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03 de abril de 2025

Otto Vargas, primer secretario general del PCR

“Nunca habíamos conocido una dictadura como ésa”

A pocos días de un nuevo aniversario del golpe de estado de 1976, y de la masiva jornada de lucha contra la dictadura y el negacionismo del gobierno de Milei, reproducimos extractos del libro de Jorge Brega “¿Ha muerto el comunismo? El maoísmo en la Argentina. Conversaciones con Otto Vargas”, para conocer cómo trabajaba el PCR en la clandestinidad y las consecuencias del terrorismo de Estado.

–¿Cómo pudieron pasar rápidamente al funcionamiento clandestino manteniendo la salida regular de la prensa partidaria? ¿Afectó la clandestinidad otros aspectos de la vida interna del partido?

–Sobre la base de luchar contra el golpe sin alimentar ilusiones, preparándonos para la posibilidad de que el golpe pasase, fuimos capaces de organizar un aparato clandestino. Así fue que el Comité Central pudo cumplir con la obligación estatutaria de reunirse en los plazos estipulados como si hubiese una situación de legalidad; desde ya, con todas las bajas que fuimos teniendo en esos años. Las reuniones se hicieron regularmente; según los plazos que fija el Estatuto. Cada reunión era un verdadero operativo para entrar, para funcionar, para retirarnos. ¿Por qué hicimos esto? Porque éramos y somos una fuerza política nacional que depende solamente de su relación con las masas populares. No dependemos de ningún factor externo. Si nosotros desaparecemos, desaparecemos; las semillas que queden vivas, si hay condiciones, podrán germinar; también podrán desaparecer. Pero hay otras organizaciones cuyo centro real está en el extranjero, no aquí. Esto en la Argentina es mucho más importante de lo que se cree. En la época de la Internacional Comunista había una idea no reconocida pero no por eso menos real, que planteaba que si un partido era barrido de un país, la Internacional, que era el partido real, iba a reorganizar esa fuerza. Por lo tanto se fue generando un método que menospreció la importancia de la democracia interna y del contacto con las masas del propio país, en algunos casos. Por ejemplo el Partido Comunista Argentino vivía en la legalidad plena antes del golpe del 6 de septiembre de 1930. Inclusive en sus periódicos los militantes estaban con nombre y apellido a nivel de célula, citaban a los responsables de frentes, publicaban a veces la lista de los afiliados que no cotizaban para que se pusiesen al día, etc. Era la legalidad que se vivió en la Argentina bajo los gobiernos radicales de Yrigoyen y de Alvear; legalidad que era interrumpida, cuando las luchas obreras desbordaban, con el estado de sitio, la represión y la matanza, como pasó en la Semana Trágica y en la Patagonia. Pero después había, en general, plenas libertades democráticas. Cuando vino el golpe del 30 el PC fue prácticamente destruido. Se reorganizó en forma muy dificultosa y dura a partir de pequeños núcleos. Pero una de las consecuencias que precipitó al Partido Comunista en una profunda y prolongada crisis en ese entonces, fue el hecho de que la falta de vida democrática interna hizo que las células no funcionaran, lo que facilitó que la dirección del partido se aislara de las masas y no pudiesen palpar su estado de ánimo. Lo mismo pasó en el período 1943-45. Nosotros, que conocíamos esas experiencias, hicimos todos los esfuerzos posibles para que la dirección del partido funcionase y pudiese, incluso en esas condiciones, poder recoger el estado de ánimo de las masas. Entiendo que son cuestiones muy importantes, aunque a veces puedan parecer casi absurdas, vistas en una forma simplista. Por ejemplo, en 1977 elaboramos y sometimos a discusión de todo el partido el Balance de la actividad partidaria entre 1973 y 1976; y en un Central que hicimos en la clandestinidad en una localidad de la provincia de Buenos Aires, en enero de 1979, discutimos ese Balance y lo aprobamos, después fue rediscutido y aprobado por el IV Congreso. Y en plena dictadura, para ser más concreto en el año 1976, lanzamos la campaña de discusión sobre el liberalismo desde el CC para abajo; campaña que salvó al partido de la ruptura, porque nosotros teníamos la experiencia también de los partidos comunistas que habían pasado del izquierdismo infantil, como el que nosotros habíamos padecido, a una política de intentar ser vanguardia real de las clases y sectores interesados en la revolución, es decir a una política de frente único, y sabíamos que ese paso en general ocasionó rupturas y crisis prolongadas en esos partidos revolucionarios. Éramos conscientes que el viraje de línea que habíamos dado con la posición anti-golpista había dividido profundamente al partido, y eso había sido el caldo de cultivo –entre otras causas, aparte de las cotidianas de la vida en la sociedad burguesa y de nuestro origen en el PC, etc.– de desviaciones de liberalismo burgués que había que combatir, como condición para poder hacer un análisis científico del balance de la lucha del partido y poder trazarnos una línea correcta. E iniciamos la discusión sobre el liberalismo. Esto puede parecer ridículo visto desde afuera, así como los soviéticos todavía hoy consideran que fue una barbaridad que en plena guerra antijaponesa, en lo más duro y difícil de esa guerra, cuando parecía que no había ninguna luz por ningún lado, el PC de China lanzase en Yenán la Campaña de Rectificación del Estilo de Trabajo. Sin embargo, fue esa campaña la que permitió crear las condiciones de unidad metodológica, doctrinaria y política para poder analizar crítica y autocríticamente toda la historia del PCCh, desde su fundación hasta la Larga Marcha y el establecimiento en Yenán, y poder así sacar conclusiones para elaborar la línea que les permitió triunfar. Por lo tanto, en esas difíciles condiciones, no realizábamos por deporte, o por una visión sectaria o internista, ese tipo de actividades. También en esos años realizamos una cantidad muy grande de escuelas internas de educación. Incluso, allá por 1980-81, hicimos un curso de estudio en todo el partido sobre las obras filosóficas de Mao Sobre de la práctica, Sobre de la contradicción y De dónde surgen las ideas correctas. Entiendo que esa discusión que hicimos en el partido sobre esas obras fue fundamental para que el partido pudiese enfrentar la guerra de Malvinas unidos política e ideológicamente.

