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17 de junio de 2020

Testimonios de docentes y alumnos de Berazategui

Los trabajadores de la educación y la escuela pública en la pandemia

Seguir educando a nuestros niños y jóvenes, en el contexto de la emergencia sanitaria y alimentaria que envuelve a las barriadas humildes del conurbano. Compromiso y malestar.

Franco, alumno de escuela secundaria: “Disculpe profe por no cumplir las tareas, mi papá no está trabajando y está muy preocupado yo estoy haciendo lo posible para que a cada maestra/o le llegue mi tarea”. Stella, profesora de Historia y Ciencias Sociales: “Ni hablar de aquellos a quienes no hemos llegado, que no se conectan (por ejemplo en El Pato, zona de quinteros), no sé cuántos, pero son muchos. Hambre, hacinamiento, falta de trabajo en los hogares. Incertidumbre”.

A más de 80 días de iniciada la cuarentena, los sufrimientos de los sectores populares son enormes. Si bien el gobierno nacional fue tomando medidas positivas de ayuda, quedó claro que las mismas son insuficientes frente a las condiciones de vida y el hacinamiento estructural, agravado por los cuatro años del macrismo. Siempre se ha dicho que las escuelas son la caja de resonancia de estas situaciones, pero la suspensión de clases debía inexorablemente cortar el contacto cotidiano, ese remanso de contención y acompañamiento frente a los problemas, las carencias, el drama social y familiar al cual, con las debilidades, pero también las fortalezas de la escuela pública, siempre se trata de dar respuesta. Directivos, docentes y auxiliares (alrededor de 2.000 compañeras y compañeros en Berazategui) tomaron en sus manos la tarea de distribuir los bolsones que el Servicio Alimentario Escolar entrega cada 15 días (1.728.000 en toda la provincia sobre una matrícula total de 2.381.365 alumnos del nivel estatal; en Berazategui 45.661 sobre 65.000), período que a veces se alarga con los perjuicios consiguientes. Se establecieron redes sociales de comunicación con las familias, que además de informar las fechas de entrega reconstruyen vínculos de relación adentro de cada comunidad educativa.

Desde las organizaciones gremiales como Suteba y ATE se solicitó y se obtuvo del Consejo Escolar la ampliación de la entrega de bolsones a las escuelas de zonas más necesitadas, se organizaron propuestas de donación de alimentos y artículos de higiene, fundamentales estos últimos para evitar el contagio, en coordinación con los movimientos sociales (CCC, Movimiento Evita y otros) y colaborando con los comedores y merenderos, a los cuales muchos vecinos acuden como única alternativa para acceder a un plato de comida. En algunas escuelas de Quilmes y Berazategui se impulsó y se logró su apertura para cocinar el almuerzo y entregar viandas, con voluntarios docentes y auxiliares y miembros de cooperadoras y de organizaciones sociales.

Esta superación cualitativa del sistema de bolsones está siendo requerida ante todas las instancias de gobierno y debería habilitarse, en momentos en que se acrecienta el proceso de contagios en la región del AMBA, pero hasta el momento se tropieza con una fuerte resistencia política, que aduce razones de seguridad y peligro de contagios. En el marco gremial y de los movimientos sociales muchos docentes impulsamos y somos parte de comités barriales y municipales de emergencia.

 

La brecha “socio digital” y la inequidad en tiempos de pandemia

Las clases iniciaron el 2/3 y se mantuvieron hasta el 13. De allí en adelante se ha venido desarrollando una experiencia de “continuidad pedagógica”. Entendemos que, junto a un extraordinario esfuerzo de docentes, alumnos y familias, se evidenció otro aspecto de la vulnerabilidad de los sectores sociales más postergados, vinculado a las condiciones de trabajo educativo en el ámbito familiar y a la conectividad necesaria para las aulas virtuales.

Edgardo, profesor de Taller y ciclo superior de Escuela Técnica: “No llega a la totalidad de alumnos/as. Deja de manifiesto la brecha tecnológica entre los que no pueden acceder a PC, tablet o celular”.

Miriam, profesora secundaria de Biología: “Es tremenda la dificultad de enseñar sin la presencia de docente y alumnos. La garantía es cada seño y cada profe. Hay que decirlo con la crudeza de la bronca. Está el hambre. Sin internet, con hambre y con la angustia de no poder cumplir. La escuela iguala, pero la escuela presencial. Ésta, la virtual, agudiza y profundiza las diferencias”.

Desde el 13 de marzo se fue profundizando un proceso en el cual los docentes, profundamente comprometidos con la tarea educativa, fueron siendo desbordados por las condiciones en que debía desenvolverse.

Nancy, maestra de escuela primaria: “Todo esto hace también que los docentes estemos en continuo desarrollo de nuestras responsabilidades, atención a cualquier hora, día y consultas de todo tipo, repartiéndonos entre la docente en horario de trabajo, la mamá que está en casa, y las tareas del hogar”.

 

La escuela como ámbito irreemplazable de encuentro educativo y social

Sin desvalorizar la incorporación de elementos tecnológicos a la enseñanza, la imagen de la maestra o el profe, de pie junto al pizarrón, frente a sus alumnas y alumnos, constituye la mejor metáfora del fuertísimo vínculo humano que es la esencia del proceso educativo. Aún más para aquellos niños, niñas y jóvenes que una sociedad profundamente desigual condena a la marginación, el abandono y el aislamiento, los despoja de los derechos humanos esenciales y los empuja a los peligros de la droga, la violencia, la trata y otras lacras.

Omar, vicedirector y profesor de ciclo superior Escuela Técnica: “El principal trabajo nos espera cuando volvamos a las clases presenciales, ahora lo que importa es mantener el vínculo con los chicos, alentarlos cuando avanzan y cuando entregan el trabajo propuesto”.

 

Hoy N° 1819 17/06/2020