Noticias

12 de noviembre de 2025

Trump busca reforzar la injerencia imperialista en nuestro país

Más ajuste, endeudamiento y fuga de capitales

Un esquema que no cierra   

Envalentonado por el resultado electoral, Milei se propone profundizar el ajuste. Arranca con la reforma laboral, a la que seguirán los cambios previsional y tributario que ya están en carpeta. Mientras tanto, busca sostener el actual esquema de bandas cambiarias, que sirve para seguir alimentando la bicicleta financiera y la gigantesca fuga de capitales al exterior por parte de un puñado de grandes inversores especulativos, mientras la economía real se hunde en la recesión.

Pero este programa económico, de ajuste y entrega, ya demostró ser inviable. En septiembre, apenas cinco meses después del nuevo préstamo del FMI, Milei y Caputo tuvieron que volver a pedir auxilio, esta vez directamente al Tesoro de Estados Unidos, cuando el Banco Central (BCRA) volvió a perder dólares a un ritmo alarmante.

También recurrieron al adelanto de divisas por parte de las cerealeras, que liquidaron unos 7.000 millones de dólares en septiembre gracias a la eliminación transitoria de retenciones. Fue un negociado redondo para esas corporaciones y una estafa para los productores, además del enorme costo fiscal que generó. Esos dólares le duraron al Tesoro apenas siete ruedas cambiarias. A partir de ahí, en un hecho inédito, el propio Tesoro estadounidense empezó a vender dólares en el mercado local -unos 2.000 millones- para sostener artificialmente la calma cambiaria hasta las elecciones de medio término.

El 20 de octubre, el BCRA formalizó un swap (canje de monedas) con el Tesoro yanqui por hasta 20.000 millones de dólares. A diferencia del acuerdo con China (del que sigue activo un tramo de 5.000 millones), este no se contabiliza dentro de las reservas brutas del Banco Central. Todo indica que, a fines de octubre, el Tesoro norteamericano recompró los dólares que había vendido, con ganancia, activando una parte del swap, que además generará intereses.

El jefe del Tesoro, Scott Bessent, también anunció que trabajan con bancos estadounidenses en un préstamo adicional de 20.000 millones, aunque ese plan parece haber quedado en suspenso.

El resultado electoral de octubre reavivó el entusiasmo del “mercado” -los grandes dueños del capital, principalmente imperialistas- y le dio aire a Milei para sostener su programa económico, especialmente este esquema cambiario que mantiene al dólar contenido. Pero este equilibrio depende cada vez más del salvataje del Tesoro yanqui.

Hacia adelante, el programa solo se sostiene con más deuda: en pesos, para seguir alimentando la bicicleta financiera y las ganancias de los fondos especulativos; y en dólares, para permitirles sacar esas ganancias del país de manera “ordenada”.

 

La situación de la deuda

La deuda pública de la Administración Central -en situación de pago normal- asciende a 451.505 millones de dólares, el equivalente a un 78% del PBI, según la Secretaría de Finanzas a septiembre.

Después del salto devaluatorio de diciembre de 2023, que licuó la deuda en pesos medida en dólares, el endeudamiento volvió a crecer con fuerza: aumentó 83.280 millones (+23%), por el incremento de la deuda en pesos (+96.268 millones).

La deuda en moneda extranjera, en cambio, bajó en 12.988 millones. Pero ese descenso es engañoso: se debe a que el préstamo del FMI de este año (14.500 millones) se usó para cancelar letras intransferibles que el Tesoro tenía con el BCRA. Es decir, se cambió una deuda interna, bajo legislación local y con intereses bajos, por deuda externa bajo legislación extranjera, con el FMI como acreedor privilegiado. El truco contable no cambia el fondo: el país pasó a deberle a un acreedor que no admite reestructuraciones e impone severos condicionamientos a la política económica local.

Aun así, la deuda externa neta del sector público consolidado (BCRA, Tesoro y otros organismos) creció. Según los datos del segundo trimestre, la deuda del gobierno con acreedores externos aumentó 18.480 millones, y la del BCRA, 2.380 millones. Habrá que ver si el nuevo swap con el Tesoro estadounidense se contabiliza en las estadísticas oficiales, ya que no figura entre las reservas brutas, aunque los tramos activados deberán incorporarse.

 

Se deterioran las cuentas externas

Con esta política que extrema la dependencia, el agujero en dólares a cubrir el año que viene es enorme.

Solo por vencimientos de deuda externa (capital e intereses), el país deberá afrontar unos 16.500 millones de dólares, entre pagos a bonistas, al FMI y otros organismos, sin contar los tramos del swap chino.

La apertura indiscriminada del comercio exterior y de los flujos financieros, sumada a la apreciación del peso, agrava el desequilibrio. El déficit de la cuenta corriente -que incluye comercio, servicios, intereses y transferencias- rondaría los 10.000 millones de dólares y podría ampliarse en 2026.

Desde que se levantó el cepo para personas en abril, la compra neta de dólares por parte del sector privado no financiero -entre billetes e “inversiones en el exterior”- alcanzó casi 25.000 millones hasta septiembre. Ese mes, impulsado por la dolarización preelectoral, llegó a 6.600 millones, el segundo valor más alto desde 2003. Una cifra que equivale al 80% del superávit energético previsto para todo 2025.

Con este esquema, el gobierno sigue sin acumular reservas genuinas. Las reservas netas del BCRA -descontando swaps, encajes y préstamos del FMI- eran negativas en unos 10.500 millones de dólares al 7 de noviembre.

La acumulación de reservas es una vieja exigencia del FMI y de los grandes acreedores privados. También es clave para bajar el riesgo país y volver a emitir deuda externa, lo que Milei y Caputo parecen considerar su único plan, como si la posibilidad de endeudarse fuera infinita y constituyera una estrategia sostenible en el tiempo.

De cara al futuro inmediato, el déficit de la cuenta corriente, los vencimientos de deuda y la fuga de divisas conforman un cóctel explosivo. Por ahora, el programa económico sobrevive gracias al “pulmotor” del Tesoro estadounidense. Pero esa asistencia no es gratuita: a cambio, Trump busca reforzar la injerencia imperialista en nuestro país, con el control de los recursos naturales -petróleo, litio, tierras raras- y la instalación de una base militar en Tierra del Fuego, bajo cualquier excusa, para asegurarse el dominio del paso interoceánico en el marco de la agudización de su disputa interimperialista con el socialimperialismo chino.

 

Escribe Ramiro Suárez

hoy N° 2085 12/11/2025