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02 de octubre de 2010

Moriré conociendo Disneylandia

Cine: “¿Quien quiere ser millonario?”, ganadora del Oscar

¿Quién quiere ser millonario?, la coproducción de EE.UU.-Gran Bretaña dirigida por Danny Boyle ganó el Oscar a la mejor película y se alzó con 7 estatuillas más. No dejó por eso de despertar polémicas: desde protestas de la India hasta las críticas que la asemejan a uno más de los banales productos de Hollywood.
Con el título original de Slumdog millionaire, algo así como “Perro callejero millonario”(slum llaman también a los barrios de emergencia), está basada en la novela Q & A, del escritor indio Vikas Swarop. El guión cinematográfico pertenece a Simon Beaufoy, que hizo tres viajes “de investigación” a la India y reconoce también inspiración en películas de ese país. Es indio además el codirector del film: Loveleen Tandan.
Así como aparecen mezclados en la voz de sus personajes el hindi que se habla en Bombay (o Mumbaî) con el inglés, parecen amalgamarse también en ¿Quién quiere…? dos películas simultáneas. Por un lado, una línea narrativa que recuerda a las historias hollyoodenses, y a los teleteatros de la tarde de final feliz. El que pasa repentinamente de muy pobre a muy rico, gracias a la fuerza de su propio deseo y a la constancia para alcanzarlo. El que “porque está escrito” hace lo que se debe, y se ve recompensado. El que no da importancia al dinero sino a los más profundos afectos, y se convierte en triunfador. Porque, después de todo, “Dios es bueno”, como dice un personaje a punto de morir. Ese relato se corona con un entusiasta baile final, como si lo que hubiéramos visto antes no fuera más que un alegre musical juvenil.
Sin embargo, llegamos hasta allí después de transitar escenas que nos hacen salir del cine golpeados de realidad, de dolor y amargura.
Este doble mensaje es permanente: hay un policía comprensivo, pero antes torturó. Hay unos niños pícaros y alegres, pero es más fuerte el drama de su tragedia y abandono, la indigencia extrema en que viven y la explotación de la infancia. Hay un hermano que traiciona y al mismo tiempo es capaz de dar su vida. Todo esto sobre el escenario de una ciudad, Bombay, donde impresionantes rascacielos y turismo internacional cinco estrellas se alternan con una de las villas de emergencia, Dharavi, más miserables y pobladas del mundo (ver recuadro).
Al mismo tiempo que la historia de Jamal, el personaje principal, parece improbable en la vida real, afirma algunas verdades: la experiencia tiene valor y proporciona tanto saber como los libros; la confianza y la persistencia en nuestros sueños nos abren camino en la lucha por alcanzarlos; la fidelidad a los propios sentimientos puede derrotar la soberbia y la humillación a las que somos sometidos.    

Un film “intenso”
“Algunas personas se horrorizan y vuelven apurados al hotel para reservar el primer vuelo que los saque de allí. Es avasallante. Todo: la gente, el olor, la temperatura, la suciedad, la atmósfera, el aire, el agua. El peligro. ¡No beba eso! ¡No toque eso! ¡No coma allí! Es fantástico”, señaló Boyle, el director. También habló de “intensidad”. Su película es “intensa”. Un tiempo que va hacia adelante y hacia atrás permanentemente, escenas de una velocidad casi frenética, una mezcla de color, movimiento y, podría decirse, la sensación de olor.
Y es intenso, también, lo que produce. A la inversa de los turistas que menciona Boyle, su cámara se “mete” en esa realidad donde basura, orín, mierda, son parte de la vida diaria. Donde el comercio de la mendicidad infantil mutila y prostituye niños. Donde el gangsterismo se nutre de mano de obra adolescente. Y otro tanto hace la industria tecnológica avanzada, que los explota, por ejemplo, en los “globales” call centers. Una realidad donde el modelo yanqui campea en la televisión: se pueden ver desde los partidos de béisbol de sus equipos, hasta programas que compran sus formatos, como el de preguntas y respuestas: “¿Quién quiere ser millonario?”.             
En esa realidad, Bombay tiene la mayor industria cinematográfica del mundo. Allí mismo, Azharuddin Mohammed Ismael, el niño ahora actor que interpreta a Jamal, vive con sus padres y hermanos en una tienda de lonas en un barrio de emergencia, y Rubina Ale, la niña que hace de Latika, en una choza junto a una cloaca. Oscar mediante, recibirán casa del gobierno de su localidad, estuvieron en la gala de los Oscar, y conocieron Disneylandia. Como el personaje de la película, son los únicos, probablemente, en sus barrios, que, a diferencia de aquella novela de Geno Díaz, podrán afirmar “Moriré conociendo Disneylandia”.