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12 de marzo de 2014

En su discurso ante el Congreso Nacional el 1 de marzo, la presidenta Cristina Fernández dijo: “quiero mencionar especialmente el papel que desarrollaron en la negociación el ministro de Economía, doctor Axel Kicillof... (Aplausos.) ...y el secretario legal y técnico, doctor Carlos Zannini... (Aplausos.) ...quienes fueron en nombre del Estado.

¡No al acuerdo con Repsol!

Cristina quiere vendernos gato por liebre

La negociación fue entre el Estado nacional y Repsol. Esos fueron los dos actores en la negociación. Y se logró un acuerdo por 5.000 millones de dólares. Vuelvo a repetir: es la segunda reserva de gas shale del mundo y la cuarta reserva de petróleo shale del mundo” (http://www.presidencia.gov. ar/discursos).

La negociación fue entre el Estado nacional y Repsol. Esos fueron los dos actores en la negociación. Y se logró un acuerdo por 5.000 millones de dólares. Vuelvo a repetir: es la segunda reserva de gas shale del mundo y la cuarta reserva de petróleo shale del mundo” (http://www.presidencia.gov. ar/discursos).
La señora presidenta cree, o quiere hacernos creer, que con esos 5.000 millones de dólares estamos comprando “la segunda reserva de gas shale del mundo y la cuarta reserva de petróleo shale del mundo”, como si esas reservas hubieran sido de propiedad de la española Repsol y no de nuestro país.
Después dijo que “lo más importante no es que hemos vuelto a nacionalizar, sino que hemos vuelto a federalizar el recurso porque así, además, lo impone la Constitución Nacional, que reconoce en cabeza de las provincias la propiedad de los recursos”, como si antes no hubieran tenido esa propiedad.
Y tras comparar al ministro Kicillof con las píldoras Ross, las históricas pastillitas laxantes: “Chiquititas, pero cumplidoras” (se ve que considera su función hacernos ablandar la indigestión del sapo del acuerdo), agregó: “lo que él dijo es que no íbamos a pagar lo que ellos pretendían –lo cual es rigurosamente cierto– porque las primeras declaraciones fueron que querían 15 mil millones y la segunda fue una demanda en el Ciadi de 10 mil millones y la realidad es que hemos cerrado un acuerdo, con bonos, no en efectivo, por 5 mil millones de dólares con un plazo muy prolongado”.
Aquí omitió los 1.000 millones de dólares en bonos soberanos adicionales a los 5.000 millones inicialmente pactados, con los que se garantiza de movida a Repsol una usura del 20% en dólares, además de los intereses que el país tendrá que pagar todos los años hasta que venzan los distintos bonos, a una tasa de interés nominal que promedia el 8,5% en dólares. Con lo que resulta una tasa de interés efectiva para el conjunto de esos bonos del 10,6% anual en dólares, una tasa superior a la que ha llegado Ucrania en estos días. Por lo que no dijo que, en saladas cuotas anuales y durante 20 años, en total vamos a tener que pagar 11.966,9 millones de dólares (ver “Acuerdo usurario por el 51% de YPF”, hoy, nº 1508).
Tantas omisiones hizo para edulcorar el feo gusto de la pastillita laxante “chiquitita, pero cumplidora”, que se “olvidó” de “lo más importante”: que el viernes anterior ya había mandado “al Congreso el proyecto de ley para tratar (el) acuerdo entre el Estado argentino y Repsol”, como tuiteó después desde el avión.
 
La alegría de Repsol
Además, lo que tampoco ella y sus lenguaraces han dicho es que lo que han acordado pagar a esa empresa imperialista de España, es lo que ella consideró, con anterioridad y en vistas del acuerdo, valían las acciones expropiadas, como se puede ver en la página de Repsol (www.repsol.com) en los resultados correspondientes al cuarto trimestre de 2013, aprobados por su Junta Directiva el martes 25 de febrero de 2014. En la página 16 se lee: “En Corporación, el 26 de noviembre de 2013 el Gobierno argentino anuncia un principio de acuerdo acerca de la compensación por la expropiación del 51% de la participación accionaria del Grupo Repsol en YPF, S.A. y del 60% en YPF Gas, S.A. El Consejo de Administración, en su reunión de 27 de noviembre de 2013, analizó y valoró positivamente el mismo y, con el objeto de desarrollarlo y sin perjuicio del mantenimiento entretanto de todas las actuaciones contra la expropiación o relacionadas con ella, decidió iniciar un proceso de conversaciones con dicho Gobierno, a fin de explorar la posibilidad de una solución pronta, justa y eficaz a la controversia, sobre la base de una compensación cierta y líquida de 5.000 millones de dólares, y en el que se debería atender a las exigencias que plantea la complejidad propia del asunto y responder a términos y garantías apropiados para asegurar su eficacia. En la misma reunión, el Consejo de Administración acordó la contratación de un Banco de Inversión de prestigio internacional para apoyar al equipo de Repsol en el proceso y facilitar una conducción profesional del mismo” (el subrayado es nuestro, hoy).
La “compensación cierta y líquida de 5.000 millones de dólares” son los 6.000 millones de dólares en bonos del Estado argentino que se entregan para su manejo a Goldman Sachs y Deutsche Bank, de hecho otra verdadera cesión de soberanía.
Urge la movilización para que el Congreso de la Nación rechace este leonino, entreguista y oscuro acuerdo con el que se pretende cerrar “toda acción o reclamo legal” inhabilitando al país para investigar y accionar contra Repsol por las deudas del vaciamiento de YPF y los pasivos ambientales, que superan con creces el 100% de los activos de YPF (cuya tasación se cierra sin concluir), no sólo del 51%. Por una YPF 100% estatal con el control de los trabajadores, técnicos y la población de la zona y la ruptura de los contratos, sin resarcimiento por el incumplimiento de los mismos, con Repsol, Pan American, Total, Chevron y Cinopec.