Saqueo imperialista y pérdida de soberanía
El modelo pesquero en nuestro país se mantuvo sobre los mismos rieles que terminó de confeccionar el menemismo durante los años´90: Absoluta dependencia del mercado externo, flexibilización laboral, depredación del recurso pesquero, concentración de la producción y de la comercialización en pocas empresas, evasión fiscal y poca inversión a largo plazo.
Saqueo imperialista y pérdida de soberanía
El modelo pesquero en nuestro país se mantuvo sobre los mismos rieles que terminó de confeccionar el menemismo durante los años´90: Absoluta dependencia del mercado externo, flexibilización laboral, depredación del recurso pesquero, concentración de la producción y de la comercialización en pocas empresas, evasión fiscal y poca inversión a largo plazo.
Este modelo pesquero condena a esta actividad a crisis recurrentes y a sus trabajadores a condiciones de trabajo marcadas por la inestabilidad, la falta de derechos y la superexplotación.
Los grandes frigoríficos exportadores y el gobierno acuerdan en la esencia de este modelo: la exportación de casi la totalidad de los productos. Para el gobierno significa conseguir dólares tan necesarios tanto para la importación de hidrocarburos como para hacer frente a los vencimientos de deuda externa (en su mayoría ilegítima). Para los grandes empresarios pesqueros implica materializar inmensas ganancias en mercados ya desarrollados para sus productos. También les permite ser parte de las fabulosas ganancias de su comercialización en mercados de mejor poder adquisitivo. Los grandes empresarios de la pesca han sido, en gran medida, una verdadera burguesía intermediaria de los intereses de los capitales europeos y en particular de los españoles. Estos últimos, proveedores de la mayoría de los barcos congeladores (verdaderas máquinas de destrucción de empleo y recursos) fabricados en sus astilleros hace varias décadas. Flota responsable de la casi extinción de varios caladeros en el mundo.
Lo cierto es que los compradores de los productos pesqueros (como sucedía con la carne a principio del siglo 20 con Inglaterra) se fueron convirtiendo en sus verdaderos y únicos dueños. Esto lo lograron con inversiones directas (instalación de empresas); a través de fusión con empresas argentinas (joint venture); con ingreso de buques extranjeros a través de convenios con el Estado; con permisos de pesca otorgados por el gobierno de Malvinas, títere de los intereses británicos; o con la instalación de barcos en la milla 201.
En tal sentido, se comprende la casi inexistente política de fomento al mercado interno en este rubro, escudada, como siempre, en una supuesta restricción cultural al consumo de pescado. Esta orientación gubernamental está motivada también por los grandes negocios que mantiene el kirchnerismo con la industria avícola, competidora directa del pescado en el mercado nacional.
Aumento de la concentración y extranjerización. La política pesquera del kichnerismo.
Una de las consecuencias más nefastas de la política pesquera del kirchnerismo es el proceso de concentración que sufre la actividad pesquera en nuestro país. La aprobación de las (CIT) Cuotas Individuales Transferibles de Pesca significó darles un marco legal al reparto y privatización de nuestros recursos ictícolas a los grandes empresarios. El único límite que establece la Ley es que las empresas no podrán concentrar más del 10% de la captura, lo que implica, en el mejor de los casos, que solo diez empresas podrán concentrar el total de la captura por especie. Esto gracias al carácter transferible de dichas cuotas de pesca lo que facilita precisamente esa concentración con la progresiva resignación de sus cuotas por parte de los empresarios pequeños y medianos en beneficio de los monopolios. Según fuentes de la Dirección de Economía pesquera, en el año 2012 las primeras 15 empresas exportadoras, de un total de 242 que operan en el mercado externo, acumularon el 49% del total exportado. En el caso de especies como la merluza hubbsi, principal producto exportado desde Mar del Plata, el porcentaje de concentración de la exportación es mucho mayor: de un total de 109 empresas las primeras 10 firmas concentraron el 54,1% del total exportado.
En la actividad pesquera, como en otras ramas de la industria y la economía de nuestro país, la extranjerización es un fenómeno en crecimiento. Con sólo decir, que de las primeras 5 firmas exportadoras sólo una es de capitales “argentinos” y el resto son todas de capitales españoles, estamos graficando claramente este problema. Las supuestas expropiaciones de empresas españolas realizadas en el sur, como fue el caso de la empresa Vieira SA en Puerto Deseado, fueron medidas decorativas que, en muchos casos, solo apuntaron a salvar a las mismas empresas de sus deudas.
Con respecto a las extranjerización y saqueo de nuestros recursos pesqueros debemos destacar la decisión del Kirchnerismo de permitir el ingreso de 10 buques poteros chinos al caladero argentino en el año 2013, lo que significa en pocas palabras, la vuelta al charteo de buques extranjeros, aplicada durante la década del 90 por Menen-Cavallo-Solá, cuya vigencia se mantuvo sin solución de continuidad desde 1993 hasta el 2001, como demuestran claramente las estadísticas. Existen versiones sobre el posible ingreso de numerosos buques factorias a nuestro caladero.
