1. El giro estratégico yanqui
Con la asunción de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, el viernes 20/1, comienzan a aclararse los interrogantes: la incertidumbre sobre el giro estratégico de esa superpotencia, y sus consecuencias en el mundo, en América Latina y en la Argentina.
1. El giro estratégico yanqui
Con la asunción de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, el viernes 20/1, comienzan a aclararse los interrogantes: la incertidumbre sobre el giro estratégico de esa superpotencia, y sus consecuencias en el mundo, en América Latina y en la Argentina.
¿Qué es Trump y qué es su gobierno?
Un “populista”, según Cabrera, el ministro de Producción de Macri (lo mismo dijeron de Chávez y de Cristina K). “Un peronista” que quiere “hacer lo mismo que hicimos nosotros”, según Guillermo Moreno, el ex secretario de Comercio de Cristina (que dijo algo parecido). Por su parte, Massa se entrevistó con Giuliani, el jefe de asesores de Seguridad de Trump, fue a la asunción, y después fue a la marcha opositora. Muchos coqueteos.
Una cosa es el nacionalismo como expresión de la resistencia de un país oprimido por el imperialismo. El “nacionalismo” de Trump, como jefe de la mayor superpotencia del mundo, es la expresión, a fondo, de la política de explotación de los trabajadores, y de dominación y saqueo imperialista de nuestras naciones oprimidas.
Trump se montó sobre la bronca de trabajadores y sectores medios golpeados por la migración de parte de la industria a los países de mano de obra barata. Su gobierno expresa a las fuerzas más reaccionarias, más agresivas y fascistizantes, que impulsan una política de ofensiva para recuperar el terreno perdido, y disputar, con guerras comerciales y convencionales, un nuevo ciclo de hegemonía mundial. Su objetivo es frenar la expansión estratégica del imperialismo chino. Para lo cual, amaga concesiones y hace amenazas a Rusia, buscando la ruptura de la alianza chino-rusa.
A Trump lo aplauden los racistas del Ku Klux Klan y el Tea Party. Y expresa al complejo militar-industrial, las petroleras y el acero, entre otros monopolios.
Las ideas de que Trump es el fascismo, y por lo tanto hay que “aliarse” con China y Rusia, son, en el mejor de los casos, suicidas. Con distintas posiciones, los gobiernos de Venezuela, Brasil y la Argentina hicieron “alianzas estratégicas” con China y Rusia. Los tres están en crisis económica, y con parte de sus riquezas en manos de los monopolios de esos imperialismos. Y en cuanto a posiciones fascistas, Putin y Xi Jinping, no tienen nada que envidiarle a Trump.
2. En las calles contra Trump
El movimiento de mujeres fue la avanzada de enormes movilizaciones contra Trump. (pág. 15) Una rebelión contra sus repugnantes ideas y hechos sobre la mujer. Se sumaron movimientos de inmigrantes contra la xenofobia, de derechos humanos, una gran masa de jóvenes que rechazan la nominación del nuevo presidente, y numerosas personalidades de la cultura y progresistas.
Macri, después de arrastrarse atrás de la candidata derrotada, Hillary Clinton, ha buscado reconciliarse con Trump, con quien intentó negocios que fracasaron. La cúpula del kirchnerismo lo hace “peronista”.
La extraordinaria respuesta de las mujeres, la juventud y el pueblo, contra Trump, muestra las reservas democráticas de los pueblos frente a los avances del fascismo y el belicismo imperialistas. Y marca a fuego la voluntad de sometimiento, la mentalidad dependiente, de la burguesía intermediaria y los grandes terratenientes de los países oprimidos como el nuestro. Esto es muy grave, en un mundo en el que 8 millonarios tienen la misma riqueza que la mitad de los habitantes del planeta, y se multiplican las guerras. Una firme vocación democrática, patriótica y nacional, es imprescindible hoy para afrontar los peligros que entrañan los Trump, los Putin y los Xi Jinping.
