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03 de octubre de 2010

Mitos y realidades

14/7/08> Violencia en la familia (nota 2 de 3)

“las mujeres llevan sobre sus espaldas la mitad
del cielo y deben conquistarlo” Mao Tse Tung

En febrero de 1988 una noticia acaparó todos los medios de comunicación: el ex boxeador Carlos Monzón mató a su ex esposa –Alicia Muñiz- tirándola por el balcón de un primer piso.
Por la popularidad de Monzón el asunto tuvo mucha resonancia, se desataron debates, cuestionamientos y comenzó a tomar estado público que esta conducta violenta no era  excepcional, ni en la historia del boxeador ni en general en la sociedad.
Para ese entonces en nuestro país ya existían trabajos e investigaciones sobre este tema, que continuaron ampliándose, aunque limitados al terreno de los especialistas en “estudios de género”.
Las mujeres empezaron a denunciar públicamente, a recurrir a la justicia, a los centros hospitalarios, a grupos de debates, de reflexión, etc. podemos señalar que hoy ya es un tema reconocido socialmente, si bien con mucha resistencia.
¿A qué se debe esta resistencia? Cómo decíamos en la nota anterior, la conducta violenta de muchos hombres hacia las mujeres obedece a un aprendizaje familiar y/o social. Desde chicos presenciaron golpes en su casa, o bien en la calle o en la escuela. Aprendieron que “ser macho” es imponer su opinión de cualquier manera. Se niegan al diálogo con la mujer, no pueden resolver las diferencias de opiniones respetando otros puntos de vista.
También la historia, miles de años de historia, nos muestran al hombre decidiendo y a la mujer obedeciendo, considerada como un sujeto menos capaz que el hombre. Hasta la actualidad sigue estando instalada en buena medida esta idea que el espacio público es para el hombre y el privado (la casa, los hijos) para la mujer.

A ninguna mujer le gusta que le peguen
Hay numerosos mitos (creencias erróneas que la mayoría de la gente acepta como verdaderas) que buscan justificar el fenómeno de la violencia contra la mujer en las relaciones de pareja.
Contraponemos algunos de estos mitos y la realidad contada por sus víctimas, que fue posible constatar en reuniones de grupos de reflexión (trabajo que se viene haciendo desde hace tiempo) y en los talleres del Encuentro Nacional de Mujeres con concurrencia masiva a los talleres de “Mujer y Violencia”:

“A las mujeres les gusta que les peguen”
En ningún caso se experimenta placer en las relaciones de abuso. Los sentimientos más comunes son miedo, debilidad, dependencia, impotencia, humillación y vergüenza. 

“Ellas se lo buscan, algo hacen para provocarlo”  
La conducta violenta es de absoluta responsabilidad de quien la ejerce. No hay “provocación” que justifique una trompada o una patada.

"El maltrato emocional no es tan grave” El maltrato emocional continuado, aún cuando no exista violencia física, provoca consecuencias muy graves y desequilibrio emocional.

“La conducta violenta es algo innato que pertenece a la esencia del ser humano”
La violencia es una conducta aprendida a partir de modelos familiares y sociales que la utilizan como un recurso válido para resolver conflictos. Se aprende a utilizar la violencia en la familia, en la escuela, en el deporte, en los medios de comunicación. Por lo tanto, de la misma manera es posible aprender a resolver las cuestiones conflictivas de otra forma.

“Si hay violencia no puede haber amor”
Los episodios de violencia no ocurren en forma permanente. En los momentos que no se atraviesa la fase más violenta, el amor convive con la violencia, ya que ésta siempre flota en el aire. Es un  tipo de amor dependiente, posesivo, basado en el miedo y la inseguridad, por parte de ambos.

“El consumo de alcohol o de drogas es la causa de actitudes violentas”
De hecho muchas personas alcohólicas no son violentas en su hogar. Hay hombres violentos que no son alcohólicos ni consumen drogas.

Como lo señalamos, todavía muchas mujeres ocultan lo que les está pasando. Sufren en silencio, se sienten humilladas y les da vergüenza contarlo. ¿Quién tiene que tener vergüenza? ¿Al hombre no le da vergüenza pegarle a su mujer?
Entender  este fenómeno como un problema social implica cuestionar estas creencias.  Implica también considerar que cualquier acto de violencia de una persona hacia otra constituye un crimen independientemente de que ocurra en la calle o dentro de la casa.
Por estos motivos, vemos que no se trata de un “problema privado”, que no es una cuestión doméstica en la que nadie, fuera de la familia, debe intervenir.

Un camino para abordar el problema colectivamente
Es un problema social y como tal el Movimiento de Mujeres lo está encarando. Empezamos a trabajar con grupos de mujeres en barrios donde están organizadas, en un comedor, en un merendero, en una salita.
Convocadas por Amas de Casa del País se organizaron grupos de mujeres que, coordinados por psicólogas sociales, abordaron esta temática con un doble objetivo: sostener y acompañar a las víctimas a encontrar caminos de solución para su situación y formar agentes de prevención de violencia en la familia.
De esta forma, ellas y el Movimiento pueden tomar en sus manos el problema y a partir de entender esta temática, poder ayudar a otras mujeres del barrio.
En esos grupos las mujeres pueden hablar de  sus preocupaciones. La violencia que padecen no es lo único que las aflige: la falta de trabajo, la educación de sus hijos, su sexualidad, el embarazo adolescente, pensar todo su proyecto de vida, que muchas veces se circunscribe a tener hijos. En esos grupos se reflexiona acerca de nuestros modelos culturales: por qué fue relegada la mujer al ámbito privado, a hacerse cargo de la casa y los hijos. Cuando trabaja fuera de la casa, gana menos que los hombres por el mismo trabajo. ¿Por qué tiene que hacer todo el trabajo doméstico?
Cómo es que, aún habiendo salido en medio de la crisis, a buscar cualquier trabajo, a la lucha y a los cortes de ruta, siendo en muchos casos sostén del hogar, sigue siendo la única responsable de la casa y los hijos. ¿Y soportando violencia? ¿Cómo se hace para modificar este tipo de relaciones?
Se ha visto en los grupos que cuando las mujeres pueden vislumbrar sus capacidades y todo su potencial, junto a la idea de su independencia económica, les permite ir encontrando algunos caminos de modificación de su situación actual.
Los grupos han sido muy importantes en este camino, y muchas veces el principal sostén de las víctimas de violencia.