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02 de octubre de 2010

La policía desalojó el SOIP. Una delegación se entrevista con Tomada. Urge rodear de solidaridad a los compañeros.

Mar de fondo

Mar del Plata: Los trabajadores del pescado enfrentan el revanchismo

El 22 de noviembre a las 3 de la mañana, en un operativo combinado entre la justicia, la policía y los dirigentes traidores del SOIP que ante los ojos cómplices de esa justicia y esa policía se presentaron con sus patovicas armados, se desalojó el SOIP. Las cámaras empresarias y la prensa “seria”, venían clamando “que se imponga la justicia”.
Aprovechando que el grueso de los compañeros se encontraba haciendo el aguante frente al Ministerio de Trabajo de la Nación, ocupado hacía ya 6 días; se produjo el desalojo, sufriendo los trabajadores un gran golpe.
Desde el 9 de septiembre funcionaba allí la Asamblea Autoconvocada de Trabajadores del Pescado, recuperando el Sindicato y poniéndolo al servicio de la gigantesca lucha por la vigencia del Convenio 161/75 para terminar con el “maldito trabajo en negro”.
En estos dos meses y medio de funcionamiento democrático en el SOIP, se pudo derrotar las maniobras de los que querían (y aún quieren) armar un sindicato paralelo, y apareció ante miles la importancia de recuperar el gremio para los verdaderos intereses de los obreros. Esto sigue siendo un gran objetivo a conquistar.
El viernes 23 recuperamos parte del terreno perdido: a las 23, en el Ministerio de Trabajo ocupado por los obreros, se recibió un fax enviado por el ministro Tomada, comprometiéndose a realizar una reunión en Buenos Aires el 27/11 con los representantes de la Asamblea Autoconvocada, en la que también participarían Aníbal Fernández, Nieto y otros. Y con la expresa aclaración que no se producirían represalias.
Tras siete días de ocupación, con el aguante de centenares, con paros peleados en las plantas y con la solidaridad de muchos sectores, nos retiramos del Ministerio, con un paso más. La asamblea realizada posteriormente fue bastante agitada, con mucha discusión sobre los delegados a la reunión, ya que el Ministerio de Trabajo impuso que sólo los ocupantes participen en la misma. Se resolvió también acompañar la delegación con uno o dos micros y pedir la solidaridad del movimiento obrero y popular en la Capital Federal.

Debates para avanzar
En los dos últimos días de la ocupación del Ministerio, se tensó la lucha entre las distintas ideas sobre los pasos a seguir. La dificultad para incorporar a la lucha a centenares de obreros que trabajaban “para juntar un peso para las fiestas”, llevó a adoptar medidas que en lugar de fortalecer aislaban la lucha, como el “paro por tiempo indeterminado” y la “huelga de hambre” de los ocupantes.
La quema de varios camiones transportadores de pescado, que si bien participan de la cadena productiva no son los principales enemigos a golpear, facilitó el revanchismo de dueños de las “cooperativas” que una vez más, se amparan detrás de la “libertad de trabajo” (sin decir una palabra sobre las condiciones en que se trabaja). De las palabras pasaron a los hechos; amenazaron con armas a varios compañeros y llaman a reprimir a tiros la lucha de los obreros del pescado. Y dos “valientes” armados acaban de agredir salvajemente a una obrera que participaba en la lucha.
En condiciones difíciles, se está preparando la asamblea del próximo miércoles 28 en la que se va a considerar lo discutido en Buenos Aires. Es necesario discutir, planta por planta, la participación en la misma; para que sean los trabajadores los que protagonicen la lucha, discutan los pasos a seguir y se fortalezca el Cuerpo de Delegados y la unidad con los obreros efectivos, muchos de los cuales quieren ajustar cuentas con los Salas-Verón.
Asimismo, hay que rodear la lucha con una amplia multisectorial que ayude a torcerle el brazo a este gobierno mentiroso, que dice combatir el trabajo en negro y lo ha convertido en uno de los pilares de su política económica y social. Multisectorial que sea parte también de la defensa de nuestro recurso pesquero, gravemente amenazado por la depredación de los congeladores pertenecientes a todos los imperialismos que pescan en nuestros mares.