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27 de julio de 2016

 
Reproducimos extractos de un informe escrito por Emilio Mustafá, psicólogo y psicólogo social, publicado por la Agencia de Prensa Alternativa.
 

Narcotráfico, narcomenudeo y adicciones

Tucumán: El narcotráfico como un factor de violencia

 

 
La problemática del narcotráfico y las adicciones emergió en estos últimos tiempos como una de las principales problemáticas sociales que atraviesa nuestro pueblo. En un contexto socio–histórico actual de hegemonía del sistema capitalista en su fase monopólica imperialista a nivel mundial el consumo y producción de drogas encontró tierra fértil, para afianzarse, sostenerse y desarrollarse a niveles extraordinarios. Se transformó en unos de los negocios más fabulosos en que se sostiene el sistema financiero en la actualidad: según la ONU el narcotráfico mueve casi 500.000 mil millones de dólares por año.
 
Argentina
Argentina desde fines de los años 90 y principios del 2000 y precisamente después de la crisis del año 2001 dejó de ser un país de tránsito para pasar ser un país productor de drogas, principalmente cocaína. Este cambio de condición abrió las puertas del consumo de Paco (pasta base de cocaína) porque la existencia de cocinas de cocaína hizo posible su producción y comercialización. Este carácter de país productor y consumidor de drogas fue impactando paulatinamente en la estructura social argentina a partir de nuevos mecanismos de inducción al consumo, fortalecimiento de estructuras mafiosas, impunidad y corrupción en instituciones privadas y estatales. La irrupción del narco menudeo es un factor de mayor degradación y fragmentación de los vinculo sociales, principalmente en los sectores más vulnerables, con el consiguiente crecimiento de la violencia y la muerte.
 
Tucumán
En este contexto lamentablemente nuestra provincia no es la excepción. El avance del consumo de sustancias y las adicciones fueron exponenciales en estos últimos años, acompañado de un crecimiento de la violencia en distintos niveles del entramado social, formando en la actualidad una dura realidad cotidiana de las mayorías de nuestros barrios. El avance de la corrupción e involucramiento del narcotráfico de sectores de las fuerzas de seguridad, es un gran obstáculo para diseñar estrategias integrales en la lucha contra el mismo. Desde ya que para esto es necesario la complicidad política y judicial.
En el período que va del año 2007 hasta el 2010 el fenómeno hace su primer gran salto en la provincia. El asesinato de Walter Santana en diciembre del 2009 en el barrio La Costanera, joven adicto que su familia mantenía encadenado, fue el desencadenante para la organización y lucha de las madres de jóvenes adictos que pusieron en el tapete la cruel realidad de las adicciones y el consumo de paco en los barrios populares. 
En esta etapa se observó un afianzamiento y desarrollo en la modalidad de la venta de drogas, fue preparando el terreno para el fenómeno del narcomenudeo. Ya la venta no lo hacía un dealer ajeno del barrio sino a partir de casas de algún vecino del barrio o con la modalidad de alquilar piezas para montar precarios negocios como kioscos, verdulerías, etc., que le servían como camuflaje para venta de drogas. 
 
2000
Comenzó a afianzarse el fenómeno de la “esquina”, en donde grupos de jóvenes se juntaban para escuchar música, beber y fumar marihuana. La esquina operaba a nivel simbólico en los jóvenes como espacio de encuentro, para juntarse a pasar el tiempo. Así la droga cobró una representación de refugio, diversión o anestésico sedante ante los problemas cotidianos que atravesaban. El ser un “drogón”, estar “re loco” o “flashado” era vivido como un lugar de rebeldía, de pertenencia al grupo, a la idea del placer ilimitado, o como forma contestataria a la exclusión permanente que sufren los jóvenes de los barrios marginales.
Lamentablemente los jóvenes fueron víctimas de discursos edulcorados de sus propios verdugos que a partir de la droga lograron un poderoso mecanismo de control social que refuerza y profundiza la desigualdad social que tanto sufren y odian.
A nivel comunitario el barrio comenzó a ver con amenaza a los jóvenes adictos ya que para mantener el consumo robaban a los propios vecinos, generando un rechazo hacia ellos y sus familias. Esto profundiza la fragmentación, la violencia y desconfianza entre vecinos, rompiéndose espacios de encuentro y organización comunitaria, alimentando ideas de aislamiento e individualismo en la comunidad. Estas formas abrieron las bases de los llamados “soldaditos “o “cabeza de fierro” (jóvenes adictos que están al servicio del vendedor de droga recibiendo como pago la dosis diaria para mantener su consumo) fenómeno que se consolida con el fortalecimiento y desarrollo del narcomenudeo.
 
