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02 de octubre de 2010

Hay más hambre y más pobreza. El gobierno arma un partido estatal hegemónico para hacer pasar su política en momentos en que avanza la crisis económica del sistema. Pero desde abajo, brotan las luchas, largas y duras.

Más hambre y más mortalidad infantil

1. Crece la muerte por hambre

En el pueblo cordobés de La Calera, 400 niños de hasta 6 años padecen desnutrición. En el Chaco, entre enero y octubre del 2007, se produjo la muerte de 333 niños: “la desnutrición es una de sus causas principales”. Decenas de originarios mueren por la misma causa. La multisectorial en Defensa de la Salud denuncia la gravísima situación sanitaria (pág.12). Al puesto de Villa Bermejito los originarios le llaman “la sala de la muerte”.

En Tucumán, donde los alumnos de las escuelas se desmayaban de hambre, los médicos “reciben la orden de no registrar la muerte de niños recién nacidos y anotarlos como muertes fetales”, para “mejorar” el índice de mortalidad infantil, según denuncia del diputado Eduardo Macaluse.

En la Capital Federal, con más de 50.000 cartoneros (en gran parte niños), les sacaron el “tren blanco”. No pueden ir y volver a sus casas. Ahora los reprimen para desalojarlos de los asentamientos que han construido para sobrevivir, con lo que el gobierno de Macri y el de Kirchner, están provocando otro genocidio.
El hambre y la miseria están creciendo nuevamente.
Lo poco que sale a la luz no es distinto a la situación de muchas barriadas populares de las ciudades y de muchísimas localidades de las provincias como vienen denunciando multisectoriales y autoconvocados de la salud, y organizaciones como la CCC.  

 

La maquinaria de desinformar

Los índices del IndeK, defendidos por Néstor Kirchner y Cristina Fernández, son una maquinaria de desinformación para ocultar la miseria. La canasta alimentaria aumentó 5 veces más que las cifras truchas oficiales, como denunciaron los trabajadores del Indec (39,5%), por lo que la población hambreada (o como le llaman: indigente) ha vuelto a crecer de manera brutal.

El aumento del costo de la vida ha dado un nuevo salto. Subieron por las nubes las carnes, frutas, verduras, ¡el transporte!, los alquileres, los remedios, etc. Muchos útiles escolares duplican los precios del año pasado.

Todos los que reciben hoy planes sociales de $ 150 (alrededor de 800.000) han sido condenados al hambre y la enfermedad, como lo viene denunciando la lucha de los Desocupados de la CCC y otras organizaciones. Lo mismo sucede con gran parte del 1.500.000 de desocupados a los que el gobierno les quitó los planes porque conseguían alguna changa o un trabajo temporal. La inmensa mayoría de los jubilados y mayores está bajo la línea de pobreza o la de indigencia.

El trabajo en negro, apoyado abiertamente por el gobierno con la complicidad de los jerarcas sindicales, como demostraron los trabajadores del pescado, es una gigantesca masa de salarios de pobreza. El Estado es el principal empleador en negro con los contratos basura que ahora quieren romper para usar la plata en “negocios”. Lo mismo ocurre con los trabajadores rurales de las economías regionales, hoy rebelados en numerosas provincias. El salario mínimo, que reciben gran parte de los trabajadores “en blanco”, es menos de la tercera parte de la canasta familiar.
Además, la inflación, desde hace tiempo, está golpeando también cada vez más a las capas medias. Así se vio en el fracaso de la temporada veraniega en la costa y otros lugares del país.

2. El neodesarrollismo mata
La política neodesarrollista del kirchnerismo, aplicada por la mayoría de los gobiernos provinciales y locales, provoca esta situación de hambre y miseria. Veamos hechos.
El gobernador santafesino Binner, que confiesa no ser “opositor” al gobierno kirchnerista, advirtió que “el proceso de sojización ha vaciado el campo”, provocando que “la gente migre a las ciudades (…) a vivir en los peores lugares”.
El cultivo de soja y el latifundio se extienden, a costa de la producción de carne, leche, cereales, huerta y bosques, provocando la expulsión de los trabajadores del campo hacia las villas y asentamientos. Al mismo tiempo, al reducirse la producción de alimentos sus precios suben por las nubes. Después que los chacareros vendieron el trigo a las cerealeras a poco más de $ 400, el gobierno reabrió la exportación y los monopolios lo exportan a $ 800: va a faltar trigo y van a seguir subiendo la harina y los fideos.

