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10 de julio de 2025

Los oscuros intereses que banalizan las consecuencias de las ingestas alcohólicas

Morir de alcohol

Reproducimos un trabajo del profesor Horacio Tabares para la cátedra Salud Mental y Consumos Problemáticos de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario.

El 25 de noviembre de 2020 fallecía Diego Armando Maradona. Con él desaparecía uno – sino el mayor- futbolista de todos los tiempos, y un atleta incomparable. Aquel que en la lucida caracterización de Víctor Hugo Morales fue definido como el “barrilete cósmico”.

Su autopsia nos informa que las causas de su deceso fueron: Edema agudo de pulmón, secundaria a una insuficiencia cardiaca congestiva agudizada. Además de una cirrosis hepática.

Nos informamos en el texto Principios de Medicina Interna de Harrison, que este último cuadro es conocido como “Hepatopatía y cirrosis alcohólica”, y dice: “La cirrosis alcohólica, denominada históricamente cirrosis de Laennec, es el tipo más frecuente de cirrosis en Norteamérica y en muchas zonas de Europa occidental y de Sudamérica… La cirrosis alcohólica solo es una de las múltiples consecuencias de la ingestión crónica de alcohol, y con frecuencia acompaña a otros tipos de lesiones hepáticas inducidas por el alcohol”.

En el mismo texto nos enteramos que la miocardiopatía dilatada reconoce como causalidad las ingestas desbordadas de alcohol.

Queremos decir lo que se ha pasado por alto en las incontables notas periodísticas que motivó el deceso del Diego. Que todo esto indica que Maradona murió de alcohol.

Entonces la vida y la muerte del Diego puede ser leída como la trágica parábola del destino que el poder tiene reservado a aquellos talentosos que, habiendo salido de las clases populares, nunca olvidaron sus orígenes y lo defendieron enfrentando al sistema.

Porque eso fue el Diego, nació en un barrio pobre, se formó en el potrero y exhibió sus dotes por el mundo. Pero fue rebelde y no se doblegó ante los que mandan. Así fue que le pasaron factura en aquel Mundial en EEUU en 1994, donde lo sancionan por doping, y que motivó que el Diego declarara; “me quebraron las piernas”.

El poder sabe dónde golpear, y después el derrumbe, la lucha interminable contra el alcohol y las sustancias que lo iban minando por dentro, terminaron con este fabuloso atleta.

El Diego pasó a ser uno más de las 8.000 personas que mueren en nuestro país debido a las ingestas alcohólicas. Que hoy no son más que una cifra impersonal en una fría estadística, detrás de las cuales palpita un universo de dolores, angustias y frustraciones que muchos intentaron –vanamente– tapar con el vaso de alcohol.

Hoy se ventila en la Justicia las responsabilidades por la muerte del Diego. Abundan acusaciones originadas en rencillas domésticas, que ocultan la avaricia con la que varios que rodearon al Diego miran sus pertenencias. Como decía la notable palabra del tango de Enrique Santos Discépolo “Yira, yira”: “cuando manyés que a tu lado se prueban las pilchas que vas a dejar”.

Otros, ávidos del éxito momentáneo que brindan las cámaras televisivas, lanzan improperios y señalan imputando a un enfermero de ser el causante del final del Diego.

Pero en esta feria grotesca no aparece sentado en el banquillo de los acusados el verdadero responsable, o sea un sistema implacable que instrumentó el alcohol y las drogas para derrumbar al Diego, y convertirlo en lo que fue en sus últimos días: una cáscara vacía que sólo era una sombra de aquella maravilla que fue.

El caso del Diego es solo una viñeta que desnuda la monstruosa banalización de las ingestas alcohólicas a las que asistimos inadvertidamente en nuestra sociedad.

Banalización de los consumos de alcohol que oculta que en nuestro país mueren anualmente 8.000 personas por esa causa, o sea 22 personas por día. Que es causal de más de 200 enfermedades gastrointestinales, cardiovasculares, cerebrovasculares y lesiones por riñas y accidentes.

Que en la última Encuesta Nacional sobre Consumos realizadas por Sedronar en el 2023 resultó que el 67% de la población de 15 a 65 años consumió algún tipo de alcohol durante ese año.

Que durante el periodo 2019/2023 según Scentia hubo un incremento en las ventas de bebidas alcohólicas del 34 %.

Que se estima que cada persona consume casi 10 litros de alcohol puro por año.

Que la cerveza es la bebida alcohólica más consumida, con 41 litros por persona por año.

Que el consumo de alcohol entre los 12 y 17 años ha aumentado un 50% en los últimos siete años, particularmente de cervezas.

Que también se ha difundido el consumo de bebidas como el fernet (casi 37% de alcohol) y del vodka mezclado con gaseosas.

Frente a este aumento indudable, tanto de la producción como de los consumos de alcohol nos encontramos con:

Tanto la Ley Nacional de Salud Mental 26657, como la Ley Provincial de Salud Mental 10.772/91, no tienen en su texto una sola mención a los daños emergentes de los consumos problemáticos del alcohol.

Que carecemos de Institutos estatales especializados en la Prevención, Tratamientos, y Formación de Especialistas en Problemas causados por los Consumos de Alcohol.

Sobre alcoholización y alcoholismo

Según Eduardo Menéndez el alcoholismo, como parte del proceso de alcoholización, constituye un fenómeno que en gran medida debe ser referido, en su causalidad y desarrollo, a procesos socioculturales y económicos/políticos.

Así es que la alcoholización constituye los procesos y estructuras económico – político – socioculturales que operan en una situación históricamente determinada para establecer las características básicas del uso y consumo del alcohol por los conjuntos sociales y es dentro de ese proceso que deben ser incluidos el alcohol, el alcoholismo y el complejo alcohólico. Por cierto, que cuando en una población se haya más extendido el proceso de alcoholización mayores serán los niveles de alcoholismo.

El alcoholismo son las consecuencias patológicas, físicas y mentales generadas en forma directa por el consumo de alcohol.

Las consecuencias negativas del consumo de alcohol parecen estar incrementándose tanto a nivel de estructuras macro sociales (trabajo) como micro sociales (grupo familiar). Afecta a todos los estratos sociales, aunque determinadas causas de morbimortalidad afectan más a los estratos que sufren un alto nivel de desamparo y por tanto son más vulnerables. E. Menéndez agrega, “para una parte del saber y de la práctica médica, la mortalidad por cirrosis constituye una mortalidad de clase”.

Como dice una copla popular:  El alcohol quita las penas / las penas quita el alcohol / Y quitando poco a poco/ quisiera quitarme yo.

Mientras que el complejo alcohólico se refiere al conjunto de consecuencias patológicas físicas y mentales directas e indirectas (una parte de los accidentes, de los homicidios, de las lesiones, de los padecimientos mentales) producidas por el uso y consumo del alcohol. En circunstancias específicas este complejo puede incluir otros padecimientos como desnutrición o tuberculosis broncopulmonar.

 

hoy N° 2067 10/07/2025