Noticias

14 de mayo de 2025

El gobierno, siempre con los grandes empresarios y contra los trabajadores

Milei defiende la explotación laboral

“Acabo de destruir la teoría de la explotación», escucha el trabajador que está haciendo una changa en una obra trabajando 12 horas hoy, porque mañana no sabe si lo llaman. “Puede que los trabajadores estén explotando a los empresarios. Porque son los que compran dinero a cambio de trabajo”, suena en la tele del comedor de la fábrica donde las obreras comen algo rápido para seguir en la línea y juntar una quincena con la que cada vez compran menos cosas.

Estas son afirmaciones del presidente Milei dichas el jueves 8 de mayo, ante uno de sus auditorios preferidos, las y los grandes empresarios reunidos en la 11° edición de Latam Economic Forum 2025, en Parque Norte, CABA. No estaban los de las miles de pymes cerradas a consecuencia de este plan de gobierno.

¿Hay que contestar semejantes burradas? Sí, hay que contestarlas. Porque el que las dice es el presidente de la nación, que está llevando adelante un plan de hambre y superexplotación para la mayoría, con el que pretende llevar a la Argentina a los tiempos en los que no existían los derechos laborales.

Por eso dijo también Milei, sonriente ante sus aplaudidores, que el salario mínimo, que este gobierno está hundiendo cada vez más y que sirve de referencia para los ingresos de millones de trabajadores, es “una distorsión del mercado”.

Para el presidente, que se establezca que un empleador no pueda pagar menos de $302.600 para los trabajadores mensualizados que cumplan con la jornada completa, está mal. El salario mínimo no tendría que existir, ese es el sueño de Milei y de los sectores de las clases dominantes que sostienen a este gobierno.

Mal que le pese a Milei y sus delirantes teorías “anarcocapitalistas”, la explotación laboral existe. Y fue Carlos Marx el que desentrañó que en la base del sistema capitalista la fuerza de trabajo, o sea la capacidad de trabajar de las personas, se convierte en mercancía. Y que del uso de esta mercancía por el capitalismo surge la plusvalía.

Porque para que el capitalista obtenga una ganancia, el capitalista “compra” una mercancía cuyo uso tiene una particularidad, produce valor. Esa mercancía es la fuerza de trabajo. Como lo explicaba, siguiendo a Marx, nuestro camarada Eugenio Gastiazoro: “La fuerza de trabajo es la capacidad o potencial de trabajo. No debe confundirse con el trabajo mismo, es decir, con el acto de trabajar o uso de la capacidad de trabajo. Esta diferenciación adquiere todo su sentido en la sociedad capitalista, ya que lo que compra el capitalista no es el trabajo sino la capacidad de trabajar de una persona durante un determinado número de horas o días, que luego empleará o usará en su empresa, es decir, fuera del mercado donde se realiza el acto de compraventa de la fuerza de trabajo”.

Y Marx descubrió el secreto mejor guardado de este sistema capitalista, hoy transformado en imperialista: la obtención por parte del capitalista de la plusvalía, esa palabra que descompone a Milei. ¿Y cómo se obtiene ese excedente? Sigamos a Gastiazoro: “el conjunto de bienes que consumen los obreros requiere un tiempo determinado de trabajo social, digamos tres horas diarias. El capitalista compra entonces el derecho de usar la capacidad de trabajo por su valor, es decir el equivalente en dinero de esas tres horas de trabajo social (lo que en esas condiciones histórico-sociales necesita el obrero para mantenerse en condiciones de producir y reproducirse). Pero lo hace trabajar, no tres, sino ocho horas, con lo que el valor que obtiene, al final de la jornada es superior al pagado. Ese mayor valor es la plusvalía”.

Es al revés de lo que plantea Milei. En el capitalismo, el obrero vende su fuerza de trabajo a cambio de un salario, y tanto en tiempos de Marx como en la Argentina de hoy, una cosa es el salario nominal y otra el real, que es lo que se puede comprar efectivamente. Por eso la clase obrera sostiene una lucha permanente para que el salario real cubra las condiciones de vida digna a la que cualquier trabajador o trabajadora tiene derecho.

Y en un país dependiente como el nuestro, el nivel de los salarios es más bajo que en los países imperialistas, porque al atraso de la explotación capitalista se suman los efectos de la explotación imperialista y la opresión latifundista, con las cargas de los superbeneficios que obtienen los monopolios, y de la renta terrateniente.

 

hoy N° 2059 14/05/2025