Pero el latifundio y la sojización es una viga maestra de la política kirchnerista. Es el gran negocio de un puñado de terratenientes, monopolios y capital financiero, subordinado al mercado chino que se garantiza alimento barato. Otra parte va, como impuestos, a “la caja” del gobierno para mantener a ración a gobernadores, intendentes y punteros.
La minería y la industria contaminante es otra viga maestra de la política kirchnerista, aplicando la ley de Menem, famosa por ser la más entreguista del mundo. Una de los monopolios imperialistas “mimado” del gobierno, la Barrick Gold, fue denunciado por contaminar las aguas en Jáchal, San Juan, provocando enfermedades gastrointestinales y la multiplicación de casos de cáncer. El gobierno prohibió pasar en Canal 7 un documental que denunciaba el hecho. La contaminación de la Barrick arranca en Jáchal, pero hay estudios de que llegará hasta el Río Colorado.
Con su política neodesarrollista, el kirchnerismo favorece a un puñado de monopolios (imperialistas de burguesía intermediaria) y de grandes terratenientes, entre los que crece el “grupo K” con la plata y los negocios del Estado. Pero las consecuencias de esta política las pagan los trabajadores y el pueblo. 

3. El “blindaje K”

El gobierno de Cristina Fernández dibuja los índices truchos, “borocotiza” dirigentes sociales y políticos, judicializa la protesta popular, y ajusta su política de “mano dura” contra los conflictos: represión a los trabajadores del Casino, a los del pescado, a los cartoneros, etc.

La lucha de los trabajadores del Casino es un ejemplo. Enfrentan la prepotencia de una empresa del “grupo K”, a la que el gobierno le prorrogó la concesión de las tragamonedas asegurándole ganancias por más de 6.000 millones de dólares. Y desde el gobierno bajan órdenes y amenazas a los medios de comunicación que difundan esa justa lucha. El neodesarrollismo kirchnerista no “cierra” sin represión al pueblo.

Después de la asunción de Cristina Fernández a la presidencia se rompió el “pacto de gobernabilidad” de los de arriba que la llevó a ese puesto. Los yanquis ventilaron el caso de “la valija” de Antonini Wilson. El kirchnerismo forcejeó. Ahora, sin ningún compromiso del gobierno yanqui, la presidenta se sacó la foto con el embajador de Bush, a quién le habría dicho: “Creo que no me lo merecía. Yo nunca fui antinorteamericana” (La Nación, 3/2).

Las luchas y el malestar en el movimiento obrero por los salarios, y la puja de grupos sindicales por la dirección de la CGT (que expresan distintos intereses patronales), forzaron al gobierno a abandonar el slogan del “pacto social”. Además, con Scioli en la provincia de Buenos Aires y Macri en la Capital Federal, el kirchnerismo comenzó a operar con celeridad la construcción de un partido estatal sobre la base del PJ y el manejo de “las cajas” del Estado. En los tiempos tormentosos que augura la crisis que ha comenzado en el corazón del sistema capitalista-imperialista, el gobierno necesita “blindar” políticamente al gobierno.

 

4. El “blindaje” obrero y popular

La masividad del no voto, blanco y nulo, golpeó al conjunto de las clases dominantes, poniendo en evidencia la continuidad de la crisis de hegemonía que emergió en diciembre del 2001. Antes y después de las elecciones brotaron luchas duras, prolongadas y desde abajo. El auge de esas luchas arrima nuevas brasas a las que dejó el Argentinazo.

Esta es la razón de Estado por la que el kirchnerismo necesita un partido político estatal hegemónico y una cúpula sindical unificada que garantice los topes salariales en las paritarias y afronte las tormentas sociales y políticas que se vienen con la crisis.

Para ese armado político desde el Estado, Kirchner forcejea con unos (como Scioli), y negocia con otros, como se ve en el acuerdo con Lavagna, quien sin vergüenza, seguramente por orden de su patrón, Paolo Roca (Techint), pasó de disputar la “cabeza de la oposición” al abrazo con Néstor K en Olivos. El gobierno también negocia con otros que antes calificaba de “impresentables”, como el misionero Puerta. Mientras en los municipios sigue el tembladeral y la disputa que dejaron las listas “colectoras” en las elecciones de octubre.

El objetivo del kirchnerismo es lograr un “blindaje” político y social para su política neodesarrollista; “blindaje” que le permita descargar sobre los trabajadores y el pueblo las consecuencias de la crisis.

La clase obrera y el pueblo vivieron dolorosamente la crisis que estalló en el 2001. También comprobaron un camino, el del Argentinazo, para hacerle pagar la crisis a los de arriba, que se han llenado los bolsillos durante estos años. Lo que se viene ya está en curso. La voluntad y el rumbo los van marcando las luchas prolongadas y duras que brotan desde abajo. Y frente a las tormentas que se avecinan, también la clase obrera y el pueblo deben preparar, al calor de la lucha, su propio “blindaje”. ¡Prepararse, prepararse y prepararse!