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05 de diciembre de 2020

Más sobre el carácter de China

Capitalista pero no imperialista… Capitalista y por ende imperialista… ¿Cómo va a ser imperialista si ni siquiera es capitalista? Así la reciente opinión de autoproclamados marxistas. “Contribución” necesaria si se procura asociarnos con China. Una de las potencias que se disputan el Mundo.

Una correcta caracterización de China… ¿Temática frívola? ¿Contrapunto entre doctrinarios? ¿Inquietud sin las menores implicancias? Por el contrario, dilucidar esta cuestión es crucial a la hora de establecer toda estrategia.

 

Debate abierto

El consenso mayoritario da por consumada la restauración capitalista. De ahí en más, importantes sectores del campo popular prefieren evitarse cualquier motivo de conflicto con China. Por ello se desentienden u ocultan los rasgos centrales de su política imperialista. De esta manera entran inermes a una relación desigual.

Para los maoístas, clarificar esta cuestión, se convirtió en una disyuntiva de hierro. Los que, en el período socialista, cargábamos con el mote de “chinos”, no dudamos. Denunciamos a la camarilla reaccionaria que se adueño del Poder y motorizó la restauración.

 

La tesis del ni

Ni capitalista, ni socialista. Así el contenido de un reciente trabajo. Del mismo se destaca:

  • El sesgo encomiástico del análisis;
  • La carencia de datos duros y
  • Una importante bibliografía que remite a tantos otros autores. Una usina que explica lo que puede. Y justificar lo que no.

Pone el énfasis en descartar que China haya vuelto al capitalismo. “Evitó el suicidio de socializar la pobreza”. Para ello reintrodujo, desde 1978, “algunas” relaciones mercantiles. El secreto tras del éxito radicaría en una virtuosa convivencia del Mercado con la gestión planificada.

Al autor le genera entusiasmo el crecimiento de la economía china. Consecuencia inmediata de la preexistencia del socialismo. De falacia en falacia van construyendo una escena irreal al servicio de lo que se intenta demostrar. El carro delante del caballo. Alguien ya dictó las conclusiones. Ahora, a remar para hacer que se verifiquen.

 

El ABC patas p´arriba

Poco rigor científico. Y una curiosa omisión de categorías tales como relaciones de producción, clases sociales, Estado. Ausentes el materialismo y la dialéctica.

Más de 800 chinos declararon patrimonios superiores a los mil millones de dólares (2017). Imposibilitados para negar las relaciones capitalistas en la China actual, entonces se las relativiza. “Existen, pero no predominan”. Serían apenas un aspecto secundario. A no preocuparse porque quien tiene el control de la situación es el Partido Comunista Chino. ¡Toda una garantía!

China, segunda economía mundial, ha generado en estos 40 años, fabulosos excedentes financieros. Para los negadores de la restauración capitalista, tanto “ahorro” es motivo de admiración. Olvidan contarnos cuál sería la fuente para semejante capitalización. La realidad tras el “milagro” económico chino: una despiadada extracción de plusvalía. Niveles brutales de explotación. Por tanto, ¿qué festejan los que festejan?

 

Enriquecerse es glorioso

Derroche de “ingenuidad”… La prueba irrefutable. “¿De qué restauración capitalista nos hablan si quien gobierna es el Partido Comunista?”

Tanto en la lucha revolucionaria como en la construcción del socialismo, Mao debió enfrentarse a una fuerte corriente de derecha. Con peso en la propia dirección del PCCh. Conquistado el Poder subsistió la lucha de clases y por ende la lucha de líneas. La presa dorada de dicha puja era el propio Partido. La Revolución Cultural significó la preponderancia de los maoístas. Los derrotados se agazaparon a la espera de mejores tiempos. Muerto Mao (1976) sacaron pecho. Y para 1978 eran absolutamente hegemónicos. A Deng Xiaoping le llevó 4 años sincerar su objetivo. En 1982 pronunció las tres palabras por las que pasará a la posteridad… “Enriquecerse es glorioso”. ¡Mirá que hay que ser renegado!

 

Si esto es todo lo que tienen…

…tienen bien poco. Es esta cúpula del PCCh la que hilvanó la superexplotación del proletario con la matanza en Tiananmen y la represión capilar ante cualquier disenso. No fueron salvaguarda contra la restauración, sino sus artífices y cobeneficiarios.

