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11 de noviembre de 2010

Programa aprobado en el 6° Congreso del PCR. 29, 30 de junio y 1º de julio de 1990

Nuestra época

Documentos del PCR / tomo 6

El desa­rro­llo del capi­ta­lis­mo y del pro­le­ta­ria­do en el siglo xix ori­gi­nó gran­des luchas obre­ras y popu­la­res. La Comuna de Paris, pri­me­ra expe­rien­cia de for­ma­ción de un Estado pro­le­ta­rio en 1871 fue el paso más avan­za­do de este pro­ce­so revo­lu­cio­na­rio. Carlos Marx dijo: “los prin­ci­pios de la Comuna son eter­nos y no pue­den ser des­trui­dos, se mani­fes­ta­rán una y otra vez hasta que la clase obre­ra con­si­ga la libe­ra­ción”.
Carlos Marx y Federico Engels fun­da­ron el socia­lis­mo cien­tí­fi­co, esta­ble­cien­do las bases de la teo­ría revo­lu­cio­na­ria del pro­le­ta­ria­do que ha guia­do y sigue guian­do las luchas de las gran­des masas explo­ta­das y opri­mi­das diri­gi­das por la clase obre­ra.
En el últi­mo ter­cio del siglo xix el capi­ta­lis­mo entró en su fase impe­ria­lis­ta. Capitalismo mono­po­lis­ta que, pese al gran cre­ci­mien­to eco­nó­mi­co y a los enor­mes avan­ces cien­tí­fi­cos y téc­ni­cos, es un capi­ta­lis­mo ago­ni­zan­te, por­que se agu­di­zan al extre­mo sus vie­jas y nue­vas con­tra­dic­cio­nes, pro­vo­can­do inevi­ta­ble­men­te cri­sis perió­di­cas cada vez más pro­fun­das y más gra­ves que con­mue­ven los cimien­tos del sis­te­ma capi­ta­lis­ta a esca­la mun­dial. Estas cri­sis plan­te­an la nece­si­dad de la revo­lu­ción, que sólo puede ser diri­gi­da por el pro­le­ta­ria­do con su par­ti­do mar­xis­ta-leni­nis­ta como esta­do mayor. Es la época del impe­ria­lis­mo y las revo­lu­cio­nes pro­le­ta­rias, como la defi­nió Lenin.
Las bur­gue­sías impe­ria­lis­tas no sólo explo­tan a la clase obre­ra y opri­men a los pue­blos de sus paí­ses, sino que opri­men y saque­an al mundo ente­ro, con­vir­tien­do a la mayo­ría de los paí­ses del globo en colo­nias, semi­co­lo­nias y paí­ses depen­dien­tes. Se entre­la­zan así los movi­mien­tos de libe­ra­ción nacio­nal con el movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio del pro­le­ta­ria­do.
La dis­pu­ta inte­rim­pe­ria­lis­ta por el con­trol del mundo gene­ró en 1914 la Primera Guerra Mundial. Durante la misma, el Partido Comunista diri­gi­do por Lenin, llevó en octu­bre de 1917 al triun­fo de la revo­lu­ción socia­lis­ta en Rusia. A pesar de la resis­ten­cia de las cla­ses derro­ca­das, del asal­to impe­ria­lis­ta y del cerco con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rio, con la línea de Lenin millo­nes de explo­ta­dos rea­li­za­ron la epo­pe­ya his­tó­ri­ca, por pri­me­ra vez en la his­to­ria de la huma­ni­dad, de sos­te­ner la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do.
