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15 de febrero de 2017

Macri continúa tomando medidas que agravan la situación de los trabajadores y los sectores populares: despidos, suspensiones, reforma de la ley de ART, no homologa paritarias, como en el caso de los bancarios y pretende avanzar con la flexibilización laboral. 

Metalúrgicos: parar los despidos y suspensiones

Garantizar la lucha desde cada fábrica y sección

 
El salario ya perdió, al menos, el 7% de su poder adquisitivo, mientras continúan los anuncios de aumentos de tarifas. A los ya aplicados y la inflación la frenan con recesión.

 
El salario ya perdió, al menos, el 7% de su poder adquisitivo, mientras continúan los anuncios de aumentos de tarifas. A los ya aplicados y la inflación la frenan con recesión.
Por otro lado beneficia a sus socios y amigos, con la obra pública, con el blanqueo a los familiares del gobierno, pretendiendo poner techo a las paritarias y sobre todo, Macri, cuida su “herencia” beneficiando a su familia con el acuerdo con la quiebra del Correo Argentino.
Por eso, cuando este semanario esté en la calle, la UOM habría marchado el martes 14/2 al Ministerio de Trabajo y el de la Producción por los 183 despidos de Banghó, la empresa de Vicente López, en la provincia de Buenos Aires, dedicada al armado de notebooks y tablets. Ese día termina la conciliación obligatoria y ante la negativa del gobierno de Macri de anular la rebaja de aranceles del 35% para las importaciones, según Emiliano Gallo, secretario de la Seccional Vicente López, peligra la continuidad de la empresa. 
Decimos “habría” porque no tenemos ninguna confianza en una dirección sindical, que frente a la gravísima situación de los trabajadores metalúrgicos, que no es nueva (recordar los cierres de Bosch, Emfer o Paraná Metal) no ha tomado desde hace años, un plan de lucha firme y consistente. Tienen una presencia simbólica en las plantas en conflicto y la única medida de lucha es la movilización de los Cuerpos de Delegados, al margen de la masa metalúrgica.
 
Siguen los despidos y suspensiones
Bangho es el conflicto más visible en el gremio; se habla menos de la situación de Peugeot (única automotriz perteneciente a la UOM) que pasó en los últimos cuatro años de 4.000 compañeros a menos de 1.000. Hace muy poco se produjeron 300 despidos en la planta de Caseros sin que hubiera siquiera un comunicado del Sindicato.
En Villa Constitución están los compañeros de la Comisión Interna reclamando por los ajustes que se pretenden hacer en la sección Colada y los riesgos que implican para la seguridad de los trabajadores. Mefro Wheels (alemana) de Rosario echó a 170 trabajadores y es probable que cierre la planta.
Martínez de la UOM de Río Grande en Tierra del Fuego denunció la pérdida de 6.000 puestos de trabajo en la industria fueguina.
Medios económicos (Centro de Economía Política Argentina) hablan de 88.015 despidos en toda la industria, de los cuales 16.981 pertenecen al gremio metalúrgico, a los que habría que sumarle una parte de los 1.514 que se produjeron en el sector autopartista.
Pero más allá de las estadísticas, en la calle, en los barrios, se percibe y se palpa la oleada de despidos y la falta de trabajo, consecuencia de la política del gobierno de Macri que agravó sobremanera la recesión heredada del kirchnerismo. Por eso la gente se va embroncando, dice con razón el compañero Penayo.
El paro anunciado por la CGT es positivo, pero hacerlo con casi dos meses de anticipación, da la impresión de estar “rogando” que el gobierno haga algo para justificar como levantarlo, por ejemplo seguir devolviendo la plata de la Obras Sociales, que los trabajadores aportaron y CFK retenía indebidamente o algún “anunció” que pueda crear ilusiones al margen de la realidad que vivimos, como los famosos “brotes verdes” de la economía.
Hasta ahora los únicos brotes verdes que crecen en el país, son los de la soja para beneficio de los terratenientes y pooles de siembra y los de los yuyos que aparecen en las más de 5.100 fábricas que cerraron.
Lo que pasa es que “no queremos que nos acusen del fracaso del gobierno”, repiten algunos dirigentes sindicales, asumiendo el argumento de las clases dominantes de que el fracaso de Alfonsín fue producto de los paros de la CGT de Ubaldini. El fracaso de Alfonsín, y de los gobiernos que lo sucedieron, fue la consecuencia de haber legitimado la herencia de la dictadura y no haber atacado la dependencia y la concentración de la tierra, como lo planteó aquella CGT en su programa de 26 puntos.
 
Un camino de lucha
Pero también en la propia central obrera hay sectores que tienen la decisión de luchar. Por abajo se busca la unidad de las luchas, como viene sucediendo con la solidaridad que rodea a los compañeros de AGR Clarín y en muchas fábricas se empieza discutir cómo enfrentar los despidos, las suspensiones y la caída de los niveles salariales, porque va quedando claro lo que afirmamos desde el inicio del macrismo: este es un “gobierno de ricos para ricos”.
La experiencia de las luchas de los trabajadores metalúrgicos demuestra que el motor de ellas fueron los cuerpos de delegados y las comisiones internas, clasistas, democráticas, combativas, que se apoyaron en el conjunto de los trabajadores con el objetivo de defender sus intereses.
Emfer, Bosch, Malhe, Paraná Metal, siguieron ese camino y consiguieron triunfos parciales. La dirección de la UOM prefirió el de la conciliación y la traición y otros la utilización de las justas reivindicaciones y luchas de los trabajadores para “juntar votos” con conflictos mediáticos que terminaron en rotundos fracasos.
Por eso experiencias, importantes y valiosas, volvieron otra vez a demostrar como tantas veces la necesidad de fortalecer los cuerpos de delegados y las comisiones internas para fortalecer las luchas, que no solo deben tener objetivos reivindicativos, sino que además deben expresar objetivos políticos al servicio de las causas populares, defendiendo los intereses nacionales y garantizando la más profunda democracia como lo viene planteando el Partido del Trabajo y del Pueblo y el Frente Popular.