Cuando en 1806 Gran Bretaña invadió Buenos Aires, Manuela decidió acompañar a su marido soldado en el fragor de la batalla, sin acobardarse por metrallas y cañones. Cuando él cayó, atravesado por una bala, Manuela tomó su fusil y mató al inglés que le había disparado. Terminada la lucha, Liniers la recompensó con el grado de alférez y goce de sueldo. En su parte, dirigido a la Corona española, decía: “No debe omitirse el nombre de la mujer de un cabo de la Asamblea, llamada Manuela la Tucumanesa (era nacida en Tucumán), que combatiendo al lado de su marido con sublime entereza mató un inglés del que me presentó el fusil”.
03 de septiembre de 2014