El gobierno de Chávez anunció la nacionalización de tres empresas del grupo Techint. Todas las organizaciones empresariales, y todos los candidatos opositores que integran “Gran Cuñado”, atacaron al chavismo, y de paso al gobierno de Cristina Kirchner que recibió al mandatario venezolano hace una semana.
La nacionalización de las tres empresas siderúrgicas, como antes la de Sidor, es un acto soberano del gobierno de Venezuela. Nadie chilló cuando Bush y Obama, o mandatarios europeos, estatizaban bancos y empresas ahorcados por la crisis. ¿Por qué chillan ahora cuando Venezuela decide tomar en sus manos la siderurgia como una herramienta clave frente a la crisis?
La trampa de los que chillan, es perfumar al “grupo Rocca”, dueño de Techint, presentándolo como “grupo argentino”, cuando es archi sabido que se trata de capital financiero imperialista italiano. Ahora amenaza con levantar fábricas acá y llevar todo a México.
Sería correcto que se nacionalice Siderar, como amenazó en algún momento De Vido. Pero no para que la paguen los jubilados y sea un instrumento de los negocios de “la patria kirchnerista”; sino para ponerla al servicio de la economía nacional, junto con los impuestos que los K no le cobran a las mineras, el juego, las transacciones financieras, las petroleras, los grandes pooles y los grandes terratenientes.
Capitalismo de Estado
Otra trampa es la del candidato K, el banquero rosado Carlos Heller, que perfuma como “socialismo” a la estatización de esas empresas (lo que parece ser la línea del PC, desde que Athos Fava teorizó el paso del capitalismo de Estado al socialismo sin revolución). Las estatizaciones bolivarianas no son “socialistas” sino medidas propias del capitalismo de Estado. Por lo tanto es fundamental el control obrero de la producción en esas fábricas, en la lucha para que su producción beneficie a los trabajadores y el pueblo, y no sean simples instrumentos de acumulación de los sectores de la burguesía que gerencian las fábricas estatales, por lo general muy ligadas a lo que en Argentina se llamó “la patria contratista” de esas empresas.
A diferencia de las estatizaciones chavistas, las de la Argentina, en muchos casos, quedan en los anuncios: todavía no hay ningún documento jurídico que transfiera Aerolíneas Argentinas al Estado. Jurídicamente, AA sigue siendo de Marsans, mientras el gobierno K pone cientos de millones de pesos pagando deudas “compradas”, comprando material para la cáscara vacía que le dejó el empresario español, y haciendo negocios.
Mundialmente, hay una guerra comercial entre los dos grupos que monopolizan la producción de tubos para la industria petrolera: el grupo Techint y el grupo chino.
Para un país petrolero como Venezuela, es importante la independencia en este terreno. Los Tensiaopines chinos son tan imperialistas como los Bush, los Obama o los Putin, hay que mirar a los cientos de millones de obreros que explotan con salarios de 2 o poco más de 2 dólares diarios. De nada le vale a nuestros países cambiar de collar. Sigue siendo válida la consigna de los revolucionarios de Mayo: “¡Ni amo viejo ni amo nuevo, ningún amo!”.