Cassius Clay “lo llamaron”, “se llama Muhammad Alí, por nombre elegido”, escribió Eduardo Galeano. Alí pasó a la historia no sólo por su carrera deportiva, sino por sus posiciones de defensa de la minoría negra en Estados Unidos, y su frontal oposición a la guerra imperialista en Vietnam, en la que se negó a combatir.
Cassius Clay “lo llamaron”, “se llama Muhammad Alí, por nombre elegido”, escribió Eduardo Galeano. Alí pasó a la historia no sólo por su carrera deportiva, sino por sus posiciones de defensa de la minoría negra en Estados Unidos, y su frontal oposición a la guerra imperialista en Vietnam, en la que se negó a combatir.
El tres veces campeón del mundo de los pesos pesados y campeón olímpico semicompleto de Roma-1960, que definió su estilo como boxeador con la frase “vuelo como una mariposa y pico como una abeja”, se ligó a sectores de la comunidad afroamericana que luchaba por sus derechos sociales y políticos, en la década del 60. Así fue primero allegado al líder Malcom X, asesinado por sus denuncias del sistema racial en 1965, y luego se vinculó con Elijah Muhammad, musulmán de posiciones más conservadoras. En ese entonces abandonó el “nombre de esclavo” Cassius Clay, por el de Muhammad Alí.
Es conocida la oposición de Alí a ser reclutado para ir a la guerra de Vietnam en 1967, lo que le costó ser despojado de los títulos, y pasar tres años en la cárcel. “Ningún soldado del Vietcong me ha llamado ‘negro’, no tengo que pelearme con ningún ‘vietcong’ ni tomar parte en guerras cristianas o de infieles”, dijo en aquella oportunidad, tras haber tirado al río Ohio la medalla de oro que conquistó en los Juegos Olímpicos de Roma, como el mismo lo contó “Volví a Louisville después de los Juegos Olímpicos, con mi medalla dorada resplandeciente. Fui a un bar donde los negros no podían comer. Quería ver qué pasaba. El campeón olímpico mostrando su medalla de oro. Me senté y pedí para comer. Me dijeron: ‘Aquí no servimos a negros’. Respondí: ‘Está bien, yo no los como’. Me echaron. Entonces caminé hacia el río, el Ohio, y tiré mi medalla en él”.
Eran los años de los combates del Che Guevara, del Mayo Francés y de la Revolución Cultural Proletaria China, que conmovían a millones de jóvenes. En Estados Unidos crecía la lucha contra el racismo, de la mano de líderes y organizaciones como Malcom X, Martin Luther King y los Panteras Negras, a los que el FBI declaró como “la mayor amenaza interna para la seguridad del país”. Era el tiempo en que dos atletas negros de Estados Unidos, Tommie Smith y John Carlos, al ganar en los juegos Olímpicos de 1968 levantaron sus puños enguantados (el símbolo de las Panteras Negras) en un gesto contra la opresión del pueblo negro.
En 1970 Alí volvió a las competencias y se alejó de la militancia activa, así como de la “Nación Musulmana” de Elijah Muhammad. Sin embargo, mantuvo sus posturas contra la guerra y el racismo. Reivindicó sus orígenes africanos, tanto es así que además de recorrer varios países del continente, eligió el Zaire (hoy Congo) para una histórica pelea con George Foreman, el 30 de octubre de 1974, en la que Alí recuperó el título. En esa oportunidad se refirió a la pelea como “la primera Asamblea de negros africanos y americanos de la historia. Y en África, donde sólo se refieren con películas de Tarzán en taparrabos”.
Luego vendrían otras peleas, y su declinación deportiva que se negó a aceptar en función de intereses económicos. Lo pagó caro, con la enfermedad de Parkinson, que fue la que en definitiva lo llevó a la muerte.
Muhammad Alí, uno de los símbolos de la lucha contra el racismo en los 60, que no dudó en afirmar que “es difícil opinar bien de un país (EE UU) donde a mi raza la tienen esclavizada desde hace cinco siglos, desde que nos cazaban como a fieras en África para transportarnos como mercancía negra a Nueva Inglaterra. Y que estaba claro en qué era el boxeo competitivo que él practicó: “El boxeo es un montón de hombres blancos viendo cómo un hombre negro vence a otro hombre negro”.