En un plazo his­tó­ri­co asom­bro­sa­men­te breve en la URSS se creó una poten­te indus­tria moder­na y se pasó de la míse­ra pro­duc­ción agrí­co­la indi­vi­dual con ara­dos de made­ra a coo­pe­ra­ti­vas (kol­jo­ses) y hacien­das esta­ta­les (sov­jo­ses) que unían cada una el tra­ba­jo de cien­tos de cam­pe­si­nos dota­dos de maqui­na­ria y téc­ni­ca moder­na. Terminaron con el anal­fa­be­tis­mo que era del 75% y los hijos de los obre­ros y los cam­pe­si­nos acce­die­ron a la ense­ñan­za poli­téc­ni­ca y uni­ver­si­ta­ria. Mientras el capi­ta­lis­mo era sacu­di­do por la gran cri­sis de 1929-33 dece­nas de millo­nes de tra­ba­ja­do­res se hun­dían en la deso­cu­pa­ción y la mise­ria, en la URSS se ter­mi­na­ba con el paro for­zo­so y se pro­du­cía el gran saltó cua­li­ta­ti­vo de la indus­tria­li­za­ción y la colec­ti­vi­za­ción. Este salto a la moder­ni­dad no sólo fue logra­do en un tiem­po increí­ble­men­te corto –diez años– sino por un cami­no que libe­ra­ba a los tra­ba­ja­do­res del yugo del capi­tal y ayu­da­ba a los demás pue­blos en lucha por su eman­ci­pa­ción nacio­nal y social. La exis­ten­cia de un par­ti­do de nuevo tipo, como lo plan­tea­ra Lenin y pelea­ra por su cons­truc­ción desde comien­zos del siglo, se mos­tró como clave para que el pro­le­ta­ria­do con­quis­ta­ra y retu­vie­ra el poder, basán­do­se en la alian­za obre­ro-cam­pe­si­na. La no reso­lu­ción de estas cues­tio­nes sig­ni­fi­ca­ría trá­gi­cas derro­tas al pro­le­ta­ria­do de varios paí­ses euro­peos, en par­ti­cu­lar el hún­ga­ro y el ale­mán.
Lenin ini­ció una nueva etapa en el desa­rro­llo del mar­xis­mo: el mar­xis­mo de la época del impe­ria­lis­mo y de la revo­lu­ción pro­le­ta­ria. A su muer­te Stalin defen­dió sus ense­ñan­zas. Avanzó la cons­truc­ción del socia­lis­mo en la URSS, lo que inci­dió, favo­ra­ble­men­te en el desa­rro­llo de los movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios en el mundo y en América Latina. Esto es lo prin­ci­pal de Stalin, sin des­co­no­cer sus erro­res, como haber con­si­de­ra­do que había fina­li­za­do la lucha de cla­ses en la URSS y cier­tos ras­gos chau­vi­nis­tas en su polí­ti­ca.
El revi­sio­nis­mo sovié­ti­co con­cen­tra sus ata­ques en Stalin. Pero siem­pre apun­tó a negar la heren­cia teó­ri­ca de Lenin y de Marx, heren­cias que, con todos sus erro­res, defen­dió Stalin. Al ata­car a Stalin como un demo­nio cri­mi­nal, jamás plan­tea el tema en tér­mi­nos de clase y de lucha de cla­ses y enton­ces apa­re­ce Stalin como un indi­vi­duo que tuvo un enor­me poder y era un ase­si­no. Un caso pato­ló­gi­co. Desliga el con­cep­to de demo­cra­cia del tipo de Estado y del con­te­ni­do con­cre­to de clase de éste. Así busca desa­cre­di­tar a la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do y deso­rien­tar a las masas ante un pro­ble­ma que esca­pa­ría a la lucha de cla­ses, y por lo tanto ellas no pue­den trans­for­mar. Al mismo tiem­po, los jerar­cas rusos bus­can, con esa expli­ca­ción, lan­zar una cor­ti­na de humo sobre los erro­res rea­les del Partido Comunista de la URSS en épo­cas de Stalin, erro­res que con­tri­bu­ye­ron al sur­gi­mien­to del social­fas­cis­mo y de la bur­gue­sía buro­crá­ti­ca fas­cis­ta que expre­san esos jerar­cas rusos.

 

Guerra, revolución y contrarevolución

La dis­pu­ta inte­rim­pe­ria­lis­ta que enfren­ta­ba a Francia. Inglaterra y Estados Unidos por un lado, con los paí­ses que con­for­ma­ron el eje fas­cis­ta: Alemania. Italia y Japón por el otro, ori­gi­nó la Segunda Guerra Mundial.
