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16 de agosto de 2023

Otro foco de conflicto en el que actúan las potencias imperialistas

Máxima tensión entre Armenia y Azerbaiyán

Armenia y Azerbaiyán son dos países con frontera en común, ubicados al sur de Rusia y al norte de Turquía e Irán, con una disputa histórica alrededor de Nagorno-Karabaj. Este enclave estuvo controlado por Azerbaiyán hasta la disolución de la URSS, y hubo una primera guerra que comenzó en 1988.

En la zona había una mayoría armenia y cristiana, mientras que en Azerbaiyán gran parte de la población es musulmana chiita. A medida que la URSS empezó a entrar en declive, la mayoría armenia en Nagorno-Karabaj conformó un grupo independentista que buscó liberarse del control de Azerbaiyán. Armenia apoyó este movimiento y lo ganó. Ese primer conflicto bélico dejó un saldo de casi 40.000 muertos. El territorio pasó a estar bajo dominio armenio. En aquellos años Azerbaiyán todavía no había descubierto sus reservas energéticas y Armenia tenía una amplia superioridad frente a su vecino.

Entre septiembre y noviembre de 2020 hubo un nuevo enfrentamiento, con un saldo de miles de muertos en ambos bandos. Pero Azerbaiyán se hizo con el control de la mayor parte de la región.

Actualmente quienes más están sufriendo este conflicto son los propios habitantes de Nagorno-Karabaj, también llamado Artsaj por Armenia. El embajador de Armenia en Argentina la definió en los medios como una catástrofe humanitaria.

El conflicto está ahora localizado en el llamado “Corredor de Lachín”, una vía de comunicación terrestre esencial entre la región de Nagorno-Karabaj y Armenia que se encuentra bloqueada desde el 12 de diciembre, cuando organizaciones no gubernamentales y activistas sociales azeríes (habitantes de Azerbaiyán) la cerraron bajo el supuesto de una actividad ilegal en la región, que estaba destruyendo recursos naturales e impulsando un daño ambiental. Desde ya que es el gobierno de Azerbaiyán el responsable. Rusia tiene una base militar en la ciudad armenia de Gyumri, cerca de la frontera con Turquía.

La importancia del Corredor de Lachín radica en que es la única conexión entre Nagorno-Karabaj y Armenia. Bloqueado este camino, los habitantes de Nagorno-Karabaj sólo podrían movilizarse hacia Azerbaiyán. La mayoría de los habitantes de este territorio son de origen armenio y utilizaban esta ruta para visitar familiares o recibir aprovisionamiento y asistencia. En los últimos días murieron casi 200 personas por los nuevos enfrentamientos.

El embajador de Azerbaiyán en la Argentina denunció que, en pleno invierno, hay cortes periódicos del suministro de gas y electricidad y escasez de alimentos, insumos médicos y productos de primera necesidad

Armenia denunció que Azerbaiyán mantiene “en condiciones de asedio” a más de 120.000 personas, entre las cuales hay 30.000 niños y miles de ancianos. Los mismos informes que circulan por la capital armenia hablan de que por los bloqueos se cerraron al menos 60 instituciones educativas y se produjo faltante de insumos médicos elementales. Azerbaiyán sostiene que son sólo 25.000 los ciudadanos de etnia armenia.

El conflicto llegó hasta las Naciones Unidas, donde se discutió en el Consejo de Seguridad. Armenia también elevó un reclamo formal ante la Corte Internacional de Justicia por “discriminación racial” y ante el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos. Más allá de lo formal y legal, está la amenaza de volver al enfrentamiento militar.

El papa Francisco pidió “hacer todo lo posible a nivel internacional para encontrar soluciones pacíficas por el bien de la población” y el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, le pidió al presidente azerí que “restaure inmediatamente el tráfico comercial” en el Corredor de Lachín.

También la Cancillería argentina expresó su “preocupación por la situación humanitaria” en la región y reforzó la “necesidad de asegurar la libertad de movimiento a través del corredor” y el canciller Cafiero lo trató durante una visita oficial a Estambul a principio de febrero.

 

Rusia y Turquía en el trasfondo de la disputa

En el 2020 el imperialismo ruso desplegó cerca de 2.000 soldados en el área en disputa para asegurar el alto al fuego que se firmó entre los rivales. Pero ahora Rusia no estaría en condiciones de involucrarse de lleno en otra guerra, por la invasión a Ucrania. Mientras que Azerbaiyán cuenta con un amplio apoyo por parte de Turquía, miembro de la OTAN, que mantiene su histórica enemistad con Armenia.

Europa no quiere que estalle otra guerra, ya que, ante la reducción del envío por parte de Rusia de gas y petróleo, Azerbaiyán emergió como un país sustituto. Los envíos de gas al continente europeo aumentaron cerca de un 30% en lo que va del año.

 

La mayor escalada desde 2020

Los enfrentamientos que se dieron en los últimos días no fueron precisamente en la zona de Karabaj, sino en la frontera territorial natural de Armenia.

Turquía siempre mantuvo un fuerte apoyo a Azerbaiyán, que viene desde su histórico enfrentamiento con Armenia desde el Imperio Otomano, cuando ocurrió el genocidio armenio.

Los motivos del nuevo enfrentamiento esconden un movimiento estratégico de Turquía, y los golpes que Rusia está sufriendo en Ucrania. Recep Tayyip Erdogan, el presidente turco, es consciente de esta situación. Por su inmenso apoyo político y militar, Azerbaiyán difícilmente haría un movimiento de estas características sin la venia de Turquía. El presidente turco mantiene las formas, e incluso recientemente se reunió con Putin en Uzbekistán.

Irán también mira con atención los movimientos por la alianza de Azerbaiyán con Israel.

Todo esto está en relación con la amenaza de una tercera guerra mundial.

Escribe Alicia Sourges

Hoy N° 1974 16/08/2023