Durante la vigencia del socialismo, el Estado fue la dictadura de una mayoría de la sociedad sobre los sectores minoritarios. Por el contrario, el Estado tal cual lo venimos sufriendo desde hace milenios, es la dictadura de una ínfima minoría sobre las mayorías. Lo fue con Deng y así ahora con Xi Jiping. La capa alta de la Nomenklatura es indiferenciable de la casta de propietarios de los grandes conglomerados chinos.

El maridaje entre grandes burgueses y grandes burócratas es sustancial. Como así también la unidad de objetivos entre el sector privado de la economía y aquel otro bajo la administración estatal. Los devotos de la teoría del limbo ven coexistencia pacífica entre capitalismo y socialismo bajo el desempate virtuoso del PCCh. La propiedad privada y el capitalismo monopolista de Estado funcionan al unísono y en la misma dirección. ¿Existen las contradicciones al interior de este entramado? Por supuesto que si. De vez en cuando sobreviene alguna crisis. Una banda reemplaza a otra. Algún corrupto es acusado de corrupción por otro corrupto que sigue en el Control.

 

Cuestión de ópticas

Lo que para algunos representa una circunstancia tranquilizadora para nosotros expresa la sublimación de la traición. El PCCh transformado en una obscena maquinaria al servicio del capitalismo. ¿Puede concebirse mayor abyección que mancillar el nombre y los símbolos que llevaron al triunfo a las grandes Revoluciones del siglo XX? Numerosos magnates son diputados al Congreso Popular. El poderoso Jack Ma, dueño de Alibaba, el hombre más rico de China es afiliado dilecto del Partido Comunista.

Manosean la Historia con el frío cálculo de ensillar a colaboracionistas o incautos. Una faena que entraña la negación de todo lo que fue. Lo cual los hace mucho más peligrosos.

 

Capitalismo sin peros

Obreros y empleados soportan habituales arengas instándolos “al patriotismo, la disciplina, el colectivismo y el espíritu de trabajo”. Algunos alcanzan la gloria haciéndose rico. Otros deberán deslomarse para que su patronal y la “Patria” prosperen.

Pese a las exhortaciones el proletariado resiste. Así el movimiento contra el 996. La negativa a trabajar de 9 a 21, 6 días por semana. Como respuesta surgió la consigna 955. Tras 150 años vuelve renovada la lucha por la jornada de 8 horas.

El sistema impositivo chino es uno de los más regresivos del Mundo. Las empresas privadas, locales o extranjeras, pagan menos impuestos que las empresas estatales. Este régimen sería la envidia de “nuestra” AEA.

La penetración del capitalismo en el campo es otro rasgo. El ocaso de las comunas en beneficio del agronegocio. Cien mil cabeza de dragón (así su denominación) intermedian la producción de 300 millones de campesinos.

 

Capitalista pero, ¿imperialista?

¿Puede semejante potencia capitalista sustraerse a las reglas del juego de la Época? El Imperialismo es apenas (y ni más ni menos) la fase actual en la que se desenvuelve el capitalismo. Durante éste se subliman las peores manifestaciones de la opresión clasista. La injusticia, la desigualdad, la irracionalidad, el daño ambiental, la crueldad de denegar los dones de la naturaleza y la tecnología a miles de millones. Todos estos rasgos omnipresentes en nuestro Mundo, están a la orden del día en China.

¿Qué mágico impulso pudiera alejar a semejante potencia de la búsqueda desenfrenada de mercados para sus productos, de aprovisionamiento de materia prima, de plazas estratégicas? De una puja feroz por el rereparto de un Mundo totalmente ocupado.

 

¿El “buen” imperialismo?

“De acuerdo… China es imperialista. Pero no me la vas a comparar con las otras potencias imperialistas.” Para muchos amigos del campo popular, el Imperio se llama Trump.

Hace más de 100 años Lenin rebatió la teoría kaustkiana del ultraimperialismo. La confluencia de todos los imperios en uno. O siquiera la empatía entre ellos. Se podrán poner de acuerdo en algún tema. Quizá admitan, a regañadientes, alguna fechoría de un imperialismo en su Hinterland. El margen para gentilezas es mínimo. Lo que tiñe la escena son las peloteras.

China no es un recién llegado al club de la disputa. Pagó su membresía hace ya cuatro décadas. ¿Existen evidencias para considerarlo un imperialismo comprensivo y benevolente? Por donde se mire, NO.

