Pedraza, y las penas para los ejecutores y policías partícipes del asesinato de Mariano Ferreyra, dejan en evidencia la impunidad que se mantiene, en esa asociación ilícita que cometió el crimen, de altos funcionarios del gobierno K. Se mantiene la lucha por justicia para Mártires López.
Con la misma concepción liberal de la democracia, Clarín actúa como vocero de los grupos del bloque dominante rivales del kirchnerismo, reclamando la unidad de la oposición para “ensillar” a  una amplia franja “cacerolera”: “Hoy es necesario construir un “centro grande” con una visión diferente para proponer al país, con liderazgos diferentes e ideas concretas como para cumplir con ser una alternativa real de gobierno, no solo para ser oposición”, declaró De la Sota en un reportaje en el diario de Magnetto (22/4). Lo hizo después que el gobernador cordobés se mostrara junto a De Narváez y otros dirigentes peronistas, y dejando abierta una puerta para un acuerdo con Macri.

3. Peleas por arriba
La Argentina política no se divide en mitades.
Por arriba, hay grietas en el frente K: las denuncias de la corrupción surgieron de dos momentáneamente “arrepentidos K”, Fariña y Elaskar. Gobernadores como De la Sota y Peralta hacen su juego. Nadie sabe cómo va a terminar la relación del kirchnerismo con Scioli, Massa y otros intendentes bonaerenses. También las derechas opositoras tienen sus divisiones. Y entre unos y otros se están tirando con munición gruesa, como se ve en la disputa por la Justicia.
La Argentina es un país en disputa por varios imperialismos, y grandes terratenientes, con distintos intereses, lo que se expresa, con las mediaciones del caso, en las divisiones de la política. No es ninguna casualidad que las denuncias contra Néstor K y Lázaro Báez ocurrieran en la víspera de la apertura de la licitación de las represas de Santa Cruz, demorando la adjudicación a Báez u otros K, de la mayor obra pública programada. Tampoco es un detalle menor, que la única “visión diferente” que expuso De la Sota en su reportaje, sea convertirnos en “socios estratégicos de Brasil”; distinta a la “asociación estratégica, en primer lugar con China”, que formuló Néstor Kirchner.

4. Hacia el paro nacional
Las grandes luchas de los trabajadores, que tuvieron un mojón en el parazo y piquetazo del 20-N, han ido mostrando un camino principal para avanzar, con un programa que necesariamente tiene que expresarse en la política, incluidas las elecciones. Retoman la lucha los docentes bonaerenses, y siguen las de los neuquinos, chaqueños y fueguinos. Y se abre la discusión, con exigencias desde abajo, de los gremios industriales.
En esa dirección es muy importante la convocatoria conjunta de CTA, CGT, CCC, MST Teresa Vive, y otras organizaciones, a una movilización conjunta al Congreso, el miércoles 24, al cierre de esta edición.
La decisión del Congreso de CTA de marchar a un paro nacional, el 15 de mayo, pone un mojón para unir a la lucha salarial y popular. Paro sobre el que está pendiente la decisión de la CGT.


5. Un frente popular y nacional
El gobierno K necesita, para sus planes continuistas, copar el andarivel de centroizquierda, dividir a sus rivales de la derecha, y sobre todo, como ya hizo en el 2011, impedir que surja un frente popular y nacional.
Las derechas rivales del kirchnerismo, frente al crecimiento de la lucha obrera y popular, vuelven a aplicar la receta que ya trabajaron hacia el final de la rebelión agraria y federal, cuando impulsaron salir de las rutas alentando ilusiones en los “legisladores agrarios”. En un país con un sistema super-presidencialista como la Argentina, esto desembocó en un fracaso: Cristina K con el 54%. Las grandes masas populares no quieren salir del kirchnerismo por derecha; quieren defender lo que han conquistado con sus luchas para ir por más.
Trabajamos por un frente popular y nacional. Lamentablemente, algunas de las fuerzas con las que nos hemos unido en el 2011 y volvimos a intentar ahora una unidad programática, abandonan el programa de la lucha de grandes masas obreras y populares: que los trabajadores y el pueblo no sigan pagando el ajuste, la inflación y la crisis; que los paguen los que se llenaron los bolsillos durante el gobierno K. Lo hacen con la vista puesta en alianzas electoralistas en las que hay sumas que restan. Lamentamos que esto suceda. No vamos a abandonar la lucha, ni vamos a abandonar el trabajo por un frente popular y nacional, junto a las otras fuerzas que también afirman este camino. Los avances exitosos en la campaña por la personería del PTP son pasos en esa dirección, así como también lo son los frentes ya constituidos en varias provincias.
Lo que necesita la Argentina no es un resultado electoral sin programa, que ya el pueblo sabe en qué termina. Lo que necesita es avanzar en la lucha social y política, en la construcción de un frente popular y nacional, en la recuperación clasista de los cuerpos de delegados en los centros obreros y el fortalecimiento del PCR, para profundizar el camino del Argentinazo. Y conquistar un gobierno popular, patriótico, democrático y antiimperialista.