• En la ciudad de Zhongtang (provincia de Guangdong, sur de China), el despido a fines de noviembre de 500 obreros en la fábrica de juguetes Kaida (6.500 empleados), derivó en violentas protestas y disturbios. Cientos de despedidos destrozaron las oficinas de la empresa y se enfrentaron a la policía. También hubo manifestaciones de los trabajadores de He Jun, gran empresa que cerró sin pagar los salarios.
• En la Unión Europea se produjeron luchas en Letonia, Lituania, Bulgaria y Grecia (y fuera de la UE, en Islandia donde una semana continua de protestas populares volteó al gobierno). Luego se sumaron la masiva huelga general del 29/1 en Francia y el inicio de movilizaciones en Alemania y España.
Las revueltas antigubernamentales en Letonia y Lituania (en sus capitales Riga y Vilna los choques dejaron 26 manifestantes y 14 policías heridos) y en Bulgaria, siguieron a las que a finales de diciembre sacudieron durante varios días a Grecia, donde los sindicatos y los estudiantes jaquearon al gobierno. En Vilna se llevaron a cabo once marchas convocadas por los sindicatos.
La UE teme que esos estallidos se produzcan en cascada, amenazando la estabilidad de los gobiernos e incluso de la propia Unión.
• En Francia los protagonistas principales de las movilizaciones fueron los obreros del automóvil y los ferroviarios, a los que se sumaron los estudiantes en repudio a las reformas privatistas de Sarkozy.
• El domingo 18 de enero se realizó en Zaragoza (España), una marcha convocada por Comisiones Obreras. Allí y en Cataluña hubo manifestaciones contra los llamados Expedientes de Regulación de Empleo (ERE), como los puestos en práctica por grandes monopolios como Ford de Almussafes en Valencia, o Nissan en Barcelona que preveía el despido de 1.600 trabajadores.
El 1º de febrero manifestaron en Sevilla sindicatos y trabajadores provenientes de toda Andalucía, en protesta “contra el capitalismo y contra la crisis que él mismo ha creado”.
• En un clima de creciente angustia por la incesante oleada de despidos, en toda Europa crecen manifestaciones de racismo y odio al inmigrante, y reverdecen grupos y partidos fascistas y neonazis.
La huelga de trabajadores petroleros ingleses oponiéndose a la contratación –por una empresa italiana asociada a la francesa Total– de obreros extranjeros italianos y portugueses “más baratos” en la refinería de Lindsey, muestra que la crisis económica mundial resucita no sólo el nacionalismo de las burguesías imperialistas sino también sentimientos divisionistas y xenófobos en grupos de la propia clase obrera, que culpan de su situación a los obreros extranjeros y pueden ser así utilizados por sectores fascistas de esas burguesías para su disputa con imperialismos rivales y para debilitar al propio proletariado.
Trabajadores de unas 20 compañías en Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte se sumaron al reclamo de “trabajos británicos para trabajadores británicos”. El gobierno inglés hizo concesiones en protección del “trabajo nacional”, aún contraviniendo las normas ultraliberales de la UE.