En la ley de medios, el gobierno debió retroceder en uno de sus objetivos más desembozados: adueñarse de Telecom para convertirlo en un gigantesco multimedios K. Retrocedió porque se encaminaba a otra derrota como la de la circular 125; aunque logró reducir los cambios, reservándose el control del nuevo sistema que se crea, y dando un durísimo golpe a Clarín y otros multimedios. En esas condiciones, el debate sobre la ley quedó reservado a una puja de grupos de poder: los beneficiados por el sistema vigente que ahora van a “la batalla judicial”, y los K y sus amigos que van a controlar el nuevo sistema.
El Senado aprobó la ley de medios sin cambios. Kirchner negoció con el gobernador correntino Colombi el voto de la senadora Sánchez a cambio de impunidad en el crimen del hombre que manejaba la publicidad oficial de la provincia. El senador Jenefes cambió su voto después de que los K le pusieran sobre la mesa su “carpeta” de la SIDE. Votaron a favor de la ley los senadores de Tierra del Fuego que fueron electos por el ARI, como opositores. También negoció el voto de Ramón Saadi (el que quiso tapar el asesinato de María Soledad en Catamarca), y el del senador de Fuerza Republicana, el partido del genocida Bussi. Con estos votos el kirchnerismo alcanzó el quórum y la aprobación sin cambiar ni una coma.
¡Pobre Argentina si dependiera de los poderes del Estado para su salvación! Pero la salida, lo nuevo, lo que crece, son las tormentas que vienen desde abajo.
02 de octubre de 2010