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20 de mayo de 2015

El jueves 7 de mayo, la galería Hoy en el Arte inauguró la exposición Mujer de la tierra preamericana, con obras de la artista plástica Ana Maldonado.

Mujeres de la tierra

Bella y conmovedora muestra de Ana Maldonado

La muestra, presentada por la artista como un “homenaje a los hermanos de nuestros pueblos originarios de América, en su lucha por el reconocimiento de su cultura, sus tierras y sus derechos”, reúne una veintena de obras que recrean piezas arqueológicas halladas en antiguos asentamientos de culturas prehispánicas (200 AC a 1400 DC), en particular del Noroeste del actual territorio argentino como La Candelaria, La Ciénaga y La Aguada, así como de otros países, tales como Guangalá, Chorrera, Bahía (Ecuador); Maya, Veracruz (México); Sicán, Moche, Inca (Perú); Tacarigua (Venezuela) y Rapanui, de la Isla de Pascua perteneciente hoy a Chile. 
La figura femenina es protagonista casi exclusiva de estas magníficas obras de gran poder expresivo, compuestas por altorrelieves elaborados sobre bastidor mediante técnicas mixtas y coloreados con pintura acrílica de tonos claros: tiza, ocres y terrosos. 
La elección de la mujer originaria como tema es consecuente con la trayectoria de compromiso –artístico y político– de Ana Maldonado con las luchas de género y de los pueblos originarios, en particular contra la actual política hambreadora y represiva contra ellos del gobierno K.
La imagen de la mujer en estas culturas ancestrales es símbolo de vida, de fertilidad y fecundidad, no desprovisto de erotismo (como puede apreciarse en las “Venus de Tacarigua”). Muy conmovedoras resultan en especial las representaciones de parto vertical practicado por estas culturas, lo cual resaltó entre los comentarios del numeroso público que asistió a la inauguración de la muestra. 
Dando un pertinente marco contextual a los altorrelieves, se exponen en la sala fotografías de pinturas rupestres y petroglifos tomadas por la propia artista en sus viajes de estudio, en los cuales –dijo–: “Me propuse redescubrir y en algunos casos descubrir el arte de los pueblos originarios de América. Al recorrer los sitios arqueológicos del Noroeste pude comprobar que casi no existen registros de estas piezas tan valiosas. El recorrido por esos cerros minados de pequeños restos de vasijas y utensilios lo viví como un pedir permiso para recrear ese maravilloso arte que, por lo general, no se lo muestra en los museos de arte sino en los de antropología o historia, debido a que la historia del arte siempre fue estudiada desde la apreciación del arte occidental, a veces expuesta como curiosidad, pero no como lo que verdaderamente es”.
En torno a tales reflexiones girará seguramente la mesa redonda “Arte occidental y las otras culturas” que la artista compartirá con otros referentes de las artes visuales el viernes 22 de mayo a las 18 hs. en la misma galería.
Esta muestra de Ana Maldonado despierta intensas emociones estéticas tanto como renovado interés por nuestras culturas originarias de ayer y de hoy. Hay tiempo para verla hasta el 30 de mayo en Juncal 848, CABA. No se la pierdan.  
 
Alberto Rex González: “Conciencia de lo nuestro”
 
Estas líneas con que Alberto Rex González inicia su libro Arte, estructura y arqueología, bien podrían acompañar la muestra de arte que comentamos en esta página: “Creemos que es un deber incorporar las expresiones artísticas de las antiguas culturas autóctonas de la Argentina al patrimonio nacional. Este patrimonio, enriquecido desde todos los ángulos posibles, contribuirá a darnos el sentido de una conciencia de lo nuestro; espina dorsal que es necesario consolidar a toda costa. Sé que esto será objetado por quienes aseguran que con el lejano artista autóctono poco nos une la sangre y que la historia pareciera separamos, pero aun ante la posibilidad muy discutible de que así fuera, bastaría que cualquier auténtico artista contemporáneo se sintiera emocionado ante esas expresiones artísticas del pasado, que una sola línea, una imagen o un volumen pudiese servir de inspiración a su necesidad creadora, o más simplemente, que cualquier argentino, al evocar al desconocido artista indio, identificara con aquél su propia emoción ante el mismo paisaje, y sintiera el nexo sutil que, a través del tiempo, lo vincula a quien lo poseyó en el pasado y lo sintiera suyo en la medida que nosotros lo sentimos nuestro”.