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02 de octubre de 2010

Reproducido de Protagonismo Popular, año XI, no 285, San Juan, 23 de mayo de 2007

Obreras rurales sanjuaninas

El trabajo en las fincas

Contamos una realidad: cómo nos desempeñamos en el campo las mujeres rurales. Lo que hacemos para sobrevivir, ya que la mayoría del grupo de siete somos mujeres cabeza de familia y dejamos hijos, casa, para trabajar y ni pensar que nos demos lujos como cenar afuera o tomarnos un helado, porque ganamos $ 25 de una jornada de 8 horas y nos piden un rendimiento de 3 a 4 parrales por día, tenemos media hora para comer un sánguche, hasta que llegamos a casa.
Tenemos 3 km de distancia de donde queda el trabajo. Las condiciones en que trabajamos son inhumanas, porque no nos dan ropa, ni un par de zapatos, y en el parral hay espinas de algarrobo. No tenemos agua para tomar, el agua que tomamos es la que llevamos nosotras; la que tiene heladera congela una botella y las que no, llevamos agua natural y compartimos el agua fresca.
Sufrimos dolor de cabeza por el sol, la puna, la comida de un día para el otro, porque los parrales están muy cerca del cerro. Trabajamos en negro, no tenemos más que los $ 25 pero no tenemos seguro de vida, nada.
El trabajo consiste en levantar mangueras de riego, limpieza en los parrales, desbrote para sulfatar. Caminamos las 8 horas por piedras con espinas, no tenemos guantes, la que puede se compra, la que no trabaja sin guantes. El otro día encontramos una tarántula, es una araña venenosa, no picó a nadie porque la vimos a tiempo. Dos compañeras sufren de dolor de pechos porque amamantaban a sus bebés y vemos cómo se mojan la ropa por la leche materna.
Anteriormente cortábamos uva, en esos casos éramos más de 30 personas de ambos sexos y la uva está pasada de maduración y no había cantidad generosa, era poca, nos pagaban 70 centavos y la gente se quejaba con el encargado. El encargado pidió un aumento de $ 1 a $ 1,5 pero el contador dijo que no podía, y al medio día decidimos dejar el trabajo y nos fuimos. El hombre dijo cuando nos retirábamos: “mañana le digo al encargado tráeme 25 bolivianos”. Ni los bolivianos le hicieron el trabajo por tan poco, y perdió toda la uva fina que tenía, ¡qué nos queda a nosotros que no perdimos la dignidad y ganamos un desafío!
Los obreros rurales, los negros como nos llaman por trabajar en la tierra, somos marginados, discriminados, no tenemos un baño, ningún derecho a ser tenidos en cuenta, el gobierno no tiene ojos para nosotros que levantamos la cosecha de todo tipo de frutas, verduras, etc.