Cuando Alemania agre­de a la URSS (en ese enton­ces toda­vía bajo la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do) la gue­rra inte­rim­pe­ria­lis­ta se trans­for­ma en una gue­rra mun­dial anti­fas­cis­ta. El impe­ria­lis­mo nazi­fas­cis­ta, con­tra el que había libra­do una gue­rra desi­gual y heroi­ca el pue­blo espa­ñol, con­tra el que libra­ba una gue­rra nacio­nal desde la mitad de déca­da del 30 el pue­blo chino y con­tra el cual se había des­ple­ga­do la lucha de los fren­tes popu­la­res, pri­me­ro polí­ti­ca y luego arma­da, en casi toda Europa, se con­vir­tió en el ene­mi­go prin­ci­pal del pro­le­ta­ria­do a esca­la mun­dial. La defen­sa del pri­mer país socia­lis­ta se fun­dió con la lucha libe­ra­do­ra de los pue­blos sojuz­ga­dos por el nazis­mo ale­mán, el mili­ta­ris­mo japo­nés y el fas­cis­mo ita­lia­no. La URSS, con­du­ci­da por el Partido Comunista (bol­che­vi­que) diri­gi­do por Stalin, llevó desde enton­ces el peso prin­ci­pal de la lucha con­tra el fas­cis­mo.
Derrotado el fas­cis­mo se for­ta­le­cie­ron en todo mundo las posi­cio­nes pro­le­ta­rias revo­lu­cio­na­rías de libe­ra­ción nacio­nal. La revo­lu­ción triun­fó en algu­nos paí­ses del Este euro­peo. Los pue­blos de Asia, Áfri­ca y América Latina se colo­ca­ron en la pri­me­ra fila de la lucha anti­im­pe­ria­lis­ta y anti­co­lo­nia­lis­ta, rea­li­zan­do luchas arma­das revo­lu­cio­na­rias, con­quis­tan­do gran­des vic­to­rias que cam­bia­ron la fiso­no­mía del mundo de la pos­gue­rra. Esto esti­mu­ló al pro­le­ta­ria­do mun­dial y a los pue­blos de todos los paí­ses en su lucha revo­lu­cio­na­ria anti­im­pe­ria­lis­ta. A su vez, el Partido Comunista de China diri­gi­do por Mao Tsetung con­du­jo al pue­blo chino al triun­fo de la revo­lu­ción, ins­tau­rán­do­se la República Popular el 1º de Octubre de 1949.
Después de la Revolución de Octubre en Rusia la vic­to­ria de la Revolución China es el acon­te­ci­mien­to más impor­tan­te en la his­to­ria del movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio del pro­le­ta­ria­do inter­na­cio­nal. Mao Tsetung desa­rro­lló el mar­xis­mo-leni­nis­mo en todos los pla­nos.
El impe­ria­lis­mo yan­qui emer­gió de la Segunda Guerra Mundial como la super­po­ten­cia impe­ria­lis­ta hege­mó­ni­ca. Con la derro­ta que sufrió en Corea, y el triun­fo de la Revolución cuba­na y las gue­rras de libe­ra­ción nacio­nal de los pue­blos de Vietnam. Kampuchea y Laos, el impe­ria­lis­mo yan­qui cayó –a comien­zos de la déca­da del seten­ta en una pro­fun­da cri­sis mili­tar, polí­ti­ca y eco­nó­mi­ca. Perdió fuer­zas, rela­ti­va­men­te, fren­te a los paí­ses de Europa Occidental y Japón y, pese a hacer deno­da­dos esfuer­zos por man­te­ner su hege­mo­nía, comen­zó a decli­nar y a retro­ce­der.