3. Estamos mal y vamos mal
En 15 años se triplicó el número de villas en el Gran Buenos Aires, pasaron de 385 en el 2001 a 1.134 ahora. En el 2016 hubo 127.000 despidos y decenas de miles de suspensiones. Crecen el hambre y la pobreza, mientras el gobierno demora la reglamentación y la aplicación de la Ley de Emergencia Social.
Gran parte del pueblo, de la ciudad y el campo, está sufriendo situaciones muy graves: incendios gigantescos, inundaciones, aludes, sequías, etc. Este gobierno de ricos para ricos mira para otro lado, sin dar respuestas a las urgencias de fondo a las urgencias populares.
El gobierno busca generalizar el acuerdo para Vaca Muerta, que recortó los salarios, flexibilizó el trabajo y agravó la inseguridad laboral. Mientras las petroleras, como YPF, siguen despidiendo. Recortó por decreto los derechos de los trabajadores frente a las ART: abaratan la indemnización por accidentes de trabajo. Y puso un techo a los aumentos salariales en las paritarias del 18%, cuando la mayoría de los gremios firmó entre 7 y 15% por debajo de la inflación, a lo que hay que sumar la inflación real de este año.
El ajuste de Macri descarga sobre los trabajadores, los campesinos y el pueblo, la crisis que provocaron los monopolios y los grandes terratenientes.
4. Unir fuerzas hacia un paro nacional
El 2016 terminó con una inflación del 45%, la caída de los permisos para construcción (21%), bajó el consumo minorista (5,4%). Después de varios años de estancamiento, se agravó la recesión de la industria: de 721.000 automotores despachados por las terminales 218.000 se produjeron en el país y 503.000 son importados, favorecidos por la baja de los impuestos.
Están en lucha los trabajadores de Clarín, el 18 hubo una jornada de solidaridad, de la CCC y otras organizaciones. Sigue la lucha contra los despidos de los trabajadores de ATE del Ministerio de Educación nacional, y del Senasa de General Roca (Río Negro). Los metalúrgicos se movilizaron al Ministerio de Trabajo ante el inminente cierre de Banghó que dejará a 500 trabajadores en la calle.
La CCC, la CTEP y Barrios de Pie van a una jornada de lucha el 31/1, por la reglamentación de la Ley de Emergencia Social y su puesta en práctica; y otras medidas de lucha en febrero. Siguen sin resolverse los reclamos de los pequeños productores regionales, como denuncia la Federación Nacional Campesina.
El reguero de luchas y de urgencias reclama un paro nacional activo y multisectorial que le pare la mano al ajuste y la entrega de Macri.
5. La necesidad de una tercera fuerza
El 2016 arrancó con luchas, que se van a multiplicar ante la liquidación de conquistas que pretende imponer Macri. El pueblo no quiere retroceder y va a las calles contra el ajuste; aunque hay sectores en lucha que le dan tiempo a Macri. Y hay mucha discusión política en las masas.
El desafío es trabajar activamente para agrupar, con un programa, todo lo posible de los sectores que están unidos en la lucha. No una fuerza testimonial que sea izquierda del sistema.
Se trata de participar activamente en el debate de las masas con la necesidad de una tercera fuerza popular, patriótica y democrática. Una fuerza que dé respuestas concretas para avanzar sobre los problemas de fondo de esta argentina latifundista y dependiente: 4 millones de puestos de trabajo, 2 millones de viviendas, 1 millón de nuevas chacras, recuperar la soberanía energética, recuperar los recursos naturales para industrializarlos cuidando el medioambiente, tolerancia cero al narcotráfico y la trata, defensa de la soberanía sobre Malvinas, el Atlántico Sur y la Antártida.
Hay plata si se la usa al revés de lo que hace Macri: en vez de un gobierno de ricos para los ricos que provocaron la crisis; que paguen la crisis los monopolios, bancos y grandes terratenientes que la provocaron. Y decomisando los bienes mal habidos por la corrupción.
Ese es el gran desafío que proponen el PTP y el PCR, las fuerzas del Frente Popular y los frentes de cada provincia. Para crear las condiciones para un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.