Desde las primeras horas del jueves 4 dejaron de funcionar las formaciones del tren Sarmiento, una entre la estación Castelar e Ituzaingó y la otra en Merlo, cortando así el servicio entre Moreno y Castelar.
A la incertidumbre y falta de información por parte de TBA, se fueron sumando el miedo a perder el trabajo o el presentismo, y la indignación por tanto mal trato acumulado, lo que resultó en el estallido de la bronca por parte de los usuarios. De ahí en más, los hechos de público conocimiento.
Centenares marcharon por las vías y cortaron el paso a nivel de Castelar, y también en Merlo. Pero tanta indignación acumulada día a día –como dicen los usuarios, “se viaja peor que ganado”–, generó que muchos explotaran su bronca contra las formaciones (8 vagones quemados), oficinas y máquinas expendedoras.
El estallido popular recuerda los hechos del 2005, en la estación Haedo del mismo ferrocarril, y otros, consecuencia del pésimo servicio que brinda esta concesión, pese a los subsidios millonarios que el gobierno K le otorga a la empresa, sumado a las ventas multimillonarias de pasajes. Asimismo, TBA mantiene flexibilizados y cada vez en menor número a sus trabajadores, junto a la complicidad de la dirección del gremio ferroviario.
La desinversión, la falta de mantenimiento, el castigo a los trabajadores, la impuntualidad, los constantes problemas técnicos, los accidentes evitables, el maltrato permanente al usuario (que paga su boleto): todo este cóctel es el que desembocó en la ira incontrolable de la gente.
La empresa, el gobierno nacional (a través del ministro Aníbal Fernández), la policía y la patota de Othacehé, son responsables de encubrir las causas reales de esta reacción, atacando y argumentando con la teoría de la “desestabilización” y “los infiltrados”, reprimiendo y deteniendo a trabajadores y organizaciones políticas.
Esta política del gobierno, de permanente confrontación con los conflictos, pretende distraer la atención del pueblo sobre el colapso del transporte público, tapar el jueves negro de la bolsa, el mega negocio del tren bala, el pago anticipado de la deuda con el Club de París, la inflación creciente, el aumento de la desocupación (despidos en Pirelli, Ecotrans, Massalin, etc), y la grave situación social en los barrios del Oeste. Pero no hay ni una palabra para los trabajadores, estudiantes, docentes, etc., que sufren día a día el infierno de este servicio, ni una palabra para el pésimo servicio del que lucra TBA incesantemente y al que siguen adornando con cuantiosos subsidios.
El PCR Zona Oeste, llama a unirse, organizarse y luchar por: Anulación de la concesión al TBA. Operatividad estatal con control de los trabajadores y usuarios. No al tren bala. Reapertura de ramales. Por un servicio de transporte digno y económico que sirva al pueblo.
02 de octubre de 2010