En la URSS –pri­me­ra expe­rien­cia dura­de­ra de la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do– duran­te el perío­do de Stalin, en el marco de rela­cio­nes de pro­duc­ción no ente­ra­men­te revo­lu­cio­na­ri­za­das y de la no reso­lu­ción o reso­lu­ción erró­nea por la direc­ción del Partido de nue­vos pro­ble­mas teó­ri­cos y polí­ti­cos sur­gi­dos en la cons­truc­ción del socia­lis­mo, se habían incu­ba­do sec­to­res socia­les y ela­bo­ra­cio­nes teó­ri­cas y polí­ti­cas revi­sio­nis­tas. Estos sec­to­res y ela­bo­ra­cio­nes teó­ri­cas sir­vie­ron de apo­ya­tu­ra a una capa buro­crá­ti­ca pri­vi­le­gia­da, cada día más ale­ja­da del con­trol de las masas, que ini­ció el cami­no de la uti­li­za­ción de sus pri­vi­le­gios polí­ti­cos para gene­rar pri­vi­le­gios eco­nó­mi­cos y socia­les. En marzo de 1953 falle­ció Stalin. La línea del XXº Congreso del PCUS, rea­li­za­do en 1956, fue un salto cua­li­ta­ti­vo, la revi­sión total de las prin­ci­pa­les tesis mar­xis­tas leni­nis­tas, demos­tra­ti­vo de la fuer­za adqui­ri­da por los repre­sen­tan­tes de la bur­gue­sía en la direc­ción del Partido. En 1957 el sec­tor enca­be­za­do por Jruschov dio un golpe de Estado que garan­ti­zó la hege­mo­nía de esa bur­gue­sía en el Partido, en el Estado (prin­ci­pal­men­te en las fuer­zas arma­das y repre­si­vas) y en la socie­dad sovié­ti­ca, su con­ver­sión, en forma ori­gi­nal, en clase domi­nan­te, explo­ta­do­ra, bur­gue­sía de nuevo tipo, buro­crá­ti­co-mono­po­lis­ta, expan­sio­nis­ta, socia­lis­ta de pala­bra e impe­ria­lis­ta de hecho.
El ascen­so del revi­sio­nis­mo al poder, sig­ni­fi­có el ascen­so de la bur­gue­sía al poder, del revi­sio­nis­mo a la trai­ción, y de la trai­ción al socia­lim­pe­ria­lis­mo y al fas­cis­mo. Tal fue el trán­si­to de la direc­ción del PCUS. Esto colo­có fren­te al impe­ria­lis­mo yan­qui a un agre­si­vo rival, pode­ro­sí­si­mo, que pasó a dis­pu­tar­le el con­trol del mundo.
Con la dege­ne­ra­ción de la URSS sur­gió otro fenó­me­no en el movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio mun­dial: ensi­lla­das por el socia­lim­pe­ria­lis­mo –que se dis­fra­za de “alia­do natu­ral” de los pue­blos del Tercer Mundo– varias revo­lu­cio­nes de libe­ra­ción nacio­nal triun­fan­tes sufrie­ron el cam­bio de amo. Países  cuyas heroi­cas revo­lu­cio­nes fue­ron ban­de­ras para millo­nes de explo­ta­dos y opri­mi­dos en el mundo, habien­do derro­ta­do a los yan­quis u otros impe­ria­lis­tas, pasa­ron a ser paí­ses depen­dien­tes opri­mi­dos por la URSS e inclu­so pun­tas de lanza de su polí­ti­ca. Ejemplos trá­gi­cos de este fenó­me­no son Cuba y Vietnam. El peso del revi­sio­nis­mo en las direc­cio­nes de los paí­ses comu­nis­tas y la no com­pren­sión por parte de los revo­lu­cio­na­rios y comu­nis­tas, del cam­bio de carác­ter de la URSS, posi­bi­li­tó su copa­mien­to por el nuevo amo impe­ria­lis­ta.
Mao Tsetung, el más gran­de mar­xis­ta-leni­nis­ta de nues­tro tiem­po, ini­ció la gran lucha con­tra el revi­sio­nis­mo moder­no, ana­li­zó el cam­bio de carác­ter de la URSS, defi­nién­do­la como socia­lim­pe­ria­lis­ta (socia­lis­ta de pala­bra e impe­ria­lis­ta en los hechos), y estu­dian­do la causa de esta tra­ge­dia his­tó­ri­ca para el pro­le­ta­ria­do y los pue­blos del mundo, impul­só a par­tir de 1966 la Revolución Cultural Proletaria. Una gigan­tes­ca revo­lu­ción diri­gi­da a impe­dir la res­tau­ra­ción capi­ta­lis­ta y a sos­te­ner la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do.