Ya probaron ser la fábrica del Mundo. Proveedores indiscutidos de cuanto artículo de consumo se nos ocurra. Ahora empujan el Programa Made in China 2025. Un Plan para desarrollar tecnologías de punta en 10 sectores estratégicos. Cada innovación susceptible de su uso dual (pacífico y/o bélico). Transporte naval, ferroviario, aéreo y espacial; maquinaria agrícola, medicina y, por supuesto, informatización.

Una flota pirata (17.000 pesqueros) depreda la riqueza marina de terceros países.

El 5G, es un verdadero campo de batalla estratégico entre EEUU y China. Conflicto que los países dependientes miramos como si no nos incumbiera. Más nos vale despabilarnos. Antes nos invadían las cañoneras. En el futuro próximo bastará un botón para dejarnos sin economía, sin comunicaciones, sin luz ni agua.

China implementó el mayor plan global de infraestructura de la Historia. La Ruta de la seda involucra países en los 5 continentes. Su característica principal es bien conocida por nosotros. Como lo diagramaban los ingleses, todo el entramado de la Ruta arranca o converge sobre China. ¿Beneficencia? Puro interés.

Este 15 de noviembre se firmó el tratado de la Asociación Económica Integral y Regional del área Pacífico. Un acuerdo de libre comercio China + 14 países. En  conjunto un tercio del PBI mundial. Un pacto que socava iniciativas recientes de los yanquis en la misma zona y con similares protagonistas.

 

China, factor interno

Empresas chinas compraron a Barrick el 50% de Veladero (oro y plata). Y van por Pascual Lama. Poseen minas de litio, cobre, hierro. En petróleo se quedaron con ESSO, (Standard Oil). Asociadas en Pan America con British Petroleum y Bridas. Activa en Vaca Muerta, Malargüe y Salta. Financia centrales hidroeléctricas, eólicas y nucleares. Dos Bancos entre los 10 mayores. Varias de las grandes exportadoras de nuestra producción agrícola. La desmesura de las chancherías que pretenden instalar. Una base bajo control militar (Neuquén).

Profundizan nuestra primarización. Igual que las otras potencias nos imponen SU división internacional del trabajo. Mero ejemplo: ya no producimos jeringas. Por el dumping chino cerraron 5 PyMEs locales. Tan solo la vacunación Covid demandará 80 millones de jeringas.

El cambio de nuestra matriz productiva más la Deuda, los mayores estigmas de la dependencia. Todas las potencias jugando a desindustrializarnos.

Todo imperialismo que se precie se asocia con burgueses locales. Obviamente los chinos también. La avidez de mojar el pancito… China además cosecha simpatías en sectores populares. ¿Alguien esperará que sea nuestra retaguardia segura en la lucha contra los yanquis? Xi Jiping estaba en Brasil en los días del golpe proyanqui contra Evo. Y no dijo ni mu. Tampoco Putin que lo acompañaba.

Utilizar las contradicciones interimperialistas es un arma indiscutible de nuestro arsenal. Pero a no hacerse los distraídos. La condición necesaria radica en caracterizar a ambos términos de la contradicción como potencias imperialistas. Y por ende parte del enemigo. No existe imperialismo amigo. Si te ensillan fuiste.

Contar con una buena caracterización del campo enemigo. Conocer a los amigos. Tanto en sus fortalezas como en sus limitaciones… Respetando estos recaudos se nos abre un abanico de tácticas realmente amplio. Hete aquí el antídoto para no vivir encerrados en una burbuja.

 

Preparando la contraofensiva

Estas líneas no agotan la temática. Somos antiimperialistas. Por tanto antiyanquis, antiingleses, antirrusos, antichinos.

Las restauraciones capitalistas en la URSS y China significaron tremendas derrotas. Para algunos un duro momento en el zigzagueante viaje hacia el socialismo. Para otros un cierre, un final. La propaganda dominante ha subyugado a no pocos.

La pandemia hizo emerger el descarnado rostro del capitalismo. El peor de los fracasos en resolver las urgencias de la Humanidad.

El imposibilismo ha captado adeptos. Si la Revolución no va más, vayamos por lo posible. Diluyamos las fronteras entre el proletariado, el Pueblo y la Nación por un lado y nuestros enemigos.

¿Complicado? Complicado. ¿Difícil? Difícil. Nunca imposible. En este presente complejo, con los pies sobre la tierra damos pelea por las urgencias de las mayorías. Y reagrupamos fuerzas para las batallas por venir. ¡Preparando la contraofensiva!

 

Escribe Sebastián Ramírez