El lunes 12 de noviembre comenzó en Tucumán el juicio por delitos de lesa humanidad más grande del norte argentino, la histórica megacausa Jefatura 2-Arsenales Miguel de Azcuénaga. Llegamos a este juicio por la inclaudicable lucha del pueblo argentino y de los organismos de los DDHH que logró que se anularan las leyes de obediencia debida y punto final y comenzaran los juicios.
Es la primera vez que en un juicio por delitos de lesa humanidad son juzgados los responsables del secuestro y desaparición de dos compañeros del Partido Comunista Revolucionario: Angel Manfredi, miembro de su Comité Central y Ana Sosa, miembro de la Dirección local. Ambos secuestrados en agosto de 1976 por la dictadura más sangrienta de la historia argentina cuyo representante en Tucumán fue el genocida Antonio Domingo Bussi en complicidad con los dueños del Ingenio Concepción, lugar donde fueron secuestrados, en ocasión de haber organizado una fiesta del día del niño en una de sus colonias. Queda pendiente que los responsables civiles, como en este caso los terratenientes dueños del ingenio Concepción no sean parte de los acusados en la causa.
En la causa, con 235 víctimas, se juzgará a 44 imputados, entre quienes además de militares y policías se encuentran dos civiles y un cura, los mandos medios y los torturadores. Se contará con más de 400 testimonios.
La posibilidad de unificar las causas por estos dos centros clandestinos de detención y exterminio más grandes del norte argentino en una sola megacausa logró así acelerar los tiempos evitando que la muerte biológica impida su juzgamiento. Ello se logró gracias a la posición de algunos abogados como Laura Figueroa, inquebrantable militante de los DDHH.
Este juicio marcará como ningún otro la dimensión del genocidio en Tucumán. El descubrimiento de fosas comunes en Arsenales da cuenta del horror y constituye la terrible prueba de este genocidio perpetrado entre otros por el asesino Bussi, que murió con detención domiciliaria en un country sin ser condenado por estos crímenes. A 36 años de la desaparición de nuestros camaradas exigimos cárcel común perpetua y efectiva para todos los genocidas de la dictadura militar.
En la lucha por la que dieron sus vidas los compañeros Ana y Ángel los seguiremos encontrando hasta la victoria siempre, siempre.