La teo­ría de la con­ti­nua­ción de la revo­lu­ción bajo la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do se basa en la com­pren­sión de que en el socia­lis­mo, como etapa de tran­si­ción entre el capi­ta­lis­mo y el comu­nis­mo, sigue exis­tien­do la lucha de cla­ses anta­gó­ni­ca entre el pro­le­ta­ria­do y la bur­gue­sía.
Aprovechando la muer­te de Mao Tsetung en 1976, y de otros líde­res del PCCH, des­pués del breve  perío­do en que Hua Kuofeng pre­si­dió en Partido, los repre­sen­tan­tes de la bur­gue­sía se apo­de­ra­ron del poder a par­tir del Tercer Pleno del Comité Central rea­li­za­do en diciem­bre de 1978, con­so­li­dan­do su hege­mo­nía en el XII Congreso de setiem­bre de 1982.
La res­tau­ra­ción capi­ta­lis­ta en China no inva­li­da sino que real­za los apor­tes revo­lu­cio­na­rios de Mao Tsetung.
En 1974, sin­te­ti­zan­do la rea­li­dad obje­ti­va de la lucha de cla­ses a esca­la mun­dial, Mao for­mu­ló la teo­ría de los Tres Mundos, defen­dien­do y desa­rro­llan­do tam­bién las tesis fun­da­men­ta­les del mar­xis­mo-leni­nis­mo.
La Teoría de los Tres Mundos se basa en la teo­ría de Lenin que afir­ma: 1) la nues­tra es la época del impe­ria­lis­mo y de la revo­lu­ción pro­le­ta­ria; 2) el desa­rro­llo desi­gual del impe­ria­lis­mo y la inevi­ta­bi­li­dad de que los paí­ses impe­ria­lis­tas recu­rran a la gue­rra para repar­tir­se de nuevo el mundo y 3) el impe­ria­lis­mo ha divi­di­do al mundo en nacio­nes opre­so­ras y nacio­nes opri­mi­das, el pro­le­ta­ria­do inter­na­cio­nal lucha al lado de estas últi­mas y las revo­lu­cio­nes de libe­ra­ción nacio­nal con­flu­yen con revo­lu­ción pro­le­ta­ria mun­dial.
La déca­da del 70 fue una déca­da de expan­sión agre­si­va, des­en­fre­na­da, de la URSS.
En la déca­da del 80, los Estados Unidos logran rever­tir par­cial­men­te la situa­ción, y se esta­ble­ció lo que nues­tro Quinto Congreso defi­nió como un “equi­li­brio ines­ta­ble y pre­ca­rio de las dos super­po­ten­cias”. Este equi­li­brio favo­re­ció el avan­ce de otras poten­cias impe­ria­lis­tas como Alemania Federal, Japón, Italia, Inglaterra, en “Occidente”, y ten­den­cias sepa­ra­tis­tas en el Este euro­peo y dio alas inde­pen­den­tis­tas a los paí­ses del Tercer Mundo.
A la vez el Este euro­peo y la pro­pia URSS han sido con­mo­vi­dos por un gigan­tes­co esta­lli­do de masas con­tra los regí­me­nes social­fas­cis­tas y por la inde­pen­den­cia nacio­nal.
La actual  situa­ción polí­ti­ca inter­na­cio­nal está enmar­ca­da por el perío­do de dis­ten­sión abier­to entre las dos super­po­ten­cias. Tanto la URSS como Estados Unidos nece­si­tan en forma apre­mian­te este perío­do de dis­ten­sión. Necesitan ganar tiem­po para mejo­rar su situa­ción eco­nó­mi­ca y moder­ni­zar su indus­tria béli­ca.
