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25 de julio de 2012


Ni maquinistas del tren sanitario ni cómplices por adaptación

Hoy 1429

Estas son las principales conclusiones recogidas durante la jornada de “Análisis de la situación sanitaria de un hospital del conurbano bonaerense” realizadas en el hospital Santamarina de Montegrande, y que fueron leídas en la jornada de salud el jueves.
“Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad son unas pobres causas”, Dr. Ramón Carrillo.

Estas son las principales conclusiones recogidas durante la jornada de “Análisis de la situación sanitaria de un hospital del conurbano bonaerense” realizadas en el hospital Santamarina de Montegrande, y que fueron leídas en la jornada de salud el jueves.
“Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad son unas pobres causas”, Dr. Ramón Carrillo.


Los profesionales de la salud realizamos esta denuncia desde nuestro profundo compromiso con la comunidad, quienes creemos son víctimas del sistema de salud argentino, si es que se puede llamar así.


Porque el sistema de salud de los argentinos es un mal sistema de curación de la enfermedad que ni siquiera cumple con ese objetivo limitado. No existe un sistema integrado e integral que se base en la estrategia de atención primaria de la salud, con los distintos niveles de complejidad, para la promoción de la salud, la prevención y curación de enfermedad, con una atención próxima a los lugares de vivienda y trabajo de la población.


No existe, en consecuencia, accesibilidad geográfica, económica y cultural al acto de salud que debiera ser un derecho inalienable de todo habitante de nuestra tierra.


Estamos frente a una política sanitaria caracterizada por: Inexistencia de planes de promoción de la salud. Inexistencia de planes de prevención. Colapso del sistema de salud público. Déficit en bioseguridad y condiciones de trabajo. Falta de personal. Inac- cesibilidad geográfica, económica y cultural del acto de salud. Un sistema desintegrado. Graves carencias crónicas de financiamiento por parte del Estado.


La última consecuencia de las deformaciones descriptivas es la destrucción de la medicina pública y/o, lo que es lo mismo, su privatización.


Mientras, cada vez es mayor la cantidad de personas que requieren del sistema público de salud, éste sigue sin satisfacer las necesidades de atención sanitaria del pueblo, ni de la inmensa mayoría de los trabajadores de la salud.


Un déficit crónico de presupuesto para salud, agravado por una descentralización de las estructuras de las provincias, con una coparticipación de los recursos insuficiente, provoca el colapso de los sistemas provinciales y municipales.
Más allá de algunas proclamas, sigue siendo un sistema que no está orientado a la prevención y promoción, sino a la deficiente curación de la enfermedad.

 

¿La víctima de este sistema es sólo el paciente?
También son víctimas quienes trabajan en él. Este es otro tema para el debate. Habría que considerar: Condiciones salariales. Cargos no cubiertos. Deficientes condiciones de seguridad e higiene laboral. Falta de personal. Menos posibilidades de crecimiento profesional.


La salud pública se sostiene con el esfuerzo cotidiano de los trabajadores y trabajadoras que lo hacen sobreexigidos, con un exceso de horas, en varios empleos, para poder cubrir ingresos mínimos dado los bajos salarios, y muchos con nombramientos precarios.


La falta de profesionales, el equipamiento obsoleto, las graves fallas edilicias, camas de internación insuficientes, higiene inadecuada, déficit de insumos, medidas de seguridad endebles, frente a una demanda en aumento producto de la crisis económica, convierten a la salud pública en otro tren Sarmiento a punto de estrellarse con víctimas preanunciadas.


Los responsables son los gobiernos nacionales, provinciales y municipales que deben garantizar el derecho a la salud como lo dice nuestra constitución, y no el maquinista de turno.


Callarse y adaptarse nos vuelve cómplices. Es por eso que los maquinistas de este tren de la salud denunciamos y exigimos:


1) El sistema de salud público debe tener como objetivo al acceso de la salud de toda la población, independientemente de su condición social, económica, religiosa, ideológica, racial, etc.


2) La atención sanitaria, tanto de la curación de la enfermedad como de la prevención y educación para la salud, debe ser un derecho inalienable e igualitario para toda la población.


3) Las condiciones sociales son un factor causal que debe considerarse en el proceso salud-enfermedad-atención.


4) Condiciones adecuadas de trabajo. Es decir salarios dignos (mínimo igual a la canasta familiar), sin horarios extenuantes.


5) Política de recursos humanos en salud que asegure el número de trabajadores necesarios para una atención adecuada.


Por un sistema nacional integrado de salud de base estatal, público, gratuito, igualitario, equitativo y eficiente. Basado en la prevención y promoción de la salud, con estructuras de distinto nivel de complejidad, próximos a los lugares de vivienda. Financiado por un presupuesto 100% estatal.


En un sistema estatal de salud con esta concepción, los pacientes y los trabajadores de la salud dejaríamos de ser víctimas.
“Los problemas de la medicina como rama del Estado no pueden resolverse si la política sanitaria no está respaldada por una política social. Del mismo modo que no puede haber una política social sin una economía organizada en beneficio de la mayoría”. Ramón Carrillo. 


Asociación de profesionales de la salud de Esteban Echeverría, CICOP.