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02 de octubre de 2010

Continuamos publicando textos recibidos con motivo de la trágica muerte de los camaradas el 31 de julio pasado.

María y Rafael ¡Presentes!

Textos de mensajes y condolencias

Para María Conti
Nos enteramos de tu muerte y la del Flaco, impensadas, y apenas confirmábamos lo que nos negábamos a creer, el mundo pareció detenerse.
Nada pasó alrededor, más que los partes médicos y traslados de Cristina y Teresa, los abrazos y el llanto… tanto llanto.
“Me voy de abuela”, fue el último mensaje feliz que recibí, y ya planificabas reenviar una nota del hoy a todas las organizaciones de mujeres. Después te escribí un correo largo, que seguro no leíste, donde te contaba un caso de violencia en Libertador, y donde podíamos dar pasos como aquellos que tantas veces nos contaste habían dado en La Matanza.
El mismo día de tu muerte, llegué a mi casa para ya partir a Buenos Aires, y vi en la mesa la carta que por mail nos enviaste a “los abogados”, contándonos la entrevista que tuvieron con Zaffaroni vos junto a Mirta Tejerina y otras mujeres y organizaciones hacía pocos días. Yo insólitamente, como nunca hacía, imprimí ese correo días antes para mostrárselo a las chicas. Y allí quedó, en la mesa, para verlo a cada rato.
Ya esperábamos tu visita otra vez por Jujuy, con tu bolso de siempre llegando a la terminal y tus “acompañantes contrafóbicos” (papeles y más papeles), para hablar y que nos ayudes a tantas cosas. Había que charlar de N, pensar juntas como siempre, porque verla hoy acompañando a las chicas de La Casa de la Mujer –que ahora lleva tan merecidamente tu nombre- es ver a una adolescente a quien la solidaridad del pueblo le salvó la vida y la dignidad. Fue Elsita quien la visitó en el hospital todos los días, desde que simplemente se enteró que una joven había sido violada, por esa sensibilidad y solidaridad que vos admirabas y señalabas. Y después la conociste casi de casualidad cuando visitaste San Pedro, ni bien se alquiló la Casa, y ella había dejado el hospital. ¡Y qué bueno que la conociste! Después juntaste vos varios aportes para el aborto legal, pensamos juntas venciendo las distancias si lo judicializábamos o no, acertamos, y hoy ver a N es ver a una adolescente rescatada del silencio, de la soledad, de la locura y la muerte. Y con su salud mental, después de tanto ultraje, increíblemente digna de ser mostrada como ejemplo. Hoy sonríe, se alegra, y cada disfrute de ella nos reconforta el alma. Fuiste vos quien sumó a la marcha por Romina el reclamo por N.
N pidió tu foto cuando se enteró de tu muerte. Romina te escribió una carta. Y a pesar de su cárcel, estuvo en cada tramo de tu despedida. Y esos barrotes que tantas veces cruzaste al visitarla para darle fuerzas, no fueron barrera.
Vos y el Flaco sembraron mucho. Nos dejaron sembrados de tanto, que es imposible no estar con ustedes de rato en rato.
Volver a Buenos Aires será distinto. Veré los bares y las calles sin vos María. Las fiestas de fin de año y los encuentros con amigos de mi mamá tan habituales y que siempre los tenía a ustedes dos, serán distintos.
Y Jujuy también duele sin vos. Duelen los expedientes y sus noticias, si se trata de esas jóvenes por las que tanto hiciste. Duelen mis carpetas de cartulina naranja, esas que vos me regalaste para ordenar papeles, porque el papel madera que yo había recortado era un poco desprolijo para llevarlo a un juicio oral. Duelen los libros que vos también hiciste. Duelen tus  mails que no podré borrar de mi casilla nunca, como los de Normita. Duelen las sábanas de tu mamá que un día me trajiste, y duele tu rostro en la foto que no puedo dejar de ver. Duele que ya no estés… y hasta me duele haber dejado tantas botellas de cerveza en mi vieja casa, esas que vos comprabas cada vez que venías y simplemente quedaban vacías en el rincón.
María y Flaco: no se puede haber sembrado tanto, partir, y que los que quedamos no sigamos la misma siembra, con la misma pasión y felicidad que esa lucha les provocaba y ustedes contagiaban.
Aunque el mundo pareciera haberse detenido para dejarnos despedirlos, llorarlos, abrazarnos… arrancamos otra vez… Porque les debemos todo, absolutamente todo lo que quedó pendiente. Y también les debemos que en nuestra pasión y felicidad cotidianas, esté la de ustedes. Aunque hoy tanto nos cueste, por esa ruta que se convirtió en trampa y los arrebató de una forma trágica y terrible.
Vivirán en nosotros, en las luchas, en los frutos de lo que ustedes sembraron. Porque nuestros corazones y recuerdos le hacen frente a la muerte, y la vencen. ¡Hasta siempre!

Mariana