Esta dis­ten­sión es rela­ti­va, por­que lo fun­da­men­tal entre las dos super­po­ten­cias sigue sien­do la dis­pu­ta por el con­trol del mundo.
Asistimos a un momen­to de gran rea­gru­pa­mien­to de fuer­zas a esca­la mun­dial. Reagrupamiento que deter­mi­na­rá en el futu­ro quién se alia­rá con quién y con­tra quién, en un pro­ce­so seme­jan­te al que pre­ce­dió a las dos gue­rras mun­dia­les de este siglo, cuya carac­te­rís­ti­ca fue la ali­nea­ción en dos blo­ques, dos trin­che­ras.
El cen­tro de la dis­pu­ta sigue sien­do Europa. Es el tea­tro prin­ci­pal de las riva­li­da­des polí­ti­co-mili­ta­res de los paí­ses de la OTAN y el Pacto de Varsovia. Pero los paí­ses de Europa tam­bién son pro­ta­go­nis­tas cre­cien­tes. Se ha pro­du­ci­do un desa­rro­llo desi­gual y a sal­tos y apa­re­cen como impe­ria­lis­mos en ascen­so Japón y, en Europa, par­ti­cu­lar­men­te Alemania. Sin embar­go Estados Unidos y la URSS siguen sien­do los ene­mi­gos prin­ci­pa­les, los prin­ci­pa­les opre­so­res.
La his­to­ria de este siglo demues­tra que el rea­gru­pa­mien­to de fuer­zas actual va a ter­mi­nar for­ta­le­cien­do los fac­to­res de gue­rra a esca­la mun­dial. La lucha con­tra la gue­rra impe­ria­lis­ta sigue sien­do una gran tarea revo­lu­cio­na­ria de la clase obre­ra. Incluso la lucha para apla­zar su esta­lli­do crea­rá mejo­res con­di­cio­nes para enfren­tar­la cuan­do ésta se desa­te y con­ti­nuar el com­ba­te por la revo­lu­ción en cual­quier cir­cuns­tan­cia. Es nece­sa­rio pug­nar por la uni­dad de la clase obre­ra mun­dial y los pue­blos del Tercer Mundo, para enfren­tar y des­en­mas­ca­rar el hege­mo­nis­mo y derro­tar las pro­vo­ca­cio­nes de gue­rra y el expan­sio­nis­mo de las dos super­po­ten­cias.
Mediante la soli­da­ri­dad acti­va en el com­ba­te anti­he­ge­mo­nis­ta y anti­im­pe­ria­lis­ta, la lucha por la paz se entre­la­za con la lucha de los pue­blos del Tercer Mundo por su libe­ra­ción.
Una posi­ción acti­va por la paz requie­re la movi­li­za­ción por el des­ar­me ató­mi­co y la des­truc­ción del arse­nal ató­mi­co mun­dial. La exi­gen­cia del reti­ro de todas las bases y tro­pas mili­ta­res en el extran­je­ro, res­pe­tan­do el dere­cho sobe­ra­no de todas las nacio­nes, sean ellas gran­des o peque­ñas.
Está abier­to un perío­do pre­ña­do de con­flic­tos y de luchas de los explo­ta­dos y opri­mi­dos, que se entre­la­zan con el cre­ci­mien­to de los fac­to­res de gue­rra. La lucha por la libe­ra­ción nacio­nal y la lucha revo­lu­cio­na­ria de la clase obre­ra y de los pue­blos  opri­mi­dos, sigue desa­rro­llán­do­se en todo el mundo.
Los paí­ses, pue­blos y nacio­nes del Tercer Mundo son la fuer­za anti­im­pe­ria­lis­ta prin­ci­pal del mundo actual y lo segui­rán sien­do por un tiem­po pro­lon­ga­do. Juzgando la situa­ción en su con­jun­to, siguen exis­tien­do con­di­cio­nes favo­ra­bles para el desa­rro­llo y for­ta­le­ci­mien­to de las fuer­zas revo­lu­cio­na­rias anti­im­pe­ria­lis­tas del Tercer Mundo y es muy difí­cil para las super­po­ten­cias aplas­tar este movi­mien­to, por­que sus fuer­zas repre­si­vas son limi­ta­das para enfren­tar­lo, exis­ten con­flic­tos entre las super­po­ten­cias y las fuer­zas impe­ria­lis­tas del Segundo Mundo, y la lucha por la hege­mo­nía en Europa con­su­me lo prin­ci­pal de sus ener­gías.

