Con mucho dolor, pero con un profundo orgullo por el gran ejemplo de lucha que nos deja, despedimos a nuestra querida camarada y compañera Mónica Coria.
Mónica se sumó a la construcción de la Corriente Clasista y Combativa a fines de los ‘90, en la lucha contra el hambre, y desde sus inicios organizó las ollas populares en su querido barrio Corchito, que luego se convirtió en el comedor Un Ángel con Amor. Desde allí y como dirigente de la CCC contribuyó, todos estos años, a construir y sostener los comedores a nivel provincial que vienen resolviendo la alimentación de miles de niños y ancianos, en Jujuy, hace más de veinte años. Siempre tuvo en claro que la lucha para resolver las necesidades urgentes de nuestro pueblo, no era un acto de caridad o de mendigar a los gobernantes, sino que debía ser un camino de organización y protagonismo de los más oprimidos, para lo que era necesario contar con herramientas política propias. Por eso, desde muy joven se sumó al Partido Comunista Revolucionario, conformando su dirección zonal; así como también fue activa constructora de su instrumento electoral: el Partido del Trabajo y del Pueblo.
Siempre eligió el camino del hacer colectivo, y tenía una confianza enorme en las capacidades del pueblo para organizarse, por lo que no descansó nunca en esta tarea e integró diferentes frentes de lucha: formó parte y fue presidenta de Inprodes, asociación que permite el desarrollo de diversos proyectos sociales en articulación con la CCC, siempre estuvo presente en las batallas contra la opresión de género, derrumbando las propias barreras y organizando año tras año los viajes a los Encuentros Nacionales de Mujeres y cada una de sus luchas específicas.
La Moni nos deja un ejemplo de todo lo que es posible transformar a pesar de la adversidad. Le peleó a la vida siempre, a pesar de situaciones muy duras que tuvo que vivir desde su infancia. No se resignó a que lo que le vino dado debía ser así. Por eso entre otras cosas, cuando pudo, logró terminar la secundaria, seguir estudiando siempre y recibirse de psicóloga social.
Como profesional y militante política incansable, en los últimos años emprendió junto a sus compañeras de comedor un gran desafío: transformar ese comedor que comenzó como un fueguero en los márgenes del río, en un Casa de Atención y Acompañamiento Comunitario que forma parte del Movimiento «Ni Un Pibe Menos por la Droga». En estos días, el CAAC cumplió tres años y es un ejemplo a nivel nacional, incluso en estos momentos de aislamiento, de que un mundo distinto es posible. Allí se atienden a decenas de jóvenes en situación de consumo problemático, realizando una enorme tarea social y en dónde, además de alimentar a más de 400 personas de manera diaria, se alimenta la esperanza de que es posible, y necesario, dar vuelta el viento.
Abrazamos fuertemente a Camilo, Tiziano y Ámbar, sus queridos nietos que la llenaban de alegría; y a sus hijos e hijas de quienes Mónica estaba orgullosa, que además de ser parte de ese proceso, continúan en el camino de lucha contra las desigualdades y las injusticias.
Hoy N° 1824 22/07/2020