Si bien ya en el primer periódico marxista de la Argentina, El Obrero, en 1890, se denunciaba la situación de los trabajadores rurales, recién a comienzos del siglo 20 se comienzan a organizar los obreros en el campo, en Buenos Aires y el Litoral. El 31 de agosto de 1902 se realizó un Congreso Obrero Agrícola en la ciudad de Pergamino, con centros “cosmopolitas obreros” y socialistas de Zárate, Campana, San Nicolás, Peyrano (Santa Fe), Junín, Pergamino, Baradero y La Plata, además de la Sociedad cooperativas de carreros de Pergamino.
El reclamo principal, que revela el grado de explotación de los trabajadores rurales, fue: “El trabajo será de sol a sol”, porque en esos años era “de estrella a estrella”. Esta exigencia fue reforzada en el apartado sobre “reglamentación del trabajo de cosecha en las chacras”, que en su Art. 2 estipulaba “No podrá trabajarse antes de la salida del sol ni después de la entrada de éste”.
El Congreso fijó un pliego de reclamos con distintos puntos, desde el precio de un jornal mínimo, hasta un minucioso planteo sobre las condiciones de trabajo. Se exigía que la alimentación sea “de un alimento sólido”, que todas las máquinas “llevarán un barril cerrado destinado exclusivamente para el agua limpia”, lonas para proteger de la lluvia a los trabajadores, y reclamaban el cese del trabajo por tanto y del reparto de alcohol.
El Congreso Obrero Agrícola resolvió constituir la Federación Regional de los Centros del norte y de la costa de la provincia de Buenos Aires y del sur de Santa Fe, que tuvo corta vida, y la influencia de los socialistas se hizo evidente en que se dio una política hacia los “pequeños agricultores”, expresando su posición favorable al librecambio protestando contra el “bárbaro impuesto que grava las máquinas trilladoras y desgranadoras…” que afectaba a los chacareros. El Congreso, revelando que los socialistas subordinaban los reclamos obreros a los de los pequeños agricultores, desistió de reclamar alojamiento higiénico “en vista de la imposibilidad de darlo en que se hallan los arrendatarios por causa de la rapacidad de los propietarios terratenientes”. Esto facilitó el crecimiento de una corriente anarquista que, por contraposición, no diferenciaba chacareros de terratenientes, rechazando los contratos colectivos y oponiéndose al “pacto de solidaridad” de 1920 entre la FORA sindicalista y la Federación Agraria. Recién con la consigna “la tierra para el que la trabaja” el PC ubicó correctamente esta contradicción en un país dependiente, a fines de la década del ’20.