El afán de superganancias de la patronal del Ingenio Concepción se cobró la vida de un obrero. Otros seis trabajadores presentan quemaduras de distinta gravedad, producto de una falla en un decantador de jugo industrial hirviente.
El afán de superganancias de la patronal del Ingenio Concepción se cobró la vida de un obrero. Otros seis trabajadores presentan quemaduras de distinta gravedad, producto de una falla en un decantador de jugo industrial hirviente.
El 25 de julio una terrible noticia conmovió a los trabajadores tucumanos: en el Ingenio Concepción, propiedad de la firma Atanor (de origen yanqui), siete obreros fueron víctimas de la negligencia de la patronal, que por obtener más ganancias no hizo las reparaciones necesarias para el comienzo de la zafra. Sólo emparchó aquí y allá, dejando expuesto a cualquier clase de peligro a los trabajadores. Este grupo de siete trabajadores cumplía su labor, cuando se les cayó encima jugo de caña hirviendo debido a la falla de un decantador. Un día después, Julio Abraham falleció a causa de las quemaduras en el 90% de su cuerpo y los demás heridos presentan lesiones de distinta gravedad.
Si bien este incidente salió a la luz por su gravedad, ya desde hace un tiempo, distintas fallas vienen provocando accidentes en algunas secciones de la planta azucarera, que por casualidad, no tuvieron como consecuencia heridos graves.
Desde hace tres años Atanor sólo cubre las mínimas obras de mantenimiento para el funcionamiento del Ingenio en la zafra, no cambia repuestos que deberían ser renovados cada año. Por su parte, el gobierno de Alperovich deja vía libre a este accionar.
A esto se agrega la política de tercerización del Ingenio. De los siete obreros damnificados, cuatro de ellos eran de una empresa contratista (no estaban fichados por Atanor).
Los trabajadores azucareros son sometidos a condiciones indignas. La patronal tiene a muchos en negro, los hacen trabajar 12 horas o más, y como si fuera poco, ahora sufren las consecuencias de la falta de inversión en la infraestructura, que se cobró la vida de un compañero.
El directorio de Atanor niega las fallas estructurales de la planta. La bronca entre los compañeros del Ingenio crece, porque la empresa no se hace cargo de lo sucedido. La exigencia de los trabajadores es que se garanticen las condiciones de seguridad e higiene necesarias para poder trabajar. El gremio junto con los trabajadores debe tomar las medidas necesarias para garantizar una investigación transparente que permita esclarecer lo sucedido y exigir justicia por la muerte de Julio Abraham y los seis heridos. En este sentido es lamentable que tanto el dirigente del sindicato del Ingenio y Palina de Fotia hayan manifestado a los medios que el accidente fue por un “error humano”.
Así es como las grandes empresas pretenden descargar la crisis sobre la espalda de los trabajadores. Quieren seguir levantando la guita en pala como lo hicieron todos estos años, pero ahora que el mundo se les vino encima, no les tiembla el pulso para barrer con las conquistas de los trabajadores y por lo visto tampoco les importan las vidas de los obreros.
Mientras ellos se llenan los bolsillos, nosotros dejamos la vida en sus trapiches. Cada peso que ganan está manchado por la sangre del compañero Julio, que perdió su vida a causa de negligencia de la empresa. ¡Hasta la victoria siempre compañero Julio!