Habíamos previsto el golpe, nos preparábamos para la clandestinidad, teníamos experiencia de muchos años, porque algunos de nosotros hemos pasado la vida prácticamente en la clandestinidad. En mi caso personal, podría decir que en cuarenta años de actividad comunista los años de legalidad son tan pocos que se cuentan con los dedos de las manos. La mitad de nuestra vida la hemos pasado en la clandestinidad, no nos falta oficio. Pero nunca habíamos conocido una dictadura como ésa. Incluso habiendo conocido dictaduras militares en otros países como las de Chile, Perú, Venezuela. Salvo la de Fulgencio Batista en Cuba, que fue terrible. Por lo tanto, las reglas clandestinas que conocíamos sirvieron para muy poco; tuvimos que reelaborarlas. Aquí se implantó una represión tremenda con métodos que reproducen el modelo hitleriano, con la desaparición del preso y la desesperación de la familia, que no sabe dónde ubicarlo. Esto ya se había practicado en la Argentina desde el año 30 en adelante, pero por períodos muy pequeños. Además de la modernización del aparato represivo con el Digicom y el control mucho más afinado de las fronteras, etc. Fue verdaderamente muy difícil. Hubo que convivir con la muerte durante años. Eso ha traído consecuencias profundas en las masas. Hay muchos que consideran que la dictadura fue particularmente dura para los militantes revolucionarios, para las capas medias, pero lo fundamental de la represión dictatorial fue sobre las grandes masas populares, particularmente sobre las más pobres, porque se hizo para aplicar la política de hambreamiento de Martínez de Hoz. En provincias como Tucumán no quedó un solo delegado de ingenio, estudiantil o de fábrica. Las villas de emergencia fueron trasladadas masivamente en varias ciudades del país. Miles y miles de obreros rurales de origen chileno fueron arrancados de sus casas y arrojados a la frontera, separando a las familias, en la época en que se preparaba la guerra con Chile. Bueno, fue terrible.

 

hoy N° 2053 03/04/2025