Brasil es uno de los países más golpeados en el mundo por el coronavirus. Bolsonaro viene sintiendo el cansancio y hartazgo del pueblo brasileño, que realizó marchas históricas reclamando un mejor manejo de la pandemia y pidió su renuncia. Hoy en día, gracias a la campaña anticuarentena que llevó adelante Bolsonaro, Brasil es el país con mayor cantidad de muertos por el coronavirus, solo superado por Estados Unidos. El hambre crece y las necesidades básicas no están garantizadas.
En este contexto, el próximo año Brasil tendrá elecciones presidenciales. El sistema de votación, desde 1996, es electrónico. Bolsonaro, que fue electo presidente mediante este método en 2018, amenaza con no reconocer los resultados de las próximas elecciones presidenciales. Argumenta que el voto electrónico fomenta el fraude, pero no presentó ni aportó ninguna prueba para fundamentar sus declaraciones.
En cambio, lo que hizo fue armar un desfile militar mientras el Congreso debatía la incorporación a la Constitución brasileña de la enmienda impulsada por él, para respaldar el voto electrónico con el voto impreso. El desfile militar contó con tanques de guerra y otros blindados, y participaron las Fuerzas Armadas, el ejército y la Fuerza Aérea.
En el palco oficial estuvo Bolsonaro (capitán de la reserva del ejército) junto a los comandantes del Ejército, la Marina, la Aeronáutica y algunos ministros. El palco fue ubicado de forma tal que tenga vistas al Congreso y la Corte Suprema. Si bien este desfile es parte de un evento que se realiza desde 1988, este año Bolsonaro desplazó 80 kilómetros la sede de la celebración, para que sea en la capital de Brasil. Durante el desfile, que duró unos 10 minutos, partidarios del gobierno mostraron pancartas pidiendo una intervención militar para “salvar a Brasil”.
El proyecto de modificación de la ley electoral no pudo pasar en el Congreso. Perdió por muy poco margen, pues la votación terminó con 229 votos a favor, de los 308 necesarios, 218 en contra y una abstención. Esto es un fuerte revés para el presidente brasileño.
Debido a las continuas arengas de Bolsonaro en contra del sistema electoral, el Tribunal Superior Electoral abrió una investigación, y el juez Alexandre de Morais aceptó la solicitud de incluir al mandatario de ultraderecha como parte de los investigados por generar fake news. Bolsonaro respondió “No aceptaré intimidaciones y seguiré ejerciendo mi libertad de decir lo que quiera”, e insinuó que el presidente del TSE, Luis Barroso, también miembro del Supremo, prepara un «fraude» para las elecciones de 2022.
Es importante también mencionar que el lunes 9/8, la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB) pidió a la Corte Penal Internacional (CPI) que investigue a Bolsonaro por su «política anti indígena», a la que califican de «genocidio» y «ecocidio». Lo remarcable es que esta es la primera presentación que hacen con abogados pertenecientes a pueblos originarios de Brasil. La denuncia está basada en relatos de líderes y organizaciones indígenas, y sostenida con documentos oficiales, investigaciones académicas e informes técnicos. La presencia de mineros y madereros ilegales en las reservas de los pueblos originarios son un foco de contagio del coronavirus en las comunidades. Bolsonaro continuamente defiende la apertura de tierras indígenas y áreas protegidas de la Amazonia, muy golpeadas por la deforestación y la minería ilegal, para la explotación de recursos. Esto fue duramente criticado tanto por la comunidad brasileña, como la internacional. Las tierras pertenecientes a los pueblos originarios representan el 13% del territorio brasileño.
Hoy N° 1877 18/08/2021