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19 de abril de 2017

Micaela y la “justicia”

Hay que barrer con este Estado podrido

 El femicidio de la joven Micaela García ha vuelto a conmover a nuestro pueblo, que una vez más tomó las calles en todo el país reclamando a los gobiernos de todos los niveles la implementación efectiva de una ley de emergencia en violencia. Arreciaron, con toda justeza, las críticas al juez que liberó al violador y femicida, y se volvió a disparar el debate sobre una justicia con ideología patriarcal.

 El femicidio de la joven Micaela García ha vuelto a conmover a nuestro pueblo, que una vez más tomó las calles en todo el país reclamando a los gobiernos de todos los niveles la implementación efectiva de una ley de emergencia en violencia. Arreciaron, con toda justeza, las críticas al juez que liberó al violador y femicida, y se volvió a disparar el debate sobre una justicia con ideología patriarcal.
Obviamente este juez debe ser destituido, pero no alcanza. Carlos Rossi se ampara, como lo hacen todos, en la legislación actual sobre la reducción de penas, y la no tipificación de qué hacer con los violadores en el actual sistema penal. No es por “garantista” que el juez dejó libre a Wagner, como pretende instalar el presidente Macri usando sin ningún escrúpulo el asesinato de Micaela para su campaña de “mano dura”. Es, como dijeron los compañeros de Gualeguay, una “cadena maldita” que implica a los “tres poderes” del poder estatal.
El crimen de la joven entrerriana, como los que se repiten cada 18 horas en nuestro país, reafirman la necesidad de profundos cambios revolucionarios que puedan barrer las lacras de esta podrida sociedad, y en particular que tiren abajo este infame aparato judicial. 
Por eso, mientras peleamos todos los días -aprendiendo del ejemplo del extraordinario movimiento de mujeres que crece día a día y de la propia Micaela- por medidas concretas contra la violencia hacia las mujeres, no nos olvidamos que necesitamos un gobierno popular y revolucionario que ponga en pie una justicia popular, con tribunales populares y juicios por jurados. Así podremos terminar con jueces que liberan violadores, parlamentos que legislan para esto, y gobiernos que aplican políticas contra el conjunto del pueblo en general, y contra las mujeres en particular.