1. Lo nuevo en las rutas
Hay mucha, mucha bronca y se han endurecido los cortes de ruta de la lucha en el campo. Se conoce, en los piquetes, lo que dijo Néstor Kirchner: “Los quiero ver de rodillas”. Y dicen en los piquetes: “De rodillas, jamás”.
Esta nueva vuelta del combate se da sobre la base de las aguas revueltas que dejó la anterior. En la llamada zona núcleo de la pampa húmeda –sur de Santa Fe, sureste de Córdoba y noreste de Buenos Aires– comenzó la rebelión de los breros de la alimentación, lácteos y de la agroindustria. Son 150.000 trabajadores de 2.400 Pymes. Desde sus cuerpos de delegados se organizan como autoconvocados, desbordando a las direcciones prokirchneristas de la UOM. Toman la decisión de confluir, con sus propios reclamos, junto a los chacareros y participar en las multisectoriales. Discuten con sus patrones que les plantean la situación de quebranto, que también se organicen y peleen; y se están organizando en numerosas localidades, con una consigna que crece: “No somos monopolios”.
La rebelión chacarera y federal del 2008, comenzó a convertirse ahora en una rebelión obrera y campesina, con la participación de amplios sectores de la burguesía nacional agraria, industrial y comercial, y profundizando el carácter federal. Y arrastra a un sector de terratenientes, sobre todo ganaderos. Es la política kirchnerista, que sigue “cortando ancho”, la que divide las trincheras.
Son nuevamente los piquetes, las asambleas y las multisectoriales –que brotan como los hongos– los lugares de decisión. La Mesa de Enlace, que trabajó para postergar la lucha y buscar un cauce parlamentario y electoral, fue desbordada, nuevamente, por la decisión tomada en las rutas, ante las provocaciones kirchneristas.
La política K es reaccionaria
El decreto de necesidad y urgencia, inconstitucional, de Cristina Kirchner, coparticipando el 30% de las retenciones fue una declaración de guerra. Con ese 30%, el gobierno podría haber segmentado las retenciones, y dar ayuda a las regiones afectadas por la sequía. Sería un paliativo a la situación de quiebra de chacareros, y llevaría algún alivio a las localidades de provincias.
Pero el kirchnerismo es incapaz de hacer eso. Obsesionado por “la caja” para las elecciones, miente que va a usar esos fondos como aspirinas para provincias, que están fundidas.Van a ir a la “caja” de las obras prometidas para las elecciones, para atar a gobernadores e intendentes a la “chequera K”. Y las obras las harán empresas “amigas” del gobierno.
Las cifras son terminantes: el gobierno le saca a Córdoba 1.500 millones de dólares por las retenciones, y “dice” que le va a dar 150 millones. A ¡Tartagal! no le han dado nada.
La política kirchnerista para el campo es reaccionaria. Junto a la caída de la producción de granos y carnes, mata a la agroindustria; y con eso, está convirtiendo a las localidades en pueblos fantasmas, lo que da un durísimo golpe a las provincias agrarias y agroindustriales, que fueron fundamentales para hacer retroceder la desocupación y salir de la crisis anterior. Es un claro ejemplo de cómo la política kirchnerista le hace pagar la crisis al pueblo.
2. cambio de tablero
El gobierno cambió el tablero con el adelantamiento de las elecciones para junio. Las adelantó porque las cifras de la libreta negra, en la que Néstor Kirchner anota cada día la plata que entra y la que sale, le dejaron en claro que “la caja K” no llega a octubre.
Los economistas liberales muestran cuentas que los oficialistas ocultan. Cuando la inflación comenzó a mostrar que el “modelo K” hacía agua, el gobierno quiso tapar el cielo con las manos, con las cifras truchas del Indek, y creyendo que la bonanza iba a ser eterna, multiplicó los subsidios que pasaron de $ 8.800 millones en el 2006, a $ 30.986 millones el 2008. Además, Kirchner “pateó” para el fin de su mandato todo lo que pudo de deuda pública, con la que ahora debe lidiar el gobierno de CK, este año por 20.000 millones de dólares, y otra cifra enorme el próximo.
El intento de recauchutar la “caja K” con las retenciones móviles de la 125 fue “una jugada que no sólo le salió muy mal desde el punto de vista político, sino que le complicó la economía del país. La voracidad fiscal causó más fuga de capitales, mientras que la actividad económica empezaba a paralizarse por el largo conflicto del campo. Sin los recursos que le hubiese otorgado la 125, fue por los ahorros de la gente en las AFJP, con lo cual mejoró algo su caja, pero acentuando la fuga de capitales. (…) En eso estaba la Argentina (…) cuando vino el mundo y terminó de acelerar la crisis que nos habíamos comprado solitos” (La Nación, 22/3).
Cae la producción agraria e industrial: 50.000 despidos y suspensiones en febrero, cae a pique el superávit fiscal, cae la balanza del comercio exterior, crece la fuga de capitales.Y todo esto ocurre cuando recién comienzan a llegar las olas grandes del tsunami de la crisis. Por eso, porque la caja K ya no da, Kirchner adelantó las elecciones.
Y por eso, prepara un ajustazo para después de las elecciones.
Kircher: mal y en baja
El otro problema de Kirchner es que las encuestas sobre su candidatura le dan mal, también para junio. Incluso en el Gran Buenos Aires, y nada menos que en 3 de Febrero, donde gobierna el kirchnerista Curto, estaría segundo, por detrás del peronismo opositor (La Nación, 23/3); y en localidades del interior por detrás de Stolbizer. Además, los intendentes K se oponen a listas colectoras, y negocian, bajo cuerda, poner fichas en otras listas, para controlar los concejos deliberantes (que están poniendo en jaque, ahora, a varios de ellos).
Si en el Conurbano Bonaerense Néstor Kirchner tendría una intención de voto del orden del 20%, ¡qué queda para el resto de la provincia, y las otras que arden con la protesta agraria! Los datos indican que perdería el control del Congreso. ¿Cómo gobernará CK el país –aún si Kirchner se repartiera los votos con la oposición– con un Congreso deslegitimado por la elección, y que recién se renovará en diciembre?
Además, tiene entreveros con sectores de las clases dominantes que se le oponen; con los yanquis, con Clarín y Techint, con la Sociedad Rural, un conflicto con la petrolera francesa Total, etc.
Se acentuó la oposición de la mayoría de la iglesia católica.Y se agravó el descontento en los cuarteles.
Juegan con fuego
El gobierno trata de aprovechar la cosecha, que limita la masividad de los piquetes, para sus provocaciones. Opera, como ya hizo antes, desde el Ministerio de De Vido, con los subsidios que da a algunas cámaras del transporte, para impulsar la confrontación de camioneros con chacareros. Además, “misteriosas” camionetas 4×4 han incendiado campos, ya hirieron a un obrero rural. Volantes de propaganda negra atacan a dirigentes combativos, como el vicepresidente de FAA en Entre Ríos, Juan Echeverría. En otras localidades, como Gualeguaychú el gobierno K crea “zonas liberadas” con oscuros objetivos.
No es de extrañar. Se sabe ahora que Néstor Kirchner, en el curso la rebelión agraria del año pasado, se reunió con jefes militares para tratar de imponer el Estado de Sitio. No pudo hacerlo porque no tuvo ninguna seguridad de que los cuarteles le obedecieran. ¿Adónde apuntan las declaraciones de Emilio Pérsico, después de hablar con Néstor Kirchner, amenazando con “la ingobernabilidad”? ¿Quieren instalar la falsa polaridad: “los Kirchner o el caos”? Las provocaciones que se están produciendo en las rutas apuntan en esa dirección. El gobierno juega con fuego.
Le fue mal el año pasado, cuando mandó barras bravas y patotas, reprimió cortes y encarceló y enjuició a dirigentes, etc. Peor le va a ir ahora, desgastado, y con más bronca en los piquetes.
Hay un camino
Por otra parte, esta política de hacerle pagar la crisis al pueblo confrontando con sus luchas, va a provocar más tormentas sociales y políticas de las masas obreras, campesinas, estudiantiles y populares. Los tiempos se aceleran. Hay que estar alertas ante la posibilidad de cambios bruscos de la situación. Estamos en tiempos tormentosos y vamos a tormentas mucho más grandes. Más que nunca hay que impulsar las luchas y la confluencia en la multisectoriales de las fuerzas obreras, campesinas y populares, patrióticas y democráticas. Con procesos de recuperación sindical abiertos como el de los metalúrgicos de la agroindustria, con la CGT partida en tres (la de Moyano, la de Barrionuevo y la de Venegas), y la CTA con dos o más corrientes internas, hay nuevas condiciones para trabajar por un paro nacional activo, obrero, campesino y popular.
Con una situación tan “revuelta”, por arriba y por abajo, las fuerzas obreras y populares deben trabajar para unirse con un programa con medidas de fondo para enfrentar la crisis, como los 10 puntos que propone el PCR, torciéndole el brazo al gobierno para imponer el no pago de la deuda: no hay salida a la crisis pagando la deuda; el uso de los $ 6.500 millones de pesos de ATN que el kirchnerismo esconde, el manejo de los recursos del Banco Central, etc. También, hay que estar alertas para cerrar el paso a las provocaciones del kirchnerismo y su creciente represión, para aplastar cualquier intento de imponer el Estado de Sitio (como le hicimos a De la Rúa), o de golpe.Y para terciar, con independencia, frente a posibles situaciones de renuncia presidencial, en la que se jueguen recambios con devaluaciones, y programas negociados con el FMI.
Con las enseñanzas del Argentinazo y la rebelión agraria, tenemos un camino abierto para imponer un gobierno de unidad popular, patriótico y democrático, basado en las multisectoriales, que barra con el poder oligárquico-imperialista, y abra el camino a una revolución de liberación nacional y social.