Efectos de la crisis internacional
La crisis internacional está golpeando con fuerza al sector y deja en evidencia lo frágil de este modelo exportador, totalmente dependiente de los vaivenes internacionales. A la crisis de los principales mercados de nuestros productos (España – Brasil), hay que agregarle el crecimiento exponencial de especies asiáticas de carne blanca como el Pangasius que, producto de los bajos costos de producción (bajo costo de la mano de obra y no utilización de gas oil) ofrecidos por la acuicultura, van desplazando a la merluza del mercado exterior. Sumado a este cuadro externo, el aumento del gasoil a causa de la crisis energética y de otros insumos producto de la inflación, nos brindan un contexto de estancamiento y recesión. Desde el 2008 los precios internacionales de la merluza siguen estancados o en descenso, solo tuvieron una leve recuperación en los años 2010, 2011, pero luego siguieron bajando. La carga del valor del gas-oil en la estructura de costos es cada vez mayor, llegando al 60-65% de cada viaje. Esto sucede en primer lugar por la política del Gobierno en relación al permanente aumento de los combustibles y, en segundo lugar, por la cada vez mayor distancia que deben recorrer los buques pesqueros para completar sus bodegas. Esto obligado por la creciente depredación del recurso permitida desde la dictadura videlista hasta acá, particularmente a partir de la irrupción masiva de Factorías y Congeladores.
¿Esto quiere decir que los grandes empresarios dejaron de ganar? Aun perjudicados por esta situación de ninguna manera dejaron de ganar. Los grandes empresarios descargan la crisis sobre los trabajadores con despidos, suspensiones, quita de plus por productividad, salarios de hambre, superexplotación, precariedad laboral, etc. Siguen haciendo fortunas sobre la base de profundizar, también, la evasión fiscal, la especulación y el fraude laboral (cooperativas truchas). Al mismo tiempo, reciben ayuda económica del Estado (Repros, reintegros, créditos).
Se han perdido miles de empleos, sólo en el año 2012 las cifras rondan entre 2.000 y 2.500 despidos en las plantas procesadoras de pescado. Las changas se hicieron escasas y el trabajo en negro recrudeció enormemente. El estancamiento y la recesión afectan al conjunto del complejo portuario/fabril. La estiba y la industria naval reciben el impacto directamente. También se ven afectados otros gremios de servicios y transportes que actúan en torno a la industria. Ni hablar de los marineros-pescadores que ven reducidos al máximo la cantidad de viajes que realizan en el año. El gobierno y los empresarios lograron establecer incrementos salariales por debajo de la inflación lo que significó una reducción muy fuerte del poder adquisitivo de los trabajadores del sector.
Al agudizarse la crisis los empresarios pesqueros pidieron ayuda estatal (baja de retenciones, gas oíl mayorista, créditos, etc.) y devaluación brusca del peso. El gobierno les brindó una ayuda limitada (Repros, subsidios, reintegros) y les propuso una devaluación graduada. En ningún momento deslizó un cambio de modelo. A los que el gobierno sí les pidió paciencia es a los trabajadores, que deben sostener la rentabilidad de las empresas aceptando pautas salariales a la baja, despidos, suspensiones, precarización laboral extrema y falta de trabajo.
La devaluación realizada por el gobierno, en lo que va del 2013 y 2014, fue del 64%. Sin embargo, dándonos razón a los sectores que nos oponíamos a esta medida como salida a la crisis, la situación de la actividad continuó estancada, en lo que va del año los volúmenes y montos en dólares por exportación registraron leves mejoras o mejor dicho estancamiento. Para los trabajadores significó una fuerte reducción del salario con el incremento de la inflación y los techos salariales
De la crisis no se sale con las mismas recetas que nos llevaron a la situación en la que estamos. La devaluación beneficia solo a los exportadores y golpea a los trabajadores y a los empresarios que operan en el mercado interno; la vuelta al charteo de buques trae consecuencias nefastas para la sustentabilidad de los recursos y resta fuerzas a nuestra industria; los subsidios a los grandes empresarios no se trasladan al desarrollo productivo y la mejoría de las condiciones de trabajo, sino, más bien, para la construcción de cámaras para el almacenamiento especulativo del pescado o directamente totalmente para otros fines alejados totalmente del tema pesquero. La crisis la tienen que pagar los que se enriquecieron todos estos años con el sacrificio de los trabajadores (en nuestra ciudad principalmente Mozzcusa, Solimeno, Valstro). Para esto debemos pelear por un nuevo modelo pesquero que coloque a los intereses nacionales y populares en primer lugar.
Recuperar la actividad pesquera para los argentinos significa tener un instrumento fundamental para la generación de empleo, para garantizar la soberanía alimentaria del pueblo y para proteger y defender los espacios y recursos marítimos asediados por las potencias imperialistas.
