La megaminería se ha extendido como una mancha de aceite por toda la región andina. Hay varios cientos de proyectos, una parte de los cuales están en curso, y otros en etapas preliminares.
La megaminería se ha extendido como una mancha de aceite por toda la región andina. Hay varios cientos de proyectos, una parte de los cuales están en curso, y otros en etapas preliminares.
Los monopolios mineros imperialistas han llegado en bandada, protegidos y beneficiados por la política de puertas abiertas del gobierno K. Una política que es funcional al aumento del requerimiento de materias primas por parte de los monopolios imperialistas, a partir de la incorporación de cientos de millones de obreros, con bajísimos salarios, en China y otros países de oriente.
Claro que el “relato” oficial”, dice lo contrario. Dice que esta política es “industrialista”, y para hacerlo más tentador, sostiene que, a diferencia de las políticas “neoliberales”, la suya es una “reparación histórica” de las provincias andinas, que fueron marginadas por la oligarquía portuaria que las relegó. Pero los hechos van a contrapelo de ese “relato”.
La realidad es que:
1) Los minerales, que son un recurso limitado, son enviados masivamente y en bruto para ser refinados e industrializados en otros países, en función de las necesidades de materias primas de las potencias imperialistas, con lo que saquean y agotan las riquezas naturales, y son una poderosa traba para impedir el desarrollo de una minería nacional, con un uso racional de los recursos nacionales, con control de los trabajadores y los pobladores de la zona, al servicio de un desarrollo nacional independiente.
2) Los monopolios mineros aplican acá tecnologías contaminantes y agotan las aguas, tecnologías que han sido prohibidas en la mayoría de los países imperialistas.
3) La ley minera que se aplica, es la que impuso Menem, a la que con razón, un patriota como Adolfo Silenzi de Stagni calificó como “la más entreguista del mundo”, en un reportaje que le hizo hoy en al aprobarse esa ley. Ningún país del mundo entrega su oro, que vale 2.000 dólares la onza, cobrando solo 60 dólares la onza.
4) Los monopolios mineros imperialistas actúan sin ningún control estatal, los gobiernos nacional y provinciales les permiten declarar cuánto produjeron sin chistar (¿Cuánto irá por debajo de la mesa?). Las tierras que ocupan son verdaderos estados dentro del Estado. Allí no hay ni policía, ni Gendarmería, ni Justicia, ni otro gobierno que no sea la patronal de la empresa. Hay lugares en los que bajan muertos a mineros que trabajan a más de 5.000 metros (como en Veladero) y ni los gobiernos ni la Justicia investigan… Otros, como el caso de Lama Pascua, que ocupan tierras argentinas y chilenas hacen lo que quieren en “su Estado”, como si no existiese esa frontera.
5) Los monopolios mineros superexplotan a los trabajadores argentinos, que están totalmente indefensos dentro de esos “estados”.
Una política entreguista
El resultado de esta política kirchnerista, es que Catamarca y La Rioja, para ejemplificar con estas dos provincias K megamineras, tienen una altísima desocupación, sus gobiernos con “cooptados” por los monopolios mineros, sus acuíferos y arroyos se agotan y contaminan, y se multiplican las enfermedades de las masas por el cianuro y otros productos altamente tóxicos.
Lejos de haber un “desarrollo andino”, hay un saqueo de las riquezas andinas que va a los bolsillos de los monopolios imperialistas.
Hay un agravante. Londres ha sido y sigue siendo el centro del mercado mundial de minerales. Los monopolios ingleses tienen gran fuerza en la megaminería (en la que actúan enmascarados o asociados con grupos canadientes, australianos o suizos. A lo que se suman los capitales chinos, y también yanquis, europeos y japoneses. Pero la expansión capitalista de China la convierte en la mayor aspiradora de minerales.
El gobierno K comió de esa mano, y profundizó la misma política que ya había iniciado Menem. Hasta que estallaron las luchas.
Un gran movimiento de lucha
Hubo una primera oleada de luchas, muy silenciada por los medios de comunicación, que logró frenar proyectos saqueadores y envenenadores en Chubut (Esquel), Mendoza (Alvear), Neuquén, Río Negro (Ingeniero Jacobacci), La Rioja (dos veces, una a la Barrick y otra a los chinos en Famatina), entre otras. Lucha que conquistó leyes contra esa megaminería imperialista en varias provincias.
Hay cientos de denuncias contra las mineras cajoneadas en los tribunales. Ha habido derrames de aguas con cianuro y de eso no se habla.
La nueva oleada de lucha contra esa minería saqueadora y envenenadora ganó terreno con su denuncia, nacionalmente. El gobierno, demostrando que su política es de alianza con esos monopolios imperialistas, reprimió brutalmente, y amenazó con aplicarles la ley antiterrorista.
El movimiento que ha irrumpido en la política nacional es amplio y heterogéneo en sus componentes. Esa amplitud, en muchos casos, expresa la diversidad de sectores afectados: trabajadores, campesinos, originarios, comerciantes, pequeños y medianos empresarios, y también sectores de burguesías locales y de terratenientes.
En muchos lugares el movimiento tiene un amplio apoyo de las masas y un método asambleario muy democrático de funcionamiento. En muchos casos, arranca con lo que más directamente impacta en los pueblos, que es la contaminación y el agotamiento de las aguas. Muchos jóvenes y mujeres se incorporan y van haciendo en estos movimientos sus primeras experiencias de lucha.
El trabajo de provocación de los monopolios mineros, como los grupos parapoliciales de choque, espionaje, etc., y la represión de los gobernadores y el gobierno nacional K, han ayudado a calar a los enemigos: los monopolios imperialistas y la política K. Enfrentar a esos enemigos es una cuestión central, porque hace a uno de los pilares del “modelo K”, con enormes perjuicios para las masas y para un desarrollo nacional armónico e independiente.
Es una tarea de todas las fuerzas populares, y en particular, para los comunistas, avanzar en el movimiento obrero minero, para que sea un pilar de esa lucha en defensa de la vida de las masas de la región, y el desarrollo de una minería nacional que garantice la explotación racional de los recursos naturales, en función de las necesidades del pueblo y un desarrollo nacional independiente.