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02 de octubre de 2010

Los días 13, 14 y 15 de octubre se realizó con éxito nuestro Encuentro. Lo garantizamos todas, desde los talleres, defendiendo lo que hace 22 años nos mantiene unidas.

Miles lo hacemos, miles lo defendemos

22 Encuentro Nacional de Mujeres.

Volvimos a hacer el Encuentro. “A pesar de todo”, más de 25.000 mujeres volvimos a protagonizar esto tan nuestro, único espacio de este tipo en el país y el mundo.
La Comisión Organizadora garantizó el alojamiento de todas las compañeras, hubo becas de comida, y pese a los múltiples inconvenientes, el Encuentro se hizo.
En una Córdoba que viene convulsionada por las marchas contra el fraude electoral; las aulas, pasillos y patios de facultades y colegios se llenaron de mujeres con ganas de debatir, de contar, de conocer la realidad y de luchar para transformarla.
Fueron más de 130 talleres los que funcionaron durante estos 3 días. Muchos de ellos abordaron toda la problemática en relación al medio ambiente, al trabajo, al salario, a las condiciones laborales que las mujeres soportan en la Argentina de K, analizando sus medidas de lucha, realizando propuestas nuevas y planteándose qué organizaciones sindicales necesitan para avanzar.
Más de 20 talleres abordaron el tema de la violencia hacia la mujer, hacia las niñas, el abuso infantil, las violaciones. En cada taller saltaron crudamente a la luz, cosas de las que hasta hace poco no se hablaba. El hecho de que una madre pueda contar que su hija fue violada muestra la importancia de un tipo de organización que permite que cada mujer diga lo que quiere y necesita decir. A veces con dolor, con sufrimiento, con bronca. Se discutió acerca del papel del Estado que, lejos de estar “ausente”, está bien presente para agudizar los problemas del pueblo y mantener su complicidad con una Justicia que deja libres  a los violadores, que pone trabas (y más si sos pobre) para que se llegue a la verdad y se identifique a los responsables, garantizando la impunidad. Se demostró que la violencia y el abuso contra la mujer crecen día a día. Se demostró que el caso de Romina se multiplica en miles.
Más de 25 talleres abordaron el tema del aborto, la sexualidad, la anticoncepción. Fue en estos talleres donde la discusión por momentos se tensó mucho con sectores reaccionarios de la Iglesia, que siguen tildando de asesinas a las que plantean la necesidad de abortos legales y gratuitos para que las mujeres humildes no se sigan muriendo, y con un sector sectario que al no partir de la gran necesidad que tienen la mayoría de las mujeres, no permite debatir las posiciones .
Fue muy masivo el taller de mujer y pueblos originarios. Un taller que tiene su particularidad: no se divide y busca un lugar de funcionamiento en el que las participantes se puedan sentar en círculo, mirándose. Las compañeras, qom, mapuches, guaraníes, diaguitas y de otras comunidades contaron sus sufrimientos, el hambre, la muerte y las condiciones terribles en las que viven. Plantearon la necesidad de tierra, semillas, agua potable; la necesidad de unirse con otros sectores para luchar por conseguir frenar el verdadero genocidio que sigue a más de 500 años de la conquista; la necesidad de que se vayan esos funcionarios que parecen dormir detrás de sus anteojos negros mientras ellas reclaman lo que les corresponde.
Las jóvenes debatieron con protagonismo en los talleres de mujer y juventud, también las mayores tuvieron los suyos. Hubo varios talleres sobre el medio ambiente, sobre la organización barrial, derechos humanos, educación y salud, sólo por dar algunos ejemplos. Cada “encuentrera” pudo encontrar su lugar para debatir el tema que le interesaba.

El Encuentro fue un éxito
El hecho de que hayamos salido más unidas y fortalecidas para seguir la lucha en cada uno de nuestros lugares, se debe a que se pudo garantizar un funcionamiento verdaderamente democrático, horizontal, en donde las compañeras más sencillas se sientan cómodas para hablar.
En Córdoba tuvimos que librar nuevamente la pelea contra un grupo que quiere cambiar justamente lo que nos permitió llegar a este masivo 22° Encuentro. Un grupo que, planteando que los Encuentros no sirven de nada porque “es lo mismo todos los años”, quiere imponer un método sectario y de activo. A la cabeza de este grupo está nuevamente la rama femenina del PTS, Pan y Rosas, que además de sostener esa posición actúa como grupo de choque para impedir que los talleres funcionen. Intentan fracturar otra vez este instrumento que nos ha hecho avanzar tanto. Con esto, resultan funcionales al gobierno de K y a las clases dominantes, porque impiden que se golpee la política de mentira, hambre y entrega de la riqueza del país, política responsable de las penurias y sufrimiento de las mujeres. Con esta actitud, los K “no existen”.
También le hacen el juego al grupo reaccionario y minoritario de la Iglesia, que en este Encuentro tampoco estuvo dispuesto a debatir democráticamente, manteniendo una posición provocadora. Así, tanto un grupo como otro se ponen en contra de la inmensa mayoría de las mujeres y por eso fracasan. Esto quedó en evidencia con la ovación en el plenario de cierre cuando se planteó defender el espíritu del Encuentro.
Pese a estos grupos se logró mantener el funcionamiento y el protagonismo de las mujeres en los talleres. Triunfó, una vez más, lo que denominamos el espíritu del Encuentro.