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06 de abril de 2016

“Menores huérfanos, vagos o viciosos” (2)

Crónicas proletarias

 

 
El desarrollo de la clase obrera en nuestras tierras vino de la mano, como hemos dicho en otras columnas, de la superexplotación de los menores. Entre fines de siglo 19 y principios del siglo 20 era común que los chicos ingresaran al mercado laboral desde los 9 y 10 años de edad. Algunos como aprendices en fábricas y talleres, las chicas como costureras, lavadoras, planchadoras, etc. Miles de menores trabajaban en las calles (canillitas, lustrabotas, mensajeros, etc.) y estaban además las empleadas en el servicio doméstico, las “chinitas” que no figuran en ninguna estadística ni trabajo académico, muchas de las cuales eran pequeñas originarias arrebatadas de sus familias tras el genocidio oligárquico. Y ni hablar del campo.
A comienzos del siglo 20 la presencia de los menores en los trabajos ya ocupaba un lugar en las estadísticas. En la proletaria ciudad de Buenos Aires de 1904, sobre 61.321 trabajadores de fábricas y talleres, 7.191 eran menores. En 1914. 4.842 sobre 144.147. Para este año ya se había sancionado (en 1907) una “ley de reglamentación del trabajo de mujeres y niños”, que se cumplía muy parcialmente y establecía que “los niños no podrán ser admitidos en fábricas, usinas, manufacturas, talleres y demás establecimientos análogos antes de haber cumplido 14 años”. Además, se establecía que los varones menores de 16 años y las mujeres menores de 18 no podían trabajar más de seis horas diarias. Además la ley, reconociendo la realidad de los Patronatos de la Infancia que existían desde fines del siglo anterior, dictaba la prohibición “de la explotación de menores en los orfanatos e instituciones de beneficencia”. Esta ley no incluía el trabajo ambulante ni callejero, ni mucho menos el doméstico.
La preocupación de las clases dominantes por la “niñez abandonada y delincuente”, como la llamaba el doctor Luis Agote, crecía al compás de la participación de los chicos en las luchas sociales. Para ese mismo 1907, cerca del 5% de los participantes de las huelgas registradas en Buenos Aires, eran menores.
Es conocida la participación de los chicos en la “huelga de inquilinos” de 1907. Un artículo de la revista Caras y Caretas contaba “Hasta los muchachos toman participación activa en la guerra al alquiler. Frente a los objetivos de nuestras máquinas, desfilaron cerca de trescientos niños y niñas de todas las edades, que recorrían las calles de la Boca en manifestación, levantando escobas `para barrer a los caseros`. Cuando la manifestación llegaba a un conventillo recibía a un nuevo contingente de muchachos, que se incorporaba a ella entre los aplausos del público.