La revolución china, considerada en su conjunto, tiene una doble tarea. Dicho de otra manera, comprende una revolución democrático-burguesa (la revolución de nueva democracia) y una revolución socialista proletaria, la revolución de la presente etapa y la de la etapa futura. En el cumplimiento de esta doble tarea revolucionaria, la dirección incumbe al Partido Comunista de China, partido del proletariado chino; sin su dirección ninguna revolución puede triunfar.
Dar cima a la revolución democrático-burguesa (la revolución de nueva democracia) y, cuando estén dadas todas las condiciones necesarias, transformarla en una revolución socialista, he aquí en su totalidad la grande y gloriosa tarea revolucionaria del Partido Comunista de China. Todos los miembros del Partido deben luchar por su cumplimiento y en ningún caso dejarla a medio camino. Algunos militantes políticamente inmaduros piensan que nuestra tarea se limita a la actual revolución democrática y no incluye la futura revolución socialista, o creen que la presente revolución o la revolución agraria son ya la revolución socialista. Hay que subrayar que estos puntos de vista son erróneos. Todo comunista tiene que saber que, tomado en su conjunto, el movimiento revolucionario chino dirigido por el Partido Comunista de China abarca dos etapas: la revolución democrática y la socialista. Se trata de dos procesos revolucionarios cualitativamente distintos, y sólo después de consumado el primero se puede pasar al cumplimiento del segundo. La revolución democrática es la preparación necesaria para la revolución socialista, y la revolución socialista es la dirección inevitable para el desarrollo de la revolución democrática. El objetivo final por el cual luchan todos los comunistas es la instauración definitiva de la sociedad socialista y de la comunista. Sólo comprendiendo tanto las diferencias como las interconexiones entre la revolución democrática y la revolución socialista, podremos dirigir correctamente la revolución china.
Fuera del Partido Comunista de China, ningún otro partido (burgués o pequeñoburgués) está a la altura de la tarea de dirigir hasta su consumación las dos grandes revoluciones de China, la democrática y la socialista. Desde el mismo día en que nació, el Partido Comunista de China ha tomado sobre sí esta doble tarea, y durante dieciocho años cabales ha venido luchando arduamente por su cumplimiento.
Esta es una tarea gloriosísima, pero al mismo tiempo muy dura. Será imposible cumplirla sin un Partido Comunista de China bolchevizado que abarque todo el país, tenga un amplio carácter de masas y esté plenamente consolidado en los terrenos ideológico, político y organizativo. Por lo tanto, es deber de cada comunista tomar parte activa en la construcción de un Partido así.