Los trabajadores luchamos contra esta política
Para lograr este objetivo nos paramos en las luchas históricas que mostraron un camino para dar vuelta la realidad. La lucha y el paro activo del 13 de octubre de 1986 contra los convenios Acuerdos-Marco con la URSS y Bulgaria firmados por Alfonsín; las grandes luchas marineras y de los obreros del pescado de 1999 y 2000 contra los Acuerdos firmados por Menem con la Unión Europea y la lucha contra el trabajo en negro del año 2007. Luchas que conmovieron a la ciudad y al país cosechando una gran solidaridad y admiración en el conjunto del pueblo. En este camino, nos dan mucha fortaleza y esperanza las grandes luchas que han protagonizado en el último tiempo los trabajadores del puerto de nuestra ciudad. El paro largo de los trabajadores del SOIP en el año 2010, los paros de estibadores, navales y marineros del año 2012 y las luchas diarias de los trabajadores contra los abusos de la patronal en cada lugar de trabajo. También sacamos enseñanzas de experiencias de avanzada en lo que refiere a unir a amplios sectores a la realidad del puerto y sus trabajadores, en este sentido, destacamos la Multisectorial lograda a mediados del 2012 que reunió a más de 60 organizaciones sociales, gremiales, políticas y estudiantiles.
Siete medidas para que la crisis no la paguemos los trabajadores y el pueblo
Convocamos a un gran frente de fuerzas políticas, sindicales, sociales y estudiantiles que se unan alrededor de un programa y un accionar común de lucha para que la crisis pesquera no la paguemos los trabajadores y el pueblo, desde el PCR/PTP proponemos:
1) Declarar la emergencia socio-ocupacional en el puerto de la ciudad de Mar del Plata en todas las cadenas que componen la industria: Prohibición de despidos; Ampliación del listado, reconocido por la subsecretaría de Pesca y el Ministerio de Trabajo, de 9200 trabajadores afectados a la industria pesquera; Subsidio para todo el listado mientras se mantenga la falta de trabajo y la parálisis de la industria; Blanqueo inmediato de todos los trabajadores; Suspensión de cortes de luz y gas y demás servicios hasta que se normalice la situación laboral; puesta en la funcionamiento por parte de los trabajadores de aquellas empresas que generen despidos masivos, presenten quiebra o realicen fraude laboral, exigiendo el apoyo municipal necesario y su expropiación por parte del gobierno provincial en beneficio de sus trabajadores.
2) Garantizar el cumplimiento de los derechos de los trabajadores del sector, verdaderos sostenedores de la producción: Salarios no menores a la canasta familiar, estabilidad laboral, trabajo registrado, verdadera cobertura social, jubilación anticipada e insalubridad. Establecer un piso salarial único para los trabajadores del Complejo Portuario-fabril de la ciudad de Mar del Plata, como sucede en el puerto de la ciudad de San Lorenzo, en la provincia de Santa Fe.
3) Definir al recurso ictícola como un bien común y estratégico de todos los argentinos y no como el patrimonio personal de un puñado de grandes empresarios exportadores: no a las Cuotas Individuales Transferibles de Pesca; cumplimiento estricto de las CMP (Capturas Máximas Permitidas) con el fin de preservar el recurso ictícola y evitar su depredación; planes reales de promoción, protección y desarrollo del mercado interno.
4) Promover un modelo pesquero que garantice la ocupación efectiva del Mar Argentino a fin de fortalecer nuestra soberanía sobre espacios estratégicos. Que la prefectura tenga los medios necesarios para defender la frontera marítima y no sea utilizada para la represión interna.
5) Impulsar un modelo pesquero que basado en el desarrollo de la pesca para abastecer nuestro mercado interno, deje de ver al recurso como un mero commoditie de exportación con poco o nulo valor agregado: leyes de fomento a la agregación de valor; fomento de las pequeñas empresas; plan de inversión real en infraestructura e investigación para el desarrollo de la producción de alimentos. Apoyo a la pesca fresquera, con limitación de bodega, y anulación de todas las autorizaciones para operar en nuestras aguas a las flotas de Factorías y Congeladores, garantizando los puestos de trabajo y todos sus derechos a los trabajadores de las mismas. Fomento de la acuicultura. Defensa y desarrollo del Inidep. Jerarquización y defensa de los Inspectores de Pesca, combatiendo todo tipo de corrupción. Defensa del recurso por los trabajadores.
6) Desarrollar un modelo pesquero que sirva de plataforma para el desarrollo de una industria naval nacional: Ley de promoción de la industria naval que establezca la prohibición de charteo de buques y compra en el exterior; plan de renovación de la flota pesquera. Defensa del Astillero Rio Santiago poniéndolo al servicio de los intereses nacionales y populares.
7) Promover un amplio debate de la legislación vigente y en particular de la Ley Nacional de Pesca. En este sentido convocar a todos los sectores interesados e implicados en la problemática pesquera: trabajadores; pequeños y medianos empresarios; científicos; estudiantes y docentes de carreras pesqueras; dirigentes políticos y sociales de nuestro litoral marítimo; para garantizar una Ley que defienda los intereses populares, nacionales y democráticos de nuestra pesca.
Paro nacional de 36 horas para que la crisis no la paguen los trabajadores y el pueblo.