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05 de abril de 2017

Los “terceristas” del Partido Socialista (1)

Crónicas proletarias - 261

 A comienzos de 1921 se realizó un Congreso del Partido Socialista, en el que un amplio sector de afiliados planteó que el PS abandone la 2° Internacional, y se incorpore a la 3° Internacional que habían fundado Lenin y los bolcheviques. Los “terceristas”, si bien obtuvieron un pronunciamiento del Congreso para que se retire de la 2° Internacional, no lograron su incorporación a la Internacional Comunista. Ante esto, la mayoría de este sector planteó su desafiliación al PS y su incorporación al Partido Comunista. Otto Vargas, analizando esta corriente, afirmó: “los terceristas eran políticamente heterogéneos y, junto a un sector revolucionario que adhería a las posiciones de la Tercera Internacional, había un sector reformista y centrista que, apenas incorporado al PC, hizo bloque común con corrientes oportunistas de derecha, como se expresaría luego en el IV Congreso del Partido. Entre los “terceristas” había también una corriente de izquierda, más próxima al “maximalismo” italiano que a Lenin, como señaló el Esbozo… [de historia del Partido Comunista], que iría a reforzar al sector izquierdista del PC… (El marxismo y la revolución argentina, tomo 2).
Un caso particular entre los “terceristas” fue el del por entonces senador socialista, Enrique del Valle Iberlucea. El dirigente realizó en ese Congreso del PS una encendida defensa de la incorporación a la 3° Internacional, que le valió un juicio por desafuero iniciado por un juez federal, y que se concretó en la Cámara de Senadores. Allí planteó que “No cree en la eficacia de la democracia burguesa, ni en la conquista de las instituciones burguesas. El día en que el proletariado lograra conquistar a éstas, la burguesía acudiría a los medios violentos para no dejarse desalojar por vía legal. Cuando el proletariado alcance un alto grado de emancipación política, el gobierno burgués opondrá medios de violencia… La Dictadura del Proletariado es esencial para la emancipación de la clase obrera, pero no puede ser una forma definitiva de gobierno; existirá tan sólo durante el período necesario para efectuar la conquista de los poderes públicos”. “En este Congreso –como dice la crónica oficial en La Vanguardia– se resolvió por ‘inmensa mayoría’ la separación de la II Internacional, rechazándose luego por 5.013 votos contra 3.650 la adhesión a la III Internacional. También se rechazó un proyecto del Comité Ejecutivo, de reconstrucción de la II Internacional” (Enrique Del Valle Iberlucea. La revolución rusa, Ed. Claridad, 1934).