El narcomenudeo
Durante el periodo del año 2011 hasta la actualidad en la provincia emerge en forma más organizada y perfeccionada de narcotráfico, que se dio a llamar “narcomenudeo”. El narcomenudeo consiste en ramificar la forma de venta de sustancias en pequeña dosis a partir de muchos puntos de venta, abriendo al negocio a la mayor cantidad de personas que se encuentren interesadas. Esta forma garantiza a los medianos y grandes productores y proveedores tener muchos puntos de venta y la masividad, asegurándoles a la vez mayor impunidad y libertad para acrecentar su negocio mientras usa de carne de cañón a los pequeños vendedores ya que son el último eslabón de la cadena y los más fácil de encarcelar en las redadas policiales. No es casual que en la provincia el 95% de los allanamientos policiales se dan en las villas y barrios más pobres, llenando las cárceles de “perejiles” sin tocar la estructura de los grandes narcotraficantes.
¿Pero cuáles son las causas sociales que llevan a que familias se vuelquen a la venta de drogas? Esto se podría explicar desde una mirada poli-causal. Un factor es el económico ya que algunas familias ante la falta de trabajo estable encuentran en el narco menudeo una forma de ingreso mucho más rápido que le permite subsistir en mejores condiciones. 
El avance del narcomenudeo es síntoma de un importante retroceso social, que da cuenta de un proceso de descomposición de vínculos y valores sociales, que potenciaron una mayor fragmentación y violencia en el entramado social. Para esto fue necesario un lento proceso de naturalización en el consumo de sustancias, a partir de la imagen cotidiana de jóvenes consumiendo paco dejó de ser algo que sorprenda. 
En esta etapa avanzaron la organización de soldaditos que operan como mano de obra barata para garantizar las necesidades del transa o por disputar nuevos territorios enfrentando a otros transas. Creció la violencia, con mayor presencia de armas de fuego, y asesinatos por ajustes de cuenta. Los transas ganaron territorios en los barrios comprando casas para mayores puntos de venta, ostentación de bienes materiales como camionetas, fiestas regalando dosis a los jóvenes para que se muevan con ellos.
A pesar de este avance también crecieron los movimientos de resistencias que marcan una luz de esperanza en la lucha contra el narcotráfico. Se mantiene en distintos barrios la organización de madres y familia que luchan y denuncian los avances de las adicciones y reclaman al estado medidas urgentes para enfrentarlos como por ejemplo Familias en Acción en el barrio El Sifón, las Madres del Pañuelo Negro en la Costanera, Madres de San Pablo, entre otros barrios.
Nuevas formas de organización que intentan ir develando las causas de las problemáticas del narcotráfico. Ésta lucha está en curso en muy difíciles condiciones y por ahora bastante aislado del resto sociedad que si bien percibe los efectos del narco y las adicciones todavía está muy invisibilidades las verdaderas causas y los responsables que la manejan.
Desde diciembre del 2015 hasta lo que va del 2016 hay indicios que el fenómeno del narcotráfico y el narcomenudeo está pasando a una nueva etapa que es la del afianzamiento y legitimación a partir de la apropiación de territorio; es decir, controlar la vida social de los barrios. Esto acompañado de una mayor organización de la violencia para someter a los vecinos a sus códigos. Por ejemplo, hubo reacciones organizadas como en el 2015 en el barrio Antena ante el hartazgo de la venta impune y violenta de drogas, los vecinos se organizaron quemando las casas de los transas expulsándolos del barrio. Hubo otras experiencias parecidas a principios del año 2016 en donde los vecinos se organizaron y quemaron y echaron al transa en el barrio Presidente Perón, barrio de la periferia de la capital tucumana. Pero en esta ocasión los transas reaccionaron contraatacando violentamente a los referentes de los vecinos atacándoles y quemándole las casas, usando a los soldaditos, atemorizando y amenazando a los vecinos del barrio de no realizar denuncias expresando públicamente que los sectores policiales trabajan conjuntamente con ellos. Esto también pasó en los barrios Los Vázquez, Villa 9 de julio, San Cayetano, La Bombilla, entre otros.
Desde mi punto de vista el fenómeno es muy grave y complejo que requiere un abordaje integral, pero apuntando a un tipo de política de Estado que combata de fondo la estructura del narcotráfico atacando el sistema financiero que lo sostiene. Es decir, con leyes anti lavados, control del sistema financiero y bancario a nivel nacional e internacional, políticas férreas de lucha anticorrupción con control popular que investigue las redes de corrupción policial, política, y judicial, políticas de salud integral de abordaje de las adiciones en la urgencia, tratamiento, reinserción social con programas de vivienda y reinserción laboral y educativa de los jóvenes adictos y sus familias con política que ataque la pobreza y la desigualdad social.
O sea, una política que rompa con la dependencia económica, social y cultural que sufre nuestro pueblo.