Los permanentes ataques del gobierno de Milei y sus secuaces a quienes cuestionan su política de vaciamiento y desfinanciación de las instituciones culturales públicas y privadas de larga trayectoria y reconocimientos internacionales, y a quienes critican el desconocimiento gubernamental sobre el funcionamiento y la gestión cultural provocan desaliento, desasosiego, temor y bronca.
Su encarnizada ofensiva contra Lali Espósito no tiene límites. Mientras el de “la motosierra” y su vice denuncian que la joven cantante es contratada con “la del Estado”, callan y ocultan que el Municipio de Mar del Plata paga 50 millones de pesos por un par de emisiones de “la Legrand y su nieta”, en esa ciudad. Así montando un show mediático en las redes ocultan el problema de fondo: la destrucción del país.
Muchos son los artistas, actores, cineastas, científicos, investigadores que están preocupados por el presente y futuro de nuestra cultura y educación y critican el cercenamiento económico y simbólico de las actividades artísticas y de entretenimiento, como festivales y recitales, en los que están en riesgo cientos de miles de puestos de trabajo en distintas áreas en cada una de las provincias.
Así se han manifestado desde Peteco Carabajal, Dillom, Divididos, Babasónicos, Molotov y otros tantos.
Nuestra cultura expresa la identidad y el sentir más profundo de nuestro pueblo y tiene una larga historia sembrada por diversos aportes étnicos y estéticos.
Cuando con maniobras de este tipo se intenta silenciar para disciplinar y someter al pueblo, se moviliza “desde el pie”, desde lo más profundo el apoyo y la reacción contra estas formas autoritarias y empobrecedores que mediante el control del Estado quieren imponernos una visión y un rumbo contrario a los intereses nacionales.
En todas las provincias, en cada evento cultural, científico, deportivo, en las asambleas barriales y en cada rincón crecen los pronunciamientos de repudio y de lucha de nuestra cultura que no se rinde.
Hoy N° 1999 21/02/2024