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17 de septiembre de 2014

María Remedios del Valle

Fue una de “las niñas de Ayohúma”, junto con su madre, tía María, y su hermana, todas negras y esclavas, luchó heroicamente, fusil en mano, en Ayohúma, fue herida y cayó prisionera. Cuando un tiempo antes el ejército de Manuel Belgrano esperaba al enemigo en Tucumán, ya había pedido estar en primera línea, para atender a los heridos y para pelear si fuese necesario, lo que le fue negado. Ello no fue obstáculo para que cumpliera su propósito. Desde entonces los soldados la llamaron “la Madre de la Patria” y Belgrano, perdonando su heroica desobediencia la nombró capitana. Con el correr de los años, hundida en la miseria mendigaba en las puertas de las iglesias porteñas. La reconoció una tarde el general J. J. Viamonte, exclamó “¡Es la Madre de la Patria!” y pidió que se la premiara por sus servicios. Pero, desde entonces, las huellas de María Remedios del Valle se vuelven a perder.