Como dijimos en la columna anterior, los “terceristas” fueron una corriente interna del Partido Socialista de la Argentina que en 1921 se incorporaron, en su mayoría, al Partido Comunista. Su nombre se debe a que impulsaban que el PS se incorporara a la Tercera Internacional, o Internacional Comunista. Era una corriente heterogénea, con un gran componente reformista y centrista. Poco tiempo después, en 1922, gran parte de los centristas que se habían incorporado al PC, que se autodenominaron los “frentistas”, propusieron una reunificación con el PS, que fue rechazada. Gran parte volvió a este partido. Algunos de los dirigentes terceristas (Rodolfo Troncoso, Eugenio Nájera, José R. Perrotto y Juan P. Barros), formaron parte de la revista Claridad, que llegó a tirar 20 mil ejemplares en un número dedicado a la Revolución Rusa. La revista y la Editorial Claridad tuvieron gran trascendencia en nuestra cultura.
Dentro de este contingente tercerista ingresaron al PC desde alguno de los “grandes viejos” fundadores de la corriente marxista en 1890, como Carlos Mauli, hasta personajes como Silvano Santander, años más tarde uno de los más famosos renegados del comunismo y furibundo antiperonista. También entraron al PC Rafael Greco, Orestes Ghioldi, José García y Simón Scheinberg.
Otto Vargas recuerda en su El marxismo y la revolución argentina, tomo 2, que los “frentistas” “enviaron una delegación extraoficial a Moscú para informar al Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista”, y que criticaron por sectaria a la dirección del PC de la Argentina. “Subrayan la importancia que tuvo esta división en el PS dado que, luego de ella, el PC pasó de 46 centros que tenía en 1920 a 81 en abril de 1921, el tiraje de La Internacional se elevó de 3 mil ejemplares a 8 mil y el número de afiliados, aproximadamente, de 1.400 a 4 mil”. No queremos olvidar en esta reseña al senador socialista Enrique del Valle Iberlucea, quien por defender la incorporación del PS a la Tercera Internacional, y por manifestarse públicamente a favor de la Revolución Rusa y la dictadura del proletariado, fue objeto de un juicio por sedición, y fue expulsado de su banca. Del Valle Iberlucea, quien atravesaba por una grave enfermedad que lo llevó a la muerte pocos meses después del desafuero, hizo una encendida defensa de su banca y fue desagraviado en un multitudinario acto el 23 de agosto de 1921, en un Teatro Coliseo en el centro de Buenos Aires, que se vio desbordado con gente en la calle.
