En la mañana del miércoles 3 de abril, las organizaciones agrarias que integran la mesa de pequeños productores de las quintas de La Plata y Berazategui, cansados de esperar una respuesta satisfactoria a un pedido de subsidio que aliviara el daño producido por las inundaciones de diciembre de 2012, se preparaban para cortar la Ruta 2 a la altura del Parque Pereyra.
En la mañana del miércoles 3 de abril, las organizaciones agrarias que integran la mesa de pequeños productores de las quintas de La Plata y Berazategui, cansados de esperar una respuesta satisfactoria a un pedido de subsidio que aliviara el daño producido por las inundaciones de diciembre de 2012, se preparaban para cortar la Ruta 2 a la altura del Parque Pereyra.
A la madrugada, si bien en la zona rural no había grandes daños, se sabía que gran parte de La Plata estaba bajo el agua, con muchas víctimas. Los que quedaron más desamparados, están en los barrios periféricos, los que hace tiempo viene peleándole a la pobreza.
Los campesinos deciden, acertadamente levantar el corte, entendiendo que en ese momento lo más importante era la solidaridad con los inundados. “¿Cómo podemos ayudar?” se preguntaban, sabedores de lo que significa el agua cuando se desborda.
Empieza así una cruzada de solidaridad ejemplar. Improvisando al comienzo, rápidamente se recorrieron las quintas pidiendo verdura, se solicitaron camiones al Ministerio de Asuntos Agrarios y empezaron a garantizar la llegada a algunos barrios.
El viernes Asoma realiza reunión de Comisión directiva y se aprueba orgánicamente lo hecho y se organiza la recolección entre sus socios y amigos. Se aprovechan las asambleas mensuales que se realizan en los distintos parajes.
Las asambleas deciden
En el paraje El Peligro a pesar del mal tiempo se reunieron gran cantidad de socios.
“Estamos preocupados por la demora en el cobro del subsidio, muy importante para seguir sembrando, pero tratamos la propuesta de la Comisión Directiva sobre la necesidad de ayudar.”
“A ninguno nos sobra, estamos en un mal momento de la producción, lo poco que hay, no vale nada (dos pesos un cajón de lechuga) sin embargo nadie dudó que hoy lo principal era colaborar con los hermanos de los barrios y se armó el recorrido para seguir mandando verdura.”, plantearon.
Una compañera cuenta: “Tocaba distribuir la mercadería que periódicamente recibe la organización para las familias más necesitadas (arroz, fideos, aceite etc., que nunca es mucho pero ayuda en los momentos más difíciles, también había zapatillas), entonces alguien de la asamblea propone que esta vez se done a los damnificados, lo que es aceptado sin dudar”.
Esto se repitió en otras asambleas. Los quinteros del Parque Pereyra, que hicieron punta, juntaron gran cantidad de verdura y jugaron un gran papel en la organización y la distribución.
Si bien coordinaron con el Ministerio de Asuntos Agrarios y la Municipalidad, ellos se subieron a los camiones y decidieron dónde ir y cómo distribuir. Tenían la preocupación de que verdaderamente les llegara a los más necesitados y no se usara con fines políticos.
Así compañeros de Asoma garantizaron personalmente que la ayuda llegara a los barrios y a la gente que lo necesitaba. En algunos casos todavía no había llegado ninguna asistencia.
Dejaban la mercadería en sociedades de fomentos, clubes o comedores desde donde se estaban organizando, en aquellos lugares donde no había seguridad de que le llegara a la gente o donde los vecinos denunciaban la instrumentación política de la distribución, ellos mismos bajaron la verdura en la calle, convocaron a todo el barrio y la repartieron. Explicaron a todos que eran campesinos, que eran de Asoma, algunos los reconocían de haberlos vistos en los diarios cortando rutas o con los tractores en 7 y 32 y en medio de tanto dolor por las pérdidas, aplaudía y agradecían emocionados el gesto de compañeros desconocidos, hermanados en el sufrimiento y la lucha.
Dos actitudes, dos intereses
Los pequeños productores, la mayoría de ellos campesinos pobres, dieron, al igual que el resto del pueblo un ejemplo de solidaridad. Dejando momentáneamente de lado sus urgentes reclamos, se volcaron a ayudar, con lo único que tienen, su tiempo, su fuerza y su producción.
El Estado y los gobiernos, ausentes para prevenir y para auxiliar, ante estas catástrofes, se jactaron de la coordinación con los productores, como si fuera obra de ellos e hipócritamente plantearon a la prensa que estaban estudiando un subsidio para ayudarlos.
En realidad se referían al subsidio de la inundación de diciembre. Si bien esta vez no fue tan grande hay un grupo de productores de Abasto- Olmos y Echeverri que sufrió pérdidas importantes también ahora. Por otra parte, convocaron a la mesa de productores para que firmen un acta en la que se comprometerían a no aumentar los precios de las verduras a pesar de las pérdidas, al más puro estilo congelador de Moreno. Como si los socios de Asoma y de otras organizaciones tuvieran alguna incidencia en la formación de los precios, al contrario son víctimas de un mercado al cual los pobres no tienen acceso y están permanentemente reclamando a las autoridades un precio mínimo sostén para no perder plata.
Tampoco hablan de congelar los precios de los insumos (semillas, remedios, alquileres, etc.) y principalmente la concreción del subsidio prometido. Eso sí sería una ayuda para poder seguir produciendo, resembrar y aumentar la oferta al mercado. Esa sí sería una medida para mantener los precios, por el contrario quieren achicarlo de 10 a 5 millones porque “no hay plata”. Querían sacarse la foto y avanzar en asimilar la reciente formada mesa de pequeños productores a su política, atentando contra la independencia del estado y de todo gobierno que la mayoría de las or- ganizaciones pretende.