En un marco donde la disputa de los imperialismos se agudiza por el reparto del mundo producto de una recesión inédita, los pueblos originarios vemos que esa disputa en Argentina es feroz, y son amenazados aún más nuestros territorios, nuestros recursos naturales, nuestra autonomía económica y muy particularmente nuestras vidas.
Asimismo, es especialmente preocupante la proliferación de discursos fascistas y racistas que se van imponiendo en gobiernos de países de nuestro continente y que se cuelan en actuales movilizaciones en nuestro país.
En el seno del pueblo se debate cuál es el camino ante esta crisis para atender las necesidades más urgentes y no que se sigan cargando sobre nuestras espaldas. Los pueblos originarios no somos ajenos a esta discusión. No somos neutrales ante el avance de sectores de las clases dominantes que en medio de la pandemia pretenden que la crisis la paguemos los de siempre: los trabajadores y trabajadoras, los sectores populares y nuestras comunidades.
La crisis económica que profundizó el gobierno anterior, sumado a su modelo extractivista, dependiente, represivo y de hambre, ha contribuido notablemente en empeorar las condiciones de vida de nuestras comunidades. Esos sectores reaccionarios que gobernaron, además, estigmatizaron a nuestros pueblos y naciones originarias promoviendo que nos sigan oprimiendo, discriminando y postergando.
Ante esta pandemia se profundizan los problemas del conjunto del pueblo. Los pueblos originarios, como uno de los sectores más oprimidos, sufrimos de manera extraordinaria esta crisis sanitaria, económica y social porque somos población muy vulnerable. Las dificultades estructurales que nos afectan han sido un factor de mayor riesgo para los y las integrantes de nuestras comunidades rurales y urbanas. La falta de agua, la desnutrición, el empobrecimiento, la ausencia de atención integral a nuestra salud, la falta de viviendas dignas y el hacinamiento en los barrios periféricos en las zonas urbanas y la precariedad de nuestras condiciones de vida han sido factores que han incidido especialmente en que proliferen los contagios entre nuestros pueblos.
Frente a esta situación algunos sectores dominantes y usurpadores, con el apoyo de sectores reaccionarios de la justicia y la policía, aprovechan para ocupar y desalojarnos de nuestros territorios, en abierta violación de los derechos constitucionales y de la Ley 26.160 y sus modificatorias, como está pasando en Jujuy, Tucumán, Salta, etc.
Las mujeres no somos ajenas a esta opresión
Como nación originaria, las mujeres sufrimos la opresión del Estado de la nación argentina, cuyos dueños son distintos imperialismos, la burguesía intermediaria y grandes terratenientes a ellos asociados.
En segundo lugar, las mujeres originarias obreras, campesinas, artesanas, trabajadoras domésticas, estudiantes, sufrimos la explotación y la opresión en el ámbito privado o estatal por parte de esas mismas clases. Y, en tercer lugar, en un país oprimido por los imperialismos y con un sistema social capitalista dominante vivimos la opresión de género por parte del patriarcado.
En muchas comunidades, el mantenimiento de las principales tareas económicas de la comunidad está en manos de las mujeres, esto nos da fuerza en la lucha frente a la opresión del hombre. Sin embargo, en las ciudades y en las villas donde vivimos la opresión del hombre es más visible porque nos pone a las mujeres en la crianza de los hijos y las tareas domésticas.
Sufrimos como muchas mujeres del pueblo argentino violencia de género y sobre todo violaciones, muertes y acosos sexuales por parte, no solo de hombres originarios, sino principalmente de hombres criollos de las clases dominantes de un determinado lugar.
Por eso hoy nuestros reclamos principales son: cumplimiento del relevamiento territorial, ley 26160. El tratamiento de la ley de propiedad comunitaria. Que se acelere el otorgamiento de las personerías jurídicas a las comunidades que las han tramitado. Hacemos nuestro el proyecto de ley de tierra, techo y trabajo para mejorar las condiciones de vida de nuestras comunidades.
Escribe Margarita Peñailillo
Hoy N°1838 28/10/2020