 

Ubicación de la Argentina

En este con­tex­to, la lucha por la trans­for­ma­ción de nues­tra socie­dad en una socie­dad comu­nis­ta requie­re obli­ga­to­ria­men­te eta­pas pre­vias que abar­can la revo­lu­ción demo­crá­ti­ca y la revo­lu­ción socia­lis­ta. Somos par­ti­da­rios de la revo­lu­ción inin­te­rrum­pi­da y por eta­pas. Lo que impli­ca com­pren­der a fondo la dife­ren­cia y la rela­ción exis­ten­te entre ellas.
En la Argentina, país depen­dien­te, opri­mi­do por el impe­ria­lis­mo, aún hoy no se han rea­li­za­do las tare­as demo­crá­ti­cas, agra­rias y anti­im­pe­ria­lis­tas, por no haber­se des­trui­do el Estado de los terra­te­nien­tes, la gran bur­gue­sía inter­me­dia­ria y el impe­ria­lis­mo. A pesar de las refor­mas efec­tua­das por el yri­go­ye­nis­mo y las más avan­za­das rea­li­za­das por el pero­nis­mo, quedó demos­tra­da la inca­pa­ci­dad de la bur­gue­sía nacio­nal para lle­var ade­lan­te las trans­for­ma­cio­nes revo­lu­cio­na­rias que nues­tro país nece­si­ta. Sólo podrá hacer­las el pro­le­ta­ria­do sobre la base de la alian­za obre­ro-cam­pe­si­na y diri­gien­do al con­jun­to del pue­blo en la lucha por ins­tau­rar una repú­bli­ca de nueva demo­cra­cia.
“Los múl­ti­ples sis­te­mas de Estado en el mundo pue­den redu­cir­se a tres tipos fun­da­men­ta­les, si se cla­si­fi­can según el carác­ter de clase de su poder: 1) repú­bli­ca bajo la dic­ta­du­ra de la bur­gue­sía; 2) repú­bli­ca bajo la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do; y 3) repú­bli­ca bajo la dic­ta­du­ra con­jun­ta de las diver­sas cla­ses revo­lu­cio­na­rias” (Sobre la nueva demo­cra­cia, Obras Escogidas de Mao Tsetung, tomo II, pági­na 365).
Para garan­ti­zar este últi­mo tipo de repú­bli­ca y avan­zar en el cami­no revo­lu­cio­na­rio, es impres­cin­di­ble que el pro­le­ta­ria­do, fuer­za prin­ci­pal de la revo­lu­ción en la Argentina, no sólo enca­be­ce, sino tam­bién hege­mo­ni­ce la lucha por la des­truc­ción del viejo Estado y la cons­truc­ción de un Estado de nuevo tipo: el Estado de las cla­ses revo­lu­cio­na­rias, basa­do en la alian­za obre­ro-cam­pe­si­na y diri­gi­do por la clase obre­ra.
Las cla­ses revo­lu­cio­na­rias nece­si­tan de este nuevo Estado para resol­ver las tare­as agra­rias y anti­im­pe­ria­lis­tas, y para no que­dar des­ar­ma­das ante las cla­ses derro­ta­das que siem­pre inten­ta­rán recu­pe­rar el poder. Estas cues­tio­nes esta­rán en pro­fun­do deba­te en el seno del pue­blo. Del papel que jue­gue el pro­le­ta­ria­do y su par­ti­do, de cómo se resuel­va la hege­mo­nía del pro­le­ta­ria­do, depen­de­rá que la revo­lu­ción avan­ce a la dic­ta­du­ra del pro­le­ta­ria­do, al socia­lis­mo, en forma inin­te­rrum­pi­da, como etapa de tran­si­ción al comu­nis­mo, o que se res­tau­re la domi­na­ción de las cla­ses explo­ta­do­ras.
