Este supuesto filósofo, cuyo cerebro tiene un tamaño menor al de una cabeza de alfiler, ha escrito, en La Nación, dos artículos mentirosos en defensa de la “nueva” China, con un ataque infame contra Mao Tsetung, quién, según él, gobernó sobre una montaña de cadáveres. No entró en su cabeza preguntarse por qué ninguno de los enemigos de Mao Tsetung en la Revolución Cultural, como Deng Siaoping o Liu Shaochi, entre otros, siguieron “vivitos y coleando”. Mao era enemigo de resolver los problemas políticos cortando cabezas, ya que, decía, éstas, una vez cortadas, no crecen como brotes de bambú y si se comete un error al castigarlos ya no hay cómo remediarlo. Los artículos de Aguinis demuestran que él es una resaca maloliente del anticomunismo y que no hay mejor propaganda anticomunistas que la que hacen los revisionistas que, como los actuales dirigentes de China, siguen llamándose “comunistas”.
02 de octubre de 2010