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02 de octubre de 2010

Conversamos con las hermanas Antileo, recientemente despedidas de Expofrut Chimpay.

No a los despidos en Expofrut

Hoy 1336 / Trabajadoras de la fruta de Río Negro

Las hermanas Antileo hace varios años que trabajan con Expofrut en Chimpay. Viven en un pedazo de tierra que les dejó su padre, Basilio Antileo. Están ubicadas en Parque industrial hace más de 50 años y luchan por tener la posesión definitiva de estas tierras.
Cuarenta y cinco años vivieron allí sin luz ni agua, hasta hace poco tiempo. Dicen que las discriminan por ser pobre y por ser mujer. Sin embargo, no aflojan y siguen luchando, ahora también por el trabajo.

Nos discriminaron por ser mujeres
Alejandra nos cuenta que trabajó en esta empresa “10 temporadas. Este año no me dejaron trabajar. Dicen que no había material. Los denuncié en el Ministerio de Trabajo. Cosechaba uvas junto con mis hermanas. En moño Azul nos discriminaron porque somos mujeres. Nosotros hacemos todo trabajo, porque tenemos chicos que mantener”.
“Antes, nos llevaban en colectivo desde Villa Regina a Chimpay. Salíamos a las 6 de la mañana y volvíamos de noche. A las 10 de la noche, 11 y hasta las 12 de la noche, cuando se rompía el colectivo. Ultimamente veníamos más temprano. Ellos hacían lo que querían. Cuando entramos había 3.000 o sea hace 10 años. Hace 3 años vienen disminuyendo personal. Actualmente había 1.000 personas. Con el cambio de patrón vienen disminuyendo” (se refiere a Bocchi por Heinz Deprez, el nuevo dueño). “Había delegados, pero muchos no los apoyaban. Los patrones asustaban. Nos decían ‘a ustedes los echamos y vienen 300’”.
Nora cuenta que hace 13 años trabaja en Expofrut: “En el 97-98, embalaba. Después, hasta ahora cosechaba en la chacra. Los delegados son más o menos. Cuando se hizo la lucha que se cortó la ruta 22 no nos dejaron salir de acá de Villa Regina. Los patrones no nos pagaban los días de lluvia. Este verano gané $1.600. De acá nos quedamos sin trabajo como 60.
 Cristina relata que empezó en el 97 “En la pretemporada. Empecé trabajando en verde, después fui a cosechar al año siguiente. Verde es el raleo, sobre el racimo. Nos hacían trabajar los domingos que nos dijeron que nos iban a trabajar 100%. Pero no cumplieron. En ese tiempo no había sindicato. Un tiempo después me tocó votar. Un año se hizo un paro por la categoría. Cuando llovía nos dejaban en el campo. Nos mojábamos toda”. Interviene Nora: “Allá son mas organizados que acá. En el tiempo que hacíamos paro, estaba en una cuadrilla, con una compañera de Regina y éramos las que animábamos a las demás. “Salgamos”, porque trabajábamos 10 horas y nos pagaban 8. Aparte nos hacían caminar todo el lote, que es grande. No había movilidad. Tienen como 2.000 has”.
 
Nos obligaban a hacernos amigas del enemigo
 Nora plantea que frente a los despidos “Hay que reclamar que no nos dejen sin trabajo. Tenemos 10 años de antigüedad. Nos pagaron indemnización, pero tenemos que ver si están bien pagados. El de Uatre dice que están bien pagados. Ellos echaban gente analfabeta y les pagaban cualquier cosa, los estafaron, no entendían nada lo que estaban haciendo y eso lo hace el Ministerio de Trabajo.
“Nos obligaban a hacernos amigas del enemigo. Pura amenaza. En Expofrut lo capataces abusaban de las mujeres en el campo. Acá en Moño azul (en Villa Regina) las chicas eran muy coquetas.
 Otra de las Antileo, Alejandra, nos dice: “Los capataces mandaban más que el encargado y nos amenazaban. Las amigas del capataz no trabajaban y nosotras hacíamos su trabajo también y eso nos daba bronca también”. “En Expofrut –asegura Nora– lo más importante era el maltrato, íbamos a trabajar con miedo. Te suspendían, te ponían amonestaciones. Hasta te llevaban preso. Hace unos años cambiaron. Gracias a los compañeros del norte aprendimos (se refiere a la lucha del 2008). Con estos despidos, van a haber muchos desocupados. La mayoría se va a quedar sin trabajo”.
Martina relata su historia: “Trabajo hace 14 años en Expofrut. Viajábamos desde Regina. Pasaba por Chichinales y llegábamos 7.30 hs allá en Expofrut. Teníamos un comedor, se juntaban 1.000 personas. Este año último, éramos como 500. Cuando el paro con la gente del norte, al principio tenía un poco de miedo, pero después aprendí, había que hacerlo. El capataz tenía un privilegio para la gente de Chimpay. Después fueron cambiando. Si tenías problemas con ellos se desquitaban con el trabajo. Yo tenía 14 temporadas, pero ellos te mandaban por tanto y no te convenía. Ahora que nos quedamos sin trabajo yo pensaba que tenemos que ir al Municipio, juntarnos. Está medio difícil para conseguir trabajo.