El ataque de Israel y Estados Unidos a Irán ha intensificado las tensiones en Medio Oriente, reavivando la amenaza nuclear y la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial. América Latina y Argentina están en una posición de riesgo.
Entre el 12 y el 24 de junio, Israel, con el apoyo directo de Estados Unidos, lanzó una ofensiva militar sin precedentes contra la República Islámica de Irán, atacando instalaciones nucleares y objetivos estratégicos, en una escalada que va más allá del marco regional. La madrugada del 24 de junio, Donald Trump anunció una tregua, que fue confirmada por ambos países. A pesar de que Netanyahu proclamó una «victoria histórica”, el verdadero alcance del éxito militar y político es incierto. Irán se jactó de haber vulnerado el sistema antimisiles “Domo de Hierro”.
Los ataques israelíes provocaron al menos 610 muertos y más de 4.700 heridos en Irán, mientras que los ataques iraníes dejaron al menos 28 muertos y más de 3.200 heridos en Israel. Estados Unidos afirma haber destruido el programa nuclear iraní y se arroga haber sido el garante de que no haya escalado aún más el conflicto.
En el fondo, la avanzada yanqui acrecienta la disputa con China por la hegemonía global, se refuerzan alianzas militares y se producen hechos con consecuencias imprevisibles para el actual orden mundial.
Trump y el ataque del presidente que venía a “terminar con las guerras”
Desde su regreso al poder, Donald Trump ha buscado una «refundación» con su política «Make America Great Again». Reconfiguró sus relaciones con aliados tradicionales: tensionó con la Unión Europea (especialmente Francia y Alemania) por la financiación de la OTAN, amenazó a Canadá, estrechó lazos con Japón y Australia, y se alineó, aunque con contradicciones, con Israel. Además, desescaló parcialmente la confrontación con Rusia, extorsionando a Ucrania con ayuda económica y militar, para centrarse en la disputa con la China socialimperialista (socialista de palabra, imperialista de hecho).
La ofensiva estadounidense fue un mensaje claro de que, a pesar de la retórica (contradictoria y extravagante) de Trump, Estados Unidos está dispuesto a mantener su liderazgo mundial y avanzar en su hegemonía en Medio Oriente por cualquier medio, haciendo valer su supremacía militar, crecientemente cuestionada. No obstante, esta política ha generado resistencias internas y movilizaciones en Estados Unidos.
Se han reavivado contradicciones dentro de Europa. Reino Unido apoya directamente a Washington, Alemania y Francia mantienen una postura más prudente, considerando el avance ruso en Ucrania. La unidad de la OTAN se mantiene, pero ya no es automática.
Netanyahu: discurso victorioso y crisis interna
Desde Tel Aviv, Netanyahu declaró un triunfo contundente, afirmando que las instalaciones nucleares fueron destruidas, los ejércitos del mundo «aprendieron la reacción» y que existe una alianza «indestructible» con EE.UU. Israel sorprendió por su capacidad para eliminar, mediante operaciones especiales y ataques de precisión, a gran parte de los altos mandos militares y de inteligencia iraníes en 48 horas. Se utilizaron misiles Tomahawk, drones Reaper y municiones guiadas de alta precisión, además de una intensa guerra cibernética y de inteligencia satelital.
Sin embargo, el verdadero alcance del daño a Irán sigue siendo incierto. Uno de los objetivos no alcanzados fue el «cambio de régimen» en Irán, hecho reconocido tanto por Netanyahu como por Trump. Incluso amenazaron públicamente con asesinar al Gran Ayatolá Jameneí, líder supremo iraní. Tampoco hay evidencia pública de que las instalaciones nucleares de Fordow, Natanz o Isfahán hayan sido completamente destruidas, ya que estos blancos están fuertemente protegidos, incluso contra el uso de las bombas «antibúnker» lanzadas por los bombarderos B2-Spirit de Estados Unidos. De hecho, se desconoce el paradero y estado de los 400 kg de uranio iraní enriquecido al 60%. La falta de pruebas concretas abre la puerta a una nueva escalada.
Por otro lado, la penetración del Domo de Hierro por parte de los misiles balísticos iraníes desató pánico en las principales ciudades israelíes, forzando a sus habitantes a una «cuarentena» casi permanente en los búnkeres. Esto podría repercutir en las crecientes protestas del pueblo israelí ante las matanzas en Gaza, la falta de recuperación de los rehenes en manos de Hamás y la represión interna del régimen de Netanyahu.
Gaza, Líbano, Siria
La ofensiva estadounidense-israelí sobre Irán fue posible gracias al previo debilitamiento de Hezbolá libanés y Hamás palestino, logrado a través de años de ataques selectivos y una intensa presión militar y financiera. También fue un factor importante la caída del régimen prorruso de Al Assad en Siria, que desarticuló una pieza clave del engranaje. Todos estos, junto con los Houthis yemeníes, formaban parte del otrora poderoso «eje de la resistencia» encabezado por Irán.
Mientras tanto, los bombardeos y la ocupación de Gaza continúan. La precisión de los ataques israelíes en Irán hace aún más evidente que el asesinato de más de 50 mil palestinos, junto con la destrucción de hospitales y el colapso de servicios, no son «daños colaterales» sino una decisión política. La continuidad del exterminio en Gaza ya no tiene como objetivo a Hamás, sino el castigo al pueblo palestino. Es posible que Netanyahu intente avanzar en la política de colonización de Gaza, forzando la migración de millones de palestinos a otros países árabes, como parte de su plan para asegurar la hegemonía regional de Israel.
China disputa en Medio Oriente y el mundo
El Ministerio de Relaciones Exteriores chino condenó enérgicamente el ataque de Estados Unidos contra Irán y sus instalaciones nucleares bajo supervisión del Organismo Internacional de Energía Atómica, señalando que agrava las tensiones en Medio Oriente y el mundo. En este escenario, China se posiciona como un actor diplomático alternativo, recibiendo a todas las facciones palestinas en Pekín, y refuerza su influencia económica y militar en Asia, África y América Latina. A través de puertos, bases, inversiones y acuerdos energéticos (como con Irán), en el marco de la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, China proyecta su poder como alternativa a la hegemonía yanqui, aunque no precisamente para establecer un orden mundial más justo.
En el Mar de la China, intensifica ejercicios militares. En América Latina, compite por enclaves estratégicos como el puerto de Chancay (Perú), mantiene su presencia «aeroespacial» en Neuquén y busca establecer un “puerto logístico” en Tierra del Fuego. La disputa entre China y Estados Unidos no es ideológica, sino de poder. La situación generada por los ataques a Irán acelera la disputa interimperialista por un nuevo reparto del mundo. Lejos del «multipolarismo» tan celebrado, los bloques en disputa se rearman, de manera no lineal, con vértices en Estados Unidos y China.
La discusión de las armas atómicas en medio del aumento de la disputa mundial
Hace pocas semanas, el mundo se vio conmocionado por el enfrentamiento entre India y Pakistán, dos países con armas nucleares, lo que generó alarmas globales ante la posibilidad de una escalada que llevara a su uso. Ahora, la principal razón (o excusa) del ataque estadounidense-israelí sobre Irán se basa en el derecho autoasignado de Trump y Netanyahu de decidir qué país de Medio Oriente (y del mundo) puede desarrollar tecnología atómica y, por ende, poseer la capacidad de fabricar armas nucleares, violando la decisión soberana y la independencia de cada país.
La hipocresía es mayúscula, considerando que Estados Unidos ha sido el único país en la historia en lanzar dos bombas atómicas sobre población civil (Hiroshima y Nagasaki). Por su parte, el Estado de Israel es el único Estado que no confirma ni desmiente poseer armas nucleares y no permite inspecciones, dándose por hecho que posee un arsenal atómico. Los otros países que poseen armas nucleares son Rusia, China, Francia, Reino Unido, India, Pakistán y Corea del Norte.
América Latina y la Argentina en la mira
El conflicto también repercute en América Latina. Washington presiona para reforzar su control en el continente, impulsa nuevas bases militares en puntos estratégicos como Tierra del Fuego y aprieta a países que reciben inversiones chinas. En este escenario, Javier Milei ha alineado a Argentina con el eje EEUU-Israel-Reino Unido, identificando a Irán como enemigo, reviviendo una lógica de subordinación absoluta similar al menemismo. La inestabilidad mundial hace que nos coloque en una posición peligrosa. La avanzada estadounidense en Irán, y la disputa interimperialista, atraviesa a las clases dominantes argentinas, cuya dependencia estructural se profundiza con la política de Milei. Es probable que varios de los últimos sucesos políticos nacionales tengan relación directa o indirecta con estos hechos recientes en Medio Oriente.
Un futuro incierto
En estos doce días, el mundo no solo fue puesto en alerta, sino que se reconfirmó el rumbo de colisión en el que avanza. La tregua es precaria, las victorias son relativas y la verdadera guerra, la de la hegemonía global, solo se ha intensificado. Desde Medio Oriente hasta el Mar de la China Meridional, pasando por nuestra propia región, las fichas se mueven en el juego del poder global. La retórica de la paz es una farsa ante la inminencia de una disputa interimperialista que promete nuevas y más graves convulsiones. Es crucial desentrañar las verdaderas causas y consecuencias de estos movimientos, para no ser meros rehenes de un destino en el que los pueblos del mundo no tendrán voz si no se proponen hacerse escuchar.
hoy N° 2066 02/07/2025