A dife­ren­cia de algu­nos otros paí­ses colo­nia­les, semi­co­lo­nia­les o depen­dien­tes, la Argentina ha sido y es un país dis­pu­ta­do por varias poten­cias impe­ria­lis­tas. Disputa que en el marco de la actual situa­ción inter­na­cio­nal se agu­di­za. Argentina es parte de América Latina, que con­ti­núa sien­do área de influen­cia tra­di­cio­nal del impe­ria­lis­mo yan­qui. En nues­tro país, en las últi­mas déca­das, el socia­lim­pe­ria­lis­mo sovié­ti­co ha hun­di­do pro­fun­da­men­te sus raí­ces; esto ha pro­du­ci­do cam­bios pro­fun­dos que con­vir­tie­ron a la URSS en el impe­ria­lis­mo domi­nan­te en des­me­dro prin­ci­pal­men­te de ingle­ses y yan­quis. En el perio­do actual crece el peso e inje­ren­cia de mono­po­lios euro­peos, ita­lia­nos y ale­ma­nes en par­ti­cu­lar, y japo­ne­ses.
Para las poten­cias impe­ria­lis­tas la Argentina inte­re­sa espe­cial­men­te por su posi­ción estra­té­gi­ca en el Atlántico Sur, en rela­ción a los pre­pa­ra­ti­vos para la Tercera Guerra Mundial.
El impe­ria­lis­mo inglés, luego del triun­fo de su agre­sión colo­nia­lis­ta en junio de 1982, ha ins­ta­la­do una base mili­tar, que se inte­gra en el dis­po­si­ti­vo estra­té­gi­co de la OTAN, en nues­tras Islas Malvinas desde donde pue­den des­ple­gar­se armas ató­mi­cas. Situación que se agra­vó con la polí­ti­ca des­mal­vi­ni­za­do­ra del alfon­si­nis­mo. A su vez, el acuer­do pes­que­ro y las con­ce­sio­nes por­tua­rias hechas por el alfon­si­nis­mo ter­mi­na­ron de abrir las puer­tas de nues­tra Patagonia, es decir del Atlántico Sur, a la pode­ro­sa flota de gue­rra sovié­ti­ca, ya que su flota pes­que­ra es una sec­ción de la mari­na de gue­rra de la URSS. Las con­ce­sio­nes hechas por el gobier­no del doc­tor Menem con la rene­go­cia­ción de los acuer­dos pes­que­ros y sobre las Malvinas, man­ti­e­nen la situa­ción de “zona calien­te” en nues­tras aguas del Atlántico Sur. La Argentina sigue sien­do peón en un table­ro que mane­jan las super­po­ten­cias.
Sostenemos una polí­ti­ca con­tra la gue­rra inte­rim­pe­ria­lis­ta de neu­tra­lis­mo acti­vo (lo que sig­ni­fi­ca luchar por impe­dir que la vida, el terri­to­rio y los mares sean usa­dos por uno u otro blo­que). Es lo se entre­la­za con la lucha por la recu­pe­ra­ción patrió­ti­ca de las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur y con la lucha por la anu­la­ción de los acuer­dos pes­que­ros y las con­ce­sio­nes en los puer­tos del Sur argen­ti­no hechas a los sovié­ti­cos. Esta es la única forma de ejer­cer nues­tro pleno dere­cho sobe­ra­no en el sec­tor antár­ti­co argen­ti­no y sobre nues­tra pla­ta­for­ma sub­ma­ri­na.
La uni­dad de los pue­blos de la Argentina y de todos los paí­ses lati­no­a­me­ri­ca­nos es clave para impedir que nues­tros pue­blos sean ins­tru­men­ta­dos en la lucha inte­rim­pe­ria­lis­ta por el domi­nio del mundo y para poder avan­zar hacia el triun­fo de la segun­da revo­lu­ción libe­ra­do­ra en América Latina.