Las marchas, sean en París o en otras ciudades como Rennes, Toulouse, Strasbourg, Nice, Lille, Lyon, Marsella –en realidad hubo acciones obreras y estudiantiles en todas las ciudades de Francia– están cobrando una nueva forma de lucha del pueblo; un pueblo expoliado por una clase dominante, con su gobierno, que se declara “socialista”, algunos de ellos porque mienten descaradamente, pero buena parte porque ni siquiera comprenden lo que significa el socialismo.
En cambio, los estudiantes entienden bien cuando proclaman que los jóvenes en este Estado no tienen futuro, o los obreros cuando declaran que sólo la precariedad, la miseria y la desocupación es para ellos, y los buenos negocios, la finanza, los bancos, y los empresarios de la clase dominante se enriquecen como jamás, a costa del trabajo popular.
La nueva forma de lucha ya no se caracteriza por las marchas, tradicionales, que en París se hacen desde la Plaza de la República hasta la Plaza de la Nación. Ahora, una manifestación de este tipo significa una batalla, enfrentando por un lado el pueblo y por el otro las fuerzas de represión del actual dúo gobernante –es decir el Gobierno del partido mayoritario “PS” y las organizaciones de los grandes empresarios, y financistas– en donde anidan los partidos llamados de la oposición.
Un levantamiento popular
Así las cosas este sábado 9 de abril, el pueblo se levantó contra el Estado opresor. Como durante la Comuna, enfrentó la represión policial con palos, piedras, adoquines, etc., y durante horas fue el pueblo el que dominó la Plaza de la Nación. Todo comenzó desde la mañana y la dispersión total culminó solo a entradas horas de la noche. Pero por la noche se continuó y continúa con la toma de la Plaza de la República, con la consigna Nuit Debout (Noche de Pie) en donde estudiantes, obreros, asalariados de todo origen, y desocupados, pasan la noche en asambleas populares, y organizativas de la lucha por venir. Esto se repite en más de 100 ciudades del país, donde todas las noches y desde hace más de una semana se toman plazas. Esto se está extendiendo a ciudades de otros países de Europa –en las medianas y pequeñas comunas, se unen los pequeños productores y asalariados del campo– pues ellos están en lucha desde 2013, cuando el gobierno de Hollande comenzó a negarles precios sostén a sus productos.
En el origen de este levantamiento popular está la Ley del Trabajo, llamada “ley El Khomri”, apellido de origen magrebí de la ministra de Trabajo, supuesta autora de dicha ley, pero que en realidad, es obra de las organizaciones de empresarios, que la viene fogoneando desde los gobiernos anteriores, y que finalmente encontraron un mejor aliado en estos traidores del gobierno autodenominado “socialista”.
A esta ley los estudiantes la llaman “El Konneri”, de “con” que se traduce como necio o estúpido, pero que en el vulgarismo popular, significa “pelotudo”. La ley prevé, en términos generales, facilitar las cesantías sin necesidad de dar razones de ello, no sólo de parte de las direcciones empresarias, sino hasta de los jueces, cuando estos casos sean llevados a la justicia, justicia de por sí inexistente en este país de elites. Claro que con esta ley se les facilitarán las cosas a los poderosos. Además, prevé reducir las indemnizaciones de los cesanteados, es decir con esta ley te pueden echar sin miramientos y sin o casi sin indemnización. ¡Gran victoria de los “socialistas” del gobierno francés!
Si bien todos los medios centran las informaciones sobre la oposición popular a la ley “El Khomri”, en realidad las manifestaciones en todo el país son contra la desocupación, los sueldos de miseria, las cesantías en masa; contra los bancos y finanzas y financistas, cuyos locales son atacados, lo que los medios endilgan a los “casseurs” (rompedores). Hacen así alusión a que se trata de “profesionales de la destrucción que se mezclan entre los manifestantes”, pero que en realidad es el pueblo mismo que manifiesta su odio de clase. Y destruyen a su paso tanto vitrinas de bancos como entradas de comisarías, una clara elección de enemigos del pueblo.
Durante las batallas se escucharon consignas y se leía en las pancartas: “O se comparten las riquezas o hacemos saltar todo”, “Basta de esta sociedad, que solo nos ofrece desocupación y precariedad”. “Los patrones nos cesantean, cesanteemos los patrones”, y esta magnífica que resume la lucha “Todo es nuestro, nada a ellos, todo lo que tienen es robado”.
La lucha continúa
Todo está previsto para una nueva manifestación, alborada de nuevas batallas. Los sindicatos llaman a manifestar el 28 de abril. Los estudiantes y organizaciones populares se lamentan de que sea demasiado tardía, y que no se llame desde ya a una huelga general. Los sindicatos CGT y FO tratan de presionar al gobierno a una negociación, que les permita a ellos ser los interlocutores inevitables de todo acuerdo. Esto contra la voluntad popular que dice claramente en sus consignas “resistir”, “no se negocia con los patrones”, pero la lucha está enmarcada en las batallas por venir, y la ausencia de un partido revolucionario que dirija estas luchas hace que los sindicatos y el gobierno, así como las organizaciones patronales, observen la situación con alguna esperanza de que todo podrá encaminarse por una negociación, que permita que “todo cambie para que todo siga igual”.
Pero este no es el deseo de los estudiantes, los obreros, los pequeños productores, los asalariados del campo, y el pueblo en general, que